Un instante en las nubes



Es la fragilidad del todo


Pero a la vez es la voz

Del nada más absoluto


Es solo un buenos días desconocido, un café al amparo de un libro y de miradas desconocidas que se pierden en el aire. Es un cigarrillo en una ventana de invierno preguntándose el porqué de los pasos. Es un simple gesto, horizontal siempre horizontal, y siempre que podemos mirando al infinito. Hay días que son de lluvia, días de poemas cerrados y mantas bien abiertas. Hay días de soledad, de silencio, y no solo el ajeno. Es el sonido de una guitarra hablando, contando, soñando y, porque no, contando mil silencios en la espalda.

Es ese todo que nos convierte en nada y nos envuelve en un suspiro para hacernos comprender que solo somos un punto más perdidos en medio de un universo infinito. Es esa sensación de pensar, y de hacerlo, en que solo somos parte de un silencio, parte de una vida atada a una fragilidad. Solo somos aire, y a pesar de no dejar de ser más que una simple frase escrita en algún muro olvidado, las piedras siempre tuvieron razón.

Somos parte de la nada, al fin y al cabo, el todo no existe. Porque de existir ese todo, hoy por hoy no seriamos nada.

Es el tacto olvidado de la piel. La carta que nunca escribimos con nuestras manos pero si con nuestra boca sin voz. Son los pies descalzos sobre la arena de una playa vacía. Es saber que todo es efímero, y aquí deberíamos incluirnos. Es mirar atrás, y reconocer que nos hemos equivocado tantas y tantas veces, que en ocasiones, hemos perdido la sensación de lo efímera que es la vida. Al fin y al cabo todos somos una parte del infinito.

Es por eso que la voz, siempre guarda mil palabras y estas nunca saldrán. Es por eso que saboreamos una taza de café con mil ojos pero ninguna voz. Y miramos, y pensamos, y sentimos, nada es para siempre excepto un único adiós.

Y miraremos al cielo en las noches estrelladas, y pensaremos que la luna está mucho más cerca de lo que pensamos, y creemos que estirando nuestra mano, podremos alcanzarla. Supongo que es por eso que nuestra sonrisa es aquello que más brilla dentro de un universo infinito. Supongo que por ello vale la pena mirarnos a los ojos, y sin importar quien lleve la voz o cualesquiera que sean los nombres, sonreír a pesar de nuestra fragilidad.

Solo son instantes, solo son notas de una canción a la que nunca pusimos letra.


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La delgada línea


Supongo que es una idea un tanto cruel…nadie dijo que la vida, si es que alguien conoce que significa dicha palabra, fuese fácil. Ni siquiera mis ojos, cuando se cierran para ver, han logrado hacerlo y si alguna vez lo hicieron debía estar dormido.

Si alguien me pregunta, si alguien pone la duda existencial sobre mí, puedo decir que no temo la muerte. Es algo que está ahí, no podemos ocultarlo, forma parte de ti, forma parte de mí. Supongo que en ocasiones me equivoco y pienso en ese concepto abstracto llamado vida y simplemente no dibujo o, como en mi caso, tan siquiera escribo.

Desconozco cuál es el sentido de mi vida y, aunque pueda parecer paradójico ahí soy feliz. Y si lo soy es porque nunca me he preguntado cual es el sentido de la vida pues de hacerlo no estaría disfrutando de los buenos momentos o aprendiendo con aquellos malos a pesar de que esos últimos son los que nos hacen crecer. Supongo que un día me limité a anular cualquier pensamiento abstracto acerca de que es la vida.

Por eso no temo a la muerte, no temo el no estar, e incluso si mirase hacía atrás, donde debía estar quizás no he estado. Todos imaginamos en algún momento de nuestras vidas como sería todo sin nosotros. Es algo que siempre he hecho, y al hacerlo he sentido una total indiferencia, puede ser cruel pero como todo en esta vida, siempre hay un porque.

No le temo al decir adiós para siempre, al fin y al cabo aquello que me hizo crecer, o incluso a detenerme por completo, careció de esa palabra pero no de esa acción tan silenciosa. No le temo al silencio, al fin y al cabo es el, el que me hace escuchar mi propia voz, y al hacerlo recuerdo que no temo al silencio y sobre todo: porque.

No me aterra no estar aquí, contigo, con todos…con nadie. Al fin y al cabo todos, absolutamente todos, un día no estaremos, y cuando eso suceda serán otros los que nos miren hacia atrás. Cuando lo hagan volverá a comenzar el ciclo…una y otra vez.

No temo a la muerte la verdad, es algo de lo que soy consciente. Y no es que piense en decir adiós, más bien todo lo contrario.  Al fin y al cabo jamás entendería la muerte si no es junto con la vida.

No le temo a la muerte porque al fin y al cabo vivo. Y esa es la magia del todo, del cada día aunque también es su parte cruel. Igual que decimos hola también diremos adiós, sea cual sea la forma de hacerlo. No me pregunto qué sucederá mañana, la muerte, al igual que la vida, está ahí y yo soy consciente de ello.

Es por eso que no, lo siento, no le temo a la muerte porque al fin y al cabo me siento vivo...

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El suave tacto de la despedida




Supongo que es difícil volver

A un lugar donde dejé tú recuerdo

Al que siempre llamé silencio


Y me perdí…

Simplemente me alejé por aquellas calles que no eran mías mientras iba quemando la luna a cada paso. Te escribía desde lejos al tener cerca el silencio de tu voz. Y despertabas, y me buscabas, pero no había respuesta. Preguntaba que sucedía cuando a los libros más humanos le escribían un hasta siempre. Si me fui era por tu voz, para buscarte en la soledad de los abrazos, para buscarte donde el tiempo se detenía.


Te busqué

Y escuché

El silencio de tu voz


Y quemamos las hojas de nuestra propia historia, quizás negué recoger mis propias cenizas, y dejé que el viento arrastrase los lamentos convirtiéndome aquella lluvia fría y gris. No hay lugar en tu nombre, ni tus palabras en mis pasos. Caminé, y me fui. Me acerqué a ti para echarte de menos, y en tus brazos te sentía lejos, pero tan cerca que decidí marchar. No estabas, no estuve, nadie subió a la luna para nosotros, nadie dibujo rosas rojas en un jardín blanco y azul.


Y si me vuelvo loco

Será porque me aboco al vacío

Al eco de los recuerdos rotos

Al sonido de tus manos sobre la tierra

Borrando las letras prohibidas


Y te sentía cerca, ahogándome en cada recuerdo para que mis manos no se detuviesen. Y entre tanta letra esculpí mis miedos, y me encerré en ellos. No estabas ahí, no estabas aquí. Cuando tu voz faltaba el recuerdo solo era una despedida más. Y cuando estabas cerca no eras más que un suspiro. Estuve escribiéndole cartas a la luna para encontrar tus palabras. Cuando miremos al cielo seremos más distancia, más olvido vivo. Que los árboles de una primavera no guarden la sombra de la eternidad, que si tú vas…yo ya no estaré ahí.

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Las ruinas de nuestros sueños



No dijimos

No escuchamos


-Silencio-


Ahora perdemos…

Ya no quedan preguntas a este lado del edén. Las cenizas de lo que fuimos se las llevó un viento llamado olvido. Ahora alzamos la mirada, y guardamos la voz, una vez más, como lo hicimos siempre, incluso cuando debíamos gritar. Ya no quedan árboles a los que subir para mirar nuestro universo infinito. Si escribimos cartas será solo nuestro recuerdo quien nos habrá la caja de cristal. No rompimos el candado de nuestro ayer


Y cuando quisimos hacerlo

Olvidamos que era volar

Y caímos

Y callamos


Nos cumplimos las expectativas que imaginamos. No abrazamos los cuerpos cuando ambos ansiábamos el calor. Y ahora gritamos, desde la distancia la locura es infinita. Y mientras tanto voy desencajando mi mandíbula en mil gritos en silencio. Ya no nos queda nada, se apagaron nuestros sueños y la voz solo queda relegada al olvido. Nos supimos mirar y ahora son las ruinas que nos rodean los únicos desechos sobre los que caminar.


Imagino que es levantar

Las ruinas de nuestro edén

Mientras caminamos por caminos separados


Hemos olvidado que era hablarnos con los ojos y sentirnos con la piel. Apretamos el gatillo del olvido y disparamos sin pensar. La bala esquivo el recuerdo pero creo el dolor. Fuimos cobardes al mirar hacia adentro, y allí, solo allí reside el dolor. Poco a poco nos convertimos en nuestras propias cenizas. Buscamos la libertad sin ser conscientes de que ambos somos nuestra propia prisión. Decimos que recordamos, que volamos para salvar el paraíso más eterno, y nuestros únicos pasos solo son silencio.


Ya no queda nada

Salvo las ruinas de nuestro edén

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El silencio entre la soledad



Huí de todos y de todos


Incluso

Pude huir de mí


Quise apartarme de todos para perderme entre la gente.

Y gritar tan fuerte que no puedan oírme, que mi voz quede agazapada entre el griterío de la gente. Subí a la luna sin apenas llevar equipaje, me senté en un rincón de la luna y compuse mi propia canción. Solo, rodeado de tanta y tanta gente sin voz. Opté por saltar sobre las estrellas, nunca estuvieron allí, me asomé a su mirada y solo vi mi propio cristal. Que quizás cerca es una palabra demasiado lejana, que quizás voz sea una palabra sin apenas sonido.


Y pensé

Que saltar contra uno mismo

Debería estar permitido


Los miré a todos, a cada uno de ellos, de aquellos de nombre gris y silueta desconocida y decidí saltar. Parte de un todo a la vez que parte de esa nada. Solo en medio de un montón de gente. No somos nadie en este universo infinito. No somos más que una voz en medio de un vacío. Y me aparto, y me coloco de espalda a todos y todo. Y mi canción hablará de la soledad del verso escrito. Quizás hable de ti, quizás hable de ti.


La voz

Nuestro silencio

Gente

Multitud

Soledad


Somos muchos a la vez que somos pocos. Nota tras nota cuanto canciones de frío y soledad. Que el calor humano es un sueño que nos cuesta hacer realidad. Y en medio de la gente volví a gritar bien alto, tanto que mi voz fue silencio. Una carta sin remite ni destinatario, una canción que habla de todos a la vez que nadie. Poco a poco aumenta la voz de nuestro sonido, volveremos a gritar bien alto para volver a sentir nuestra soledad entre tanta y tanta gente.

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Un mundo sin sueños



Nuestros sueños…


Apaguemos la palabra

Encendamos la voz

Que guardamos en silencio


Olvidamos:

Solo son conceptos, ideas que se borran con el paso de nuestro silencio. Encendemos la parte más sensata de nuestros sueños, pero apagamos lo más eterno de nuestra vida. Hemos puesto el mundo al revés ¿y lo sueños? Quedan relegados a una realidad. Incapaces de ver, ausentes para escuchar. El cielo es una ventana hacía los sueños y a pesar de verlos optamos por callar. Los pies se cansan, el silencio nunca, al fin y al cabo eso es lo que nos hace ser frágiles, cristal dentro de un mundo de acero.

¿Dónde queda la vida? ¿Dónde quedan los cuentos que se escribieron mirando cara a cara a la realidad? El miedo nos impide ser libros. Hemos visto, hemos vivido, hemos sentido, hemos callado. Los límites de nuestra libertad, encerrados, encarcelados en una prisión que lleva nuestro propio nombre. Decimos que vivimos pero no en el sentido puro con el que marcamos nuestros pasos ante la vida.

Conversaciones que quedan marcadas en un libro que no tardamos en cerrar, enemigos de nosotros mismos. Creemos, no pensamos, pensamos, pero a pesar de ello no somos libres. La burbuja de cristal envuelve un fragmento de nosotros, y todos juntos hacemos un mundo que guardamos, encerramos y no, no gritamos. Donde queda la luz no queda la oscuridad, pero a la vez, no queda la posibilidad de elegir entre el lado del sol o el lado de la luna.

En un sol sin tiempo hemos cerrado nuestros ojos. No gritamos, hemos optado por la comodidad del silencio. Preferimos tener arena en nuestras manos y silencios en nuestra mirada. ¿Dónde queda la vida en nuestra burbuja de cristal? Quizás hemos sido cobardes a la hora de ser libres, quizás, solo quizás, hemos optado por la comodidad de lo más absurdo. Un mundo repleto de gente, pero todos, cada uno de ellos, con el triste apellido de la soledad.

Llamémosle vida a lo invisible, a lo más abstracto de nuestra existencia infinita. Pero mientras tanto


Callamos

Sentimos

-Pero no vivimos-


El día que aprendamos a hacerlo quizás seremos capaces de lograr nuestros sueños.

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Las huellas vivas



Nunca podremos caminar

Sobre las olas del mar


Y el silencio es una voz…

En ocasiones las olas hablan, comentan, susurran. Pero somos incapaces de escuchar como lo fuimos un día a la hora de soñar. Mi mirada es un otoño gris donde caminé por los recuerdos, y maldije las olas en cada uno de los silencios. Solo es arena, solo son recuerdos y esos no, no se pueden borrar. Dijimos que seriamos eternos más allá del mar, y lentamente nos fuimos apagando entre las olas justo antes de dormir.


Me limito a no pensar

Uno

Nunca dos


Y en ocasiones nos perdemos por la sinceridad de los recuerdos, jugando a hundir nuestros pies en la arena, y por un momento recordar que es volar. Fuimos ángeles sobre las olas, reflejos sobre el mar. Metimos nuestros sueños en una botella, y los lanzamos lejos, muy lejos, tanto que la luna nos dio su abrazo y con él la soledad. Caminamos despacio, lentamente, como si no fuésemos parte del tiempo. Escuchamos las olas y lentamente nos fuimos alejando quizás para decir jamás.


No he sentido el abrazo del sol

Y si lo hice

Me limité a renegarlo

Nunca fui parte de ese cielo

Al que intentamos llamar eternidad


Por eso hay días que odio la gente, deja huyas en la arena de nuestra vida. Y nosotros intentamos abrazar el mar, ser parte de esa esencia que escribe y describe secretos en cada centímetro de la piel. Lentamente me convierto en silencio de tu mar infinito, recorriendo a cada paso las letras que nunca debimos escribir. Este mar un día llevó nuestro nombre, quizás un día llevará nuestras pisadas. No todos los recuerdos acaban olvidados con el mar.

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Cuando fuimos héroes



-Reímos-

-Vivimos-

-Volamos-


Pero ante todo


-Fuimos felices-

No cumplimos las expectativas:

Nunca las tuvimos, era tiempo de pleno sol. Carecíamos de lunas, de aire que no nos pertenecían. Y jugamos a ser libres dentro de nuestro propio universo, Sin la culpa de los que no sueñan, con la fuerza de la imaginación ¿recordáis? Podíamos volar, creíamos que podíamos alcanzar el universo con nuestras manos. El reloj no nos pertenecía, no había negociaciones con la vida, éramos libres de las horas.

Caminábamos al borde de muros por los que saltar. El miedo no formaba parte de nosotros. Creíamos en la libertad que siempre teníamos, la palpábamos, era tangible, la fragilidad era una palabra prohibida al igual que los versos. No existían las barreras, ni los limites, y si existían nos limitábamos a saltar sobre ellos y dar un salto hacía la luna. Gente de cristal no dibuja sobre papel. Dragones en el aire no observan pies descalzos.

Nuestra vida, nuestro universo, lo éramos todo dentro de la nuestra libertad, podíamos alcanzar nuestros sueños, subir a la luna y cantar una vez más sin aire, sin tiempo, sin cadena, y sin sueños que poder romper más allá de la soledad. Los bocetos de una línea gris escrita, unos dicen que hacía arriba, otros hacía abajo. Y nosotros allí, con nuestros sueños despiertos, y con un lápiz el cual nunca debimos aprender a usar.


Y crecimos

Quizás nunca lo debimos hacer


Ya no quedan héroes en las paredes, toda forma parte del ayer, incluso aquella libertad de la que hablábamos, aquella libertad que sentíamos como si fuese nuestra. Y a cada paso que damos hacia adelante nos alejamos más de nuestro ayer. Solo quedan ruinas del castillo que levantamos con nuestra libertad. Ahora somos parte del tiempo, de ese reloj, de la parte más triste de la vida. Romper las expectativas no está permitido, hay que caminar por una senda gris ¿Qué dejamos atrás si aquello era vida? Siempre fuimos héroes en nuestra libertad


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El día que besé la noche



Sucedió hace tiempo…


Un día vi el sol

Y olvidé la noche

Pero una noche

Decidí olvidarme del sol


Sé que puede sonar extraño, alocado diría yo, simplemente algunos piense que no deja de ser la idea de un loco soñador. Si esa es la opción me sentaré sobre la luna y la aceptaré, no es algo de lo que reniegue. Y quizás mucha gente jamás llegue a comprenderlo…

Hace tiempo decidí decirle adiós al sol, no está hecho para mí. Supongo que toda despedida nace de alguna herida y ahí debo reconocer esa parte de realidad. Pero lejos de las voces, del ruido, de ese despertar ante los ojos de la vida, lejos de los besos, de las caricias, de los abrazos, la noche forma parte de mí…y yo parte de ella, o al menos así me gusta pensarlo.

La noche no es gente, rara vez se ve a alguien caminando por las calles, y si lo hacen es con pasos largos firme, casi sin tiempo para permanecer en la calle. Ni siquiera ciertos animales, salvo algún que otro felino de pies silenciosos o algún ave de mal despertar, rompe el silencio de la noche.

Y es que cuando todos duermen el mundo se ve distinto, la vida fluye a un ritmo al que todos deberíamos acostumbrarnos. Se aprecian más los olores y el ruido cobra un significado totalmente distinto. Y existe algo que el mundo, en su más amplio concepto, ha olvidado: de noche el tiempo no existe. El mundo permanece aletargado y el único reloj que avanza son los pasos de la luna para dejar paso al sol.

Adoro la noche, no lo niego. Relaja y permite pensar. Y es curioso: no pienso en ello, para mí los días son una extraña paradoja de equilibrios entre días. He perdido el concepto de días, de semanas, y por eso quizás, solo quizás, me vuelvo un poco más libres. Mí tiempo no lo marcan las manecillas de un reloj, lo marca la luna y no hay noche que no la vea por más que se esconda tras las nubes.

He perdido muchas cosas, lo sé, soy consciente de ello. Quizás el día sea más agresivo, más contundente. La noche no tiene prisa y trata todos por igual. He perdido voces, abrazos y quizás momentos, también los vivo de noche, sigue siendo vida. Y disfruto a cada instante, saboreando con calma cada uno de los detalles que la noche me ofrece, que no son pocos y sobre todo: son los que mi libertad desea. He perdido muchas cosas…he ganado otras tantas.


Y cuando sale el sol

Me voy apagando lentamente…

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La luz del universo



Todo cambia

Bajo el silencio de tu universo


-Imagino-


Y una vez más volví a gritar, borrando de mi imaginación cualquier estrella del universo, y volví a caer, y volví a golpearme con el sol. Palabras escritas sobre galaxias, me quedo en mi rincón, observo un cometa pasar, esta vez no pediré ningún recuerdo, las alas nunca supieron abrirse. Y a este lado del silencio creo que aún puedo alcanzar la estrella donde grabé tu nombre. Quise gritar, lanzarme sobre la superficie de tus planetas, quemarme lentamente, solo una vez más mientras buscaba el camino al olvido.


Es difícil gritar

Más allá de las estrellas

Y recorrer el universo

En silencio

Siempre en silencio


Siguiendo el rastro de una galaxia imperfecta, tú siempre serás la estrella del amanecer. Pero no, a este lado del universo apenas entra la luz, y si lo hace cierro la ventana para poder volar. Cuento uno, cuento dos, cuento mil, y cada una de las estrellas parecen desvanecerse en mis manos, quizás el camino que nunca quisimos era el camino adecuado. Nada es eterno más allá de nuestro propio sol imperfecto.


Por eso camino

Lejos de todo

A un lado de la galaxia

Donde no llegue la voz


Pero tú siempre serás esa estrella que me acompaña al despertar. Al dormir enciendes mi vida y yo avivo tu silencio. Mil planetas hablan a los pies y me niego a bajar, la cordura nunca me dio fuerzas para volar. Y en el universo el aire no existe, no hay silencios por los que llorar. Nada dura para siempre, nada se refleja en el cristal. Mi camino es saltar sobre el polvo de las estrellas sabiendo que siempre serás mi estrella al despertar.

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Esa parte de la lluvia



Seré esa parte de tu lluvia

Cada vez que me aleje de ti

Y gritemos sin aliento


Te siento lejos, muy lejos…

Cada vez más lejos, lejos de ti. Irás hasta aquí, para recordar porque no debes olvidar. Y escribiré bajo la lluvia de tu invierno gris las letras más tristes de nuestra canción. Si alguna vez nos dolió el silencio, también lo hizo la voz de la despedida. Seré tu lluvia al final de abril, al inicio de un verano sin nombre. Contarás canciones, no versos, y cada gota de la lluvia agrandará los pasos que dimos en a distancia.


Y no saldrá el sol

Cuando ambos deseemos volar

No quedará nada

Solo charcos de cristal


Una canción, tu ciudad, la distancia. Algo que te haga caminar bajo esta lluvia gris. Parte del olvido marchito en las páginas de un libro son nombre. Creerás verme, me imaginarás de pie, apoyado en el muro de alguna triste estación. No habrá adiós, nunca lo hubo, y a pesar de todo caminamos siempre hacía el. Quizás grites con un lamento vivo, que no duele olvidar, duelen los recuerdos y los míos se difuminan en tu interior.


La lluvia

Será el olvido

La luz

Solo el silencio


Poco a poco, como sin prisa, me iré apagando en tu recuerdo como la llama más viva bajo nuestra lluvia gris. Seré recuerdo, el presente no tendrá mi nombre, quizás recuerdes, quizás mires al cielo esperando que las nubes traigan mi recuerdo. Seré esa gota de lluvia que acaricia tu mejilla si alguna vez te acuerdas de mí. Lejos, muy lejos, en un lugar llamado olvido, con tus pasos con mi silencio, siempre seré parte de esa lluvia gris.

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Libres




Es girarse, es gritar hacia atrás, y pensar, solo pensar…


Seguramente todos

Absolutamente todos

Nos habremos equivocados


Supongo que una vez me giré contra mí mismo y abracé a mi locura:

Y si lo pienso en ese abrazo en el que ambos nos juramos ser libres sé que simplemente no hice más que condenarme. Porque todos hablamos de libertad pero ¿lo somos? Estoy seguro que no, que podemos escribir la palabra pero no sentirla, lo siento: la libertad no se siente. Porque al fin y al cabo si pensamos en ella ya nos estamos condenando. Hemos nacido libres para acabar siendo presos de nosotros mismos.

No vivimos, nos limitamos a dejar que las cosas sucedan. Al fin y preferimos la crueldad de las cadenas que recobrar el sentido de la libertad. Tu reloj, tu ciclo, el mío, el de todos, vivimos atados, condenados a seguir unos pasos. Nadie nos ha enseñado a vivir porque al fin y al cabo nadie lo ha hecho, absolutamente nadie. Porque cuando nos giramos y vemos como las cadenas que oprimen nuestra libertad nos hacen saber que podemos volar tenemos miedo a volar por el cielo y ser libres, absolutamente libres.

Vivimos condicionados, atados a unos pautas, a unos cánones sean del tipo que sean, a unos horarios, a una vida que nadie dijo como debíamos vivirla pero a la que todos seguimos anclando nuestra libertad a una cadena que creemos cruelmente que nos aporta seguridad.  Y cuando aparece alguien en nuestra vida ambos nos intercambiamos las cadenas, y poco a poco nuestras cadenas nos van anulando nuestra libertad.

Una vez aprendí que lo más valioso que tengo en esta vida es mi libertad, podría poner un acento pero no es momento en recibir un cariñoso gruñido. Fue entoces cuando decidí girarme ante mis cadenas y gritarles. Observé atentamente aquello que me ataba, que me condicionaba, aquello que me impedía ser libre ¿lo primero que lancé al olvido? Sin duda alguna todo reloj que marque unas horas. Mañana puede ser un periodo muy extenso, y en esos periodos la libertad se siente viva, y tu formas parte de ella.

¿Otra cadena que me ataba? Decidí romper los vínculos que me unían a las palabras desconocidas, a aquellos que sin conocer hablan. Decidí cambiar los días por las noches y la alegría del sol con la vida de la lluvia. Cambié el negro por el blanco y al blanco le puse unas líneas negras. Decidí que mis letras fuesen mi vida, que por mi tiempo nadie debía entregarme algo que no deseaba: al fin y al cabo desconozco esa palabra.

Supongo que será una locura pero esa locura es saber que tenemos cadenas que nos atan, que nos impiden volar, y no ser capaces de romperlas. Un día observé como la gente camina siempre mirando al suelo, comprendí que al mirar al cielo vemos la libertad. Es como cuando nos tumbamos en algún césped desconocido y observamos las nubes al pasar: adoramos esa sensación pero la hemos olvidado. 

Y sé que estoy loco, pero puedo decir, y por eso lo dejo por escrito, que dentro de toca cadena llamada libre yo sí puedo escribir libertad. Porque si fuésemos consciente de aquellos que nos ata, que nos condiciona, todos absolutamente todos romperíamos esas cadenas.


Y si nos llaman locos

Todos volaremos más alto

Pero libres


He aprendido como mi libertad es aquello que siempre tuve pero que nunca vi…


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Caes




Caes…

-No soy yo-

¡Salta!


La oscuridad escribe tu nombre

Son tus ojos los que me hablan, y gritan ¿a qué lado de la vida queda el silencio con el que me habla tu mirada? No quieres saber, no quieres preguntar, tus alas, tu viento. Y tu voz se quiebra, se apaga por un instante que pace eterno. Cansada, la vida nunca fue un camino sobre el que caminar con los pies descalzos. Nadie dijo que sería fácil intentar alcanza el cielo. Nadie dijo que podíamos detener las olas del mar


Grita
Quema tu voz
Y apaga el miedo


Estoy aquí…

Casi puedes verme, solo te veo caer mientras tratas de seguir hacer funcionando tu cuerpo. Nunca fuimos eternos ni fuimos parte de ese conato de la vida más cercano a la cordura. Te observo, una vez fui una parte de ti que quedó reflejada en el cristal. Giramos, el mundo puede ponerse a la inversa. Y si estás cansada o tus alas están cerradas te ayudo a subir. No se está tan mal a este lado del mundo


Pues tu suelo

Puede convertirse en tu cielo

Y el vuelo es infinito

Y tu mente es libre

Grita

Aún te queda voz


Si vez la luz tal vez estés cerca del sol. Moveré tus alas pero guárdame un secreto: yo seguiré lejos del sol. Podrás venir a pasear con mi locura, tus manos dibujaran camisas de fuerza mientras escribes entre Poe y Neruda. Nada más cerca de la lluvia, el tiempo no se detiene y aún puedes volar. Si el viento seca tus heridas no te dejes caer, el vuelo siempre debe ser hacía arriba, hacia nuestro más abstracto infinito.

Grita

Aún puedes volar

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Un mundo distinto



Supongo que va bien…


No lo se

Nunca me he parado a pensarlo

Pues de hacerlo

No lo haría


Supongo que todos, absolutamente todos, deberíamos hacerlo. Girar nuestro cuerpo y dejar que nuestra mirada vea las cosas desde otro ángulo, desde otra perspectiva. Supongo que colgarse boca abajo ayuda a ver el mundo de una manera distinta a como la vemos con los pies en el suelo. Por eso sé que, y siempre con mis pies colgando en el cielo, que las cosas se ven de una manera un tanto especial: a nuestra manera.

Por eso creo que estamos equivocados, todos, absolutamente todos, a no querer despegar nuestros pies del suelo. Si aprendimos a caminar por nosotros mismos ¿Por qué no hacerlo también con nuestros sueños? Con los pies invertidos las cosas se ven distintas. Porque a todos nos gusta ¿Quién no desea soñar? Yo no. Y no es que sea una contradicción creada por el golpe de realidad, simplemente al colgarme boca abajo tengo bien claras mis ideas, y no: no deseo soñar, al fin y al cabo esa no es la idea ¿Desear? Solo los locos nunca despegan los pies del suelo. Y yo hace tiempo decidí colgarme boca abajo y no desear soñar: hacer que mi realidad sea un sueño perpetuo.

Está bien caminar por el suelo, y saber que tenemos tiempo y que este se nos acaba. Pero boca abajo el tiempo es eterno, y como nuestros sueños, carecen de tiempo pues este es perpetuo. Adoro estar boca abajo y escribir un hasta luego cuando escribimos hasta nunca pues el “nunca” no existe más que en una palabra escrita.

Adoro colgarme del techo, y ser yo mismo, sin pensar en que dirán o el que dejarán de decir aquellos que nunca se han subido al techo. Adoro contemplar en silencio la mirada, sin voz, sin sonido, solo con el silencio más sincero. Con ese que desea subirse al techo y dar los buenos días cuando ya ha marchado el sol.  Con ese me gusta cuando me miras con esa sonrisa, con ese abrazo cuando simplemente lo sentimos.

Adoro colgarme del techo y bostezar ante lo gris, ante los que no sueñan. Los comprendo, los acepto, no los comparto. Adoro pensar que las cosas pueden cambiar y que todo, absolutamente todo puede ir mejor. Pero aún por encima de todo adoro luchar por borrar esa palabra llamada sueño y conseguir, entre todos, para todos, que esta sea realidad.


Tal vez

Solo tal vez


Deberíamos colgarnos más del techo y ver el mundo desde otra perspectiva.


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La locura de tu silencio



Es extraño

Quizás paradójico

Pues el tiempo

Nunca fue exacto


Dentro, muy dentro, casi donde los latidos se silencian. Y miras con recelo todo cuanto te rodea. Crees que la oscuridad es infinita. Cruelmente te amoldas a ella pero ella no a ti. Quizás creas que tus ojos pueden ver en la oscuridad pero ningún pájaro se acostumbra a esta encerrado. Donde la locura lucha contra la razón guardas tus cartas, tus versos, y esa mirada tan abstracta que se observa siempre al revés.


Si sientes

Es porque sigues vivo

Y nadie

Puede escribir con tus propias líneas

Aquellos bocetos en tu prisión


Guardas tus alas, sientes como lo perdido se refleja en un espejo al que un día le pusiste nombre. ¿Cuántas veces lo habrás echado de menos? Tus manos están cansadas, tus ojos dejan caer tus silencios. Dices ser fuerte, no eterno, solo los poetas más abstractos le escriben cuentos a la eternidad. Y tú sigues ahí, gastando lentamente cada una de las líneas con las que todos escribimos lo más frágil de nuestra vida.


El tiempo no se detendrá

Tu cristal

No es eterno

Pues yo nunca lo fui


Te he escrito una carta, quizás nunca la llegues a ver. Habla sobre lo que fuimos, sobre lo que eres y sobre lo que no quiero ser. Habla sobre ti, sobre mi luz, sobre mi oscuridad. Te miro y no te reconozco, se quién eres y ahora que te despido finalmente se quién soy. O al menos en que parte, pues el cansancio llama a mi mirada, pero sí sé que tu jaula desaparecer en tu mirada. No escribas mi nombre, yo mismo olvidé de qué color es tu mirada. Y mientras te vas apagando voy moviendo mis alas, se está bien fuera de tu prisión.

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El lento camino al olvido



Te apagas

Me apago


Y como un triste verso escrito con la punta del lápiz más frágil, nos vamos borrando en la mente. Como con miedo, como sin palabras, pero con silencios. Poco a poco vamos apagando el sol abrazándonos lentamente al más triste silencio de la luna. Hablamos de eternidad pero sin palabras, poniendo un candado a un lado de la vida. Creamos la distancia, y esta se agranda sin nuestras palabras, y la distancia más corta se vuelve la más grande, tanto que casi podemos apreciar cómo nos perdemos y nos desdibujamos.


Por eso, quizás solo por eso, te escribo…


Quiero sentirme vivo

Ahora que estoy lejos

Muy lejos


Y nuestro cuerpo se apaga, y nuestra voz se guarda, se silencia, abraza al silencio y es incapaz de soltarla. Porque si lo hace nos sentimos vivos, ausentes pero vivos, locos, abstractos, pero sumidos en nuestro mundo de silencio a plena mirada. Y no queremos eso, juntos pero separados, cerca pero lejos. Porque nuestros mundos son distintos y siempre tuvimos miedo a juntarlos. Mis pasos caminan sobre aquellos nombres que silenciamos, los tuyos guardan con miedo mi silencio.


Y una vez más

Marchamos

Partimos

Pero no olvidamos


El cuerpo se apaga lentamente sin la voz, dejamos que las alas vuelen lejos del cuerpo. Solo fuimos unos locos más en un cuento que nunca escribimos. Y la razón no entiende de locura, y los labios no entienden de cercanía, solo entienden de silencio y de decirnos adiós aunque nos quememos por dentro. Si miramos al cielo ambos tenemos la duda, el deseo pero a la par el miedo. Por eso nos apagamos, nos desdibujamos…y nos guardamos en silencio.

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Columpio



Llueve sobre tu silencio


Quizás tan solo necesites

Una dosis de amnesia


Has caminado sobre la sal de tus heridas. Decían que iban a estar ahí, decías que ibas a estar ahí, frente a ti, animándote cuando querías saltar. Sobre tus charcos de una lluvia fría viven los recuerdos más vivos de un ayer que no regresará. Tu cuerpo se preguntaba del porqué de la inercia, porque las aves vuelven al lugar donde fallece la esperanza. Miras hacia abajo, ves tu reflejos en cientos de cristales rotos a tus pies


Y gritas

Y grito


El camino es largo, nadie dijo que fuera fácil volar sobra las olas del mar, nadie dijo que sería para siempre esa parte del recuerdo llamada olvido. Te miro, y muevo tus alas. En tu columpio de cristal las cadenas son de acero. Crees que puedes caer, que vas a saltar arrasando tus propias heridas, agarrando con odio el poco raciocinio que pueda quedar en ti. Crees que las olas del mar dejaron de mojar tus pies en el aire


Y te observo

Y me observas

Y el reloj

Sonríe entre los brazos


Finalmente el viento acaricia tu rostro, mueve tu cabello, y le da cuerda a tu reloj. Finalmente la brisa mueve tu cabello, y observo como el sol se opaca entre las nubes más abstractas. Es ahí cuando te veo sonreír balancearte en tu columpio de movimiento perpetuo. Solo era un poco de silencio, solo era un poco de retroceso antes de salir a gritar. Y si mueves tus alas yo me quedaré en tu dulce columpio de cristal…

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Tu luz, mi sombra




Espero no despertarte…

Y parece que fue ayer cuando te desperté en mis palabras, simplemente es que cada día, me cuesta un poco más.


Y me siento cansado

Ausente de mí mismo


Duérmete conmigo, simplemente intento viajar a un mundo de voces y sin silencios. Intento alejarme de tu locura, de tus bocetos, incluso de tus recuerdos. Y te busco entre mil cartas, entre aquellas que nunca te escribí y en las que te gritaba una y otra vez que el silencio no forma parte del olvido. Me escaparé de tu luna tan solo para poderte ver, pero desde la distancia, como cada una de nuestras palabras, no de nuestros recuerdos.


Y en la soledad de los días

Salto de espaldas

Sobre un cielo que no es para mí


Y me pregunto cómo estarás, o si tu sonrisa es el verse más bello jamás imaginado. Y perderme en el recuerdo del brillo de tu mirada, y sentirme algo más vivo, y volar quizás, solo quizás, algo más cerca del sol. Te pienso y te dibujo entre delgadas líneas de lápiz y papel, tal vez esta carta vaya al viento, lejos, muy lejos de aquí. Que sea el viento quien acaricie las palabras, los recuerdos y las caricias que nunca tuvimos.


Si miras el horizonte

Verás mi silueta desdibujada

Estoy en tu olvido

No en mi recuerdo


Si soñamos será de espaldas al mundo, como aquellos locos soñadores que bailaban sobre nubes de cristal sin importar el qué dirán. Tu saltarás sobre el sol, agarrarás mi mano para hacerme un poco más de ti, yo me giraré y saltaré hacía la luna. Y la crueldad del verso, quizás de las palabras, es que el solo y la luna no pueden vivir juntos pero tampoco pueden vivir separados. Por eso la locura se apodera siempre del universo, y los versos no se escriben…se dibujan y se imaginan, para siempre, por siempre…

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En nuestra locura



Como la lluvia…


Difuminándome a cada segundo

En lo más profundo de mi olvido


Parece que el reloj vuelve a no equivocarse. Vuelvo a girarme y no estás, cruel imagen que no pudimos romper. La oscuridad dicen que se torna para siempre y tal vez yo no quiera ver la luz. Nos hemos limitado a correr el uno contra el otro y ambos sabemos que no podremos mantenernos en pie. Vimos el sol caer y nos sentamos a un lado de la sombra, tal vez mañana ya no suene el despertador


Y le gritemos a la vida

Aquellos verso que no tuvimos

Aquel latido que nos dejó ciegos

Aquellos cielos que nunca vivimos


Arde desde dentro, el calor del silencio, el dolor de los cristales sobre la piel. Y buscamos una razón para seguir mirando la luna y caminar, a nuestra manera, pero caminar. Y pisar la sangre de nuestras heridas, saltar sobre una lluvia que no fue para nosotros, sentir que seguimos vivos al otro lado del cristal. Me miras, me gritas, te ausentas y te acercas a mí para gritarme que nada iba a calmar la ausencia de la razón.


Que donde quede nuestra voz

No quede el silencio

Porque ahí no estarás tú

Ahí no estaré yo


-Y ambos seremos ausencia-


Nos hundimos en la sal de las heridas, en el color de la oscuridad. Chocamos entre sí, cerramos los ojos, a nadie le dolerá. Frente a frente, odiándonos a cada silencio, mirándonos con la rabia del silencio mientras nos señalamos con el dedo para buscar la libertad. Y a cada trozo de piel que nos arrancamos mutuamente nos vamos haciendo cada vez más libres. El viento dirá que fuimos silencio, el olvido se limitará a decirnos que fuimos recuerdos.

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La condena del labio




Frente a frente

Tú ante mí

Yo ante tu silencio


Lancémonos a la locura

Muérdeme la boca como si en mis labios se hayase tu deseo más prohibido. Arráncame esos versos de Neruda que nos prometimos entre silencios ajenos. Lánzame hacia tus sueños, quizás lo mejor sea viajar hacia la locura más inexacta. Y si me besas alcanzaré tu cielo para romper los cuentos prohibidos, las letras que no dijimos. Y ahora lo es todo, y el todo se convierte en silencio para anclarse en los labios.


Y perdernos en la eternidad

De la mirada

Y besarnos

Hasta que salga el sol


He amanecido en tu almohada, sigo siendo esa parte del silencio a la que al comienzo llamamos locura. Callamos, no dijimos y en silencio nuestros labios hablaron. Se fueron las dudas más complejas, los poetas más inexactos, la caricia más tierna. Nos sentamos en las nubes, frente a la luna, en un lugar donde nadie pueda alcanzarnos. Nos perdimos, y gritamos en silencio juntando los labios en el deseo del instinto más cercano.


Hemos alcanzado la luna

Caminando por las estrellas



-Eternidad-



Dirán que estamos locos

Por soñar entre las nubes

Por perdernos en los ojos

Y hacernos cada vez más eternos


Te he escrito un verso, quizás no sea el poema más largo del mundo. Y dice que te añora, que te abraza en silencio y que se despierta entre tus brazos. Lo firma la locura, y ella vive en nuestros labios, saltamos hacía ella dejando atrás la cordura. Dejamos que los sueños hablen, digan y susurren cuentos prohibidos. He amanecido en tu la caricia más dulce de tu mirada, palabra tras palabra, verso tras verso. Y en cada uno de los sueños el abrazo más eterno.

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El reflejo del camino a la inversa



Soy frágil.

Es algo que tengo asumido, y ahora, a mis treintaicinco años, las cosas parecen tomar un rumbo adecente. Y si miro hacia arriba lo digo porque siento que estoy abajo, en la fragilidad, alguna otra palabra que indique hacía arriba para mi está prohibida.

Dicen que las cosas no suceden porque si, que todos estamos unidos a algo y yo, me limito a encadenarme a mi propio silencio, soy consciente de ello. Soy consciente de que mi tiempo se apaga, de que mi cuerpo un día dirás basta y volveré a realizar una pausa en un camino al que algunos pretenden llamar vida. Jamás le he puesto nombre a ello, me limito a sentir y ahora simplemente me limito a reconocer sigo siendo frágil.

Y las cosas apuntan al cielo pero yo, solamente yo, me limito a mira hacia abajo. Intento imaginar que los recuerdos que se hacen presentes son simples espejismo. Intento engañar a mi mente, algunas letras no se han escrito, algunas cosas no han sucedido, sé que me estoy mintiendo, engañando en cada ilusión, negando, pues así lo deseo, no caminar por el cielo.

Los labios me sonríen y me pierdo en las miradas, creía haber perdido ciertos sueños. Las letras avanzan, y a día de hoy me voy demostrando que aún puedo aprender de mí mismo. Las líneas crecen y yo me limito a dejar pasar el aire, odio sentir el viento ¿a quién pretendo engañar? Siempre segunda línea, siempre en silencio. Nunca mi voz pues esta apenas suena, y no es que no lo haga, simplemente me limito a silenciarla, a agachar la mirada y mirar el suelo.

Y si me preguntan si soy feliz no, no lo soy. Tengo miedo de mí mismo, por eso me encadeno, para no volar por el cielo, me niego ha hacerlo. No quiero ni pensarlo. Adoro caminar por el suelo, a ras de tierra, agachar mi mirada, aprender y alzar mi mano para ayudar, para animar a los que me rodean pero yo no soy ellos. Cerca de mis nuevos años sonrío pero mis lágrimas están ahí. Quizás esté perdiendo mi tiempo y no sea capaz de asimilarlo. Quizás me digan que tengo el cielo pero yo rechazo, dejadme soñar por el suelo, cuando duerma alcanzaré mi total silencio.


Soy frágil, lo sé. Es algo de lo que soy consciente, y a pesar de ello…nunca dejo de caminar.

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