Libres




Es girarse, es gritar hacia atrás, y pensar, solo pensar…


Seguramente todos

Absolutamente todos

Nos habremos equivocados


Supongo que una vez me giré contra mí mismo y abracé a mi locura:

Y si lo pienso en ese abrazo en el que ambos nos juramos ser libres sé que simplemente no hice más que condenarme. Porque todos hablamos de libertad pero ¿lo somos? Estoy seguro que no, que podemos escribir la palabra pero no sentirla, lo siento: la libertad no se siente. Porque al fin y al cabo si pensamos en ella ya nos estamos condenando. Hemos nacido libres para acabar siendo presos de nosotros mismos.

No vivimos, nos limitamos a dejar que las cosas sucedan. Al fin y preferimos la crueldad de las cadenas que recobrar el sentido de la libertad. Tu reloj, tu ciclo, el mío, el de todos, vivimos atados, condenados a seguir unos pasos. Nadie nos ha enseñado a vivir porque al fin y al cabo nadie lo ha hecho, absolutamente nadie. Porque cuando nos giramos y vemos como las cadenas que oprimen nuestra libertad nos hacen saber que podemos volar tenemos miedo a volar por el cielo y ser libres, absolutamente libres.

Vivimos condicionados, atados a unos pautas, a unos cánones sean del tipo que sean, a unos horarios, a una vida que nadie dijo como debíamos vivirla pero a la que todos seguimos anclando nuestra libertad a una cadena que creemos cruelmente que nos aporta seguridad.  Y cuando aparece alguien en nuestra vida ambos nos intercambiamos las cadenas, y poco a poco nuestras cadenas nos van anulando nuestra libertad.

Una vez aprendí que lo más valioso que tengo en esta vida es mi libertad, podría poner un acento pero no es momento en recibir un cariñoso gruñido. Fue entoces cuando decidí girarme ante mis cadenas y gritarles. Observé atentamente aquello que me ataba, que me condicionaba, aquello que me impedía ser libre ¿lo primero que lancé al olvido? Sin duda alguna todo reloj que marque unas horas. Mañana puede ser un periodo muy extenso, y en esos periodos la libertad se siente viva, y tu formas parte de ella.

¿Otra cadena que me ataba? Decidí romper los vínculos que me unían a las palabras desconocidas, a aquellos que sin conocer hablan. Decidí cambiar los días por las noches y la alegría del sol con la vida de la lluvia. Cambié el negro por el blanco y al blanco le puse unas líneas negras. Decidí que mis letras fuesen mi vida, que por mi tiempo nadie debía entregarme algo que no deseaba: al fin y al cabo desconozco esa palabra.

Supongo que será una locura pero esa locura es saber que tenemos cadenas que nos atan, que nos impiden volar, y no ser capaces de romperlas. Un día observé como la gente camina siempre mirando al suelo, comprendí que al mirar al cielo vemos la libertad. Es como cuando nos tumbamos en algún césped desconocido y observamos las nubes al pasar: adoramos esa sensación pero la hemos olvidado. 

Y sé que estoy loco, pero puedo decir, y por eso lo dejo por escrito, que dentro de toca cadena llamada libre yo sí puedo escribir libertad. Porque si fuésemos consciente de aquellos que nos ata, que nos condiciona, todos absolutamente todos romperíamos esas cadenas.


Y si nos llaman locos

Todos volaremos más alto

Pero libres


He aprendido como mi libertad es aquello que siempre tuve pero que nunca vi…


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