Nunca podremos
caminar
Sobre las olas del
mar
Y el silencio es una voz…
En ocasiones las olas hablan,
comentan, susurran. Pero somos incapaces de escuchar como lo fuimos un día a la
hora de soñar. Mi mirada es un otoño gris donde caminé por los recuerdos, y
maldije las olas en cada uno de los silencios. Solo es arena, solo son
recuerdos y esos no, no se pueden borrar. Dijimos que seriamos eternos más allá
del mar, y lentamente nos fuimos apagando entre las olas justo antes de dormir.
Me limito a no pensar
Uno
Nunca dos
Y en ocasiones nos perdemos por
la sinceridad de los recuerdos, jugando a hundir nuestros pies en la arena, y
por un momento recordar que es volar. Fuimos ángeles sobre las olas, reflejos
sobre el mar. Metimos nuestros sueños en una botella, y los lanzamos lejos, muy
lejos, tanto que la luna nos dio su abrazo y con él la soledad. Caminamos
despacio, lentamente, como si no fuésemos parte del tiempo. Escuchamos las olas
y lentamente nos fuimos alejando quizás para decir jamás.
No he sentido el
abrazo del sol
Y si lo hice
Me limité a renegarlo
Nunca fui parte de
ese cielo
Al que intentamos
llamar eternidad
Por eso hay días que odio la
gente, deja huyas en la arena de nuestra vida. Y nosotros intentamos abrazar el
mar, ser parte de esa esencia que escribe y describe secretos en cada
centímetro de la piel. Lentamente me convierto en silencio de tu mar infinito,
recorriendo a cada paso las letras que nunca debimos escribir. Este mar un día
llevó nuestro nombre, quizás un día llevará nuestras pisadas. No todos los
recuerdos acaban olvidados con el mar.
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