Ciudad




Quisimos escribirte…


-Y a los lejos una canción-


Dejamos que las palabras fuesen, aquellos versos sobre la arena, dejar que cada una de las notas, recorriesen aquellos paisajes, y hacernos eternos, más allá de la canción. Comprendimos que la distancia, no es más que un silencio que no deja de crecer, y que las palabras acortan, lo que el viento se empeña en mover. Nos hicimos eternos, y en nuestra canción, bailábamos sin que nadie nos dijese, sobre que estrella no podíamos saltar.

Quise decirte tantas cosas, que escribí una canción. A los lejos quedaron los pasos, aquellas cartas tan llenas de libertad que siempre escribimos a los pies de la ciudad. Quisimos ser eternos, y por un instante, detuvimos el tiempo, quizás solos nos quedó, un beso por decir, una caricia por contar. Supongo que en nuestra canción, nos abrazamos sin despertar, y que nos volvemos más de luna.

Son las cartas, las palabras que se escriben mientras se besan con el silencio de los labios, las que decían que lo éramos todo, que quizás, solo fuimos un instante en nuestra canción, que cuando tu ciudad duerma, allí dormiré yo, que cuando tus manos me busquen, recordarán nuestra canción. Y la ciudad nos abraza, ahora, que es siempre, que es toda una eternidad. Y nos dirá que aquellas calles que recorrimos, guardan todos nuestros secretos, que las farolas aún sonríen, con lo más amable de nuestro sueño, que los árboles se mueven, y abrazan nuestras palabras, para hacerlas suyas, y soñar un poco más.

Quisimos ser de aire, dejarnos llevar por la parte más humana del viento, quisimos que aquella ciudad, bailase con nuestra canción, que nos hiciera eternos, que nos hiciera de palabras, de palabras con las que escribir un verso. Y sobre las olas del mar, volaremos hacia el infinito. Quisimos permanecer sobre el cielo, acariciar la ciudad mientras duerme, quisimos que nuestra canción se escribiese en cada uno de nuestros versos.


Volar

Soñar

Y ser un poco más de viento


Supongo que el mar solo fue un conato, de un verso que abraza la luna, supongo que en nuestra canción, quedarán todos los besos, los abrazos, las caricias. Y sobre la ciudad, sobre aquellos lugares donde nuestras palabras se convertían en cada uno de nuestros versos, allí donde el silencio es mucho más que un sentimiento, allí donde nuestra ciudad nos abraza con cada una de sus calles, sonará nuestra canción…y seremos eternos.

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Quizás te deba abrazar





Quizás te deba abrazar


Perderme en un instante, y volar con rabia hacía tu acento.


Silencio

Las palabras quedan marcadas

En cada uno de las distancias


Estás cerca, y me alejo, y me giro contra todo buscando aquellas alas que se mojaron con el silencio de la luna. En el campo de batalla, los acentos llevan los nombres, la luna se refleja en cada charco, debimos saltar contra todo, y gritarnos, y perdernos en la paz pues nunca supimos cómo ganar la guerra que nunca tuvimos.


Una vez me enseñaste a volar

¿Recuerdas?

Somos solo un instante de viento


Abrazados, en un camino que se va haciendo a cada paso. Hemos dejado las palabras en su silencio, quizás duerma la voz, pero no dejaremos la letra ¿recuerdas? Una vez lo fuimos todo ¿Dónde estabas cuando te necesité? Supongo que cada uno debió enfrentarse a sus propias batallas, y al reencontrarnos, describir cada uno de los silencios, que no dijimos. Y es ahora cuando te busco, escribiendo silencios en cada línea de tu batalla, abrazando aquello por lo que ambos decidimos volar.


Y es ahora

Cuando más te necesito

Y te escribo

En cada uno de mis silencios


Volar es una sensación que no se describe, me enseñaste a mover las alas, quizás no supe en qué dirección se movía el viento, solo sé que tu yo, es un ser que tanto necesito, porque en la guerra, comprendimos cual era el valor de la paz, Y nos alejamos de aquellas tierras para volar por el universo, y te describo en cada una de mis palabras, y te abrazo en cada uno de mis acentos, para volver a ser eso…parte de un universo infinito.

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Las palabras de noche




Y cuando cae la noche

Descubro en cada una de mis palabras

Todos aquellos silencios


Supongo que es algo, que alguna vez escribí…

Una de esas líneas, que simplemente salen de mis manos cuando estas, deciden comenzar a volar, cuando simplemente, me limito a dejar que sean libres. Supongo que valorar el silencio, es valorar la palabra, porque al fin y al cabo, es el silencio es una voz, y lejos de aquellos sonidos que se todo el mundo puede realizar, y que incluso abrazo con algunos pasos, el sonido del silencio, dice mucho más de lo que quiero escribir.

Y es que sucede que en ocasiones, un solo silencio, es una muestra de eternidad, que quizás las palabras solo son un acento para que caminemos con los pies en el suelo, cuando realmente, son nuestros silencios los que desean caminar. Porque escribir sobre el silencio, es escribir para poder volar, y yo lo hago, vaya si lo hago, de lo contrario, simplemente dejaría que las cosas fluyesen. Y es que en ocasiones, siempre va bien volar por encima del mar, por ese camino que una vez, recorrimos entre la gente.


Y yo me siento frágil con la voz

Pues al fin y al cabo

Somos eternos en el silencio


Porque los silencios, son al fin y al cabo, la palabra más firme, y cuando lo abrazo, me siento en un breve suspiro, tan eterno, que casi puedo palparlo, y cuando lo hago, es para plasmar con letras cada uno de mis silencios. Supongo que va bien abrazarlo y volar, al fin y al cabo, este te enseña a mover las alas, y querer marcar todas aquellas palabras que dije, pero que simplemente, decidí guardar para esos momentos, en los que la soledad se convierte en una compañía, que logra abrazarte, y te habla, y es entonces cuando te dice todas sus palabras, silencio, es la voz de la soledad.

Y es ahí, donde se mezcla la soledad, el silencio, y la palabra, y comprendes que ese es el viento que mueve tus propias alas. Las palabras son simplemente, el abrazo al mundo cuando quieres decir con el silencio…dentro del universo.

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Cuando las palabras...



Cuando tus manos…

Sean de aire
Y el universo sea eterno

Cuando acaricies mis palabras, y duermas entre mis silencios, y te arrope dulcemente, con el tacto de cada acento. Y duermas, y sueñes, y vueles, por tu universo infinito, con tus manos en el aire, y logres tocar las estrellas, y me abraces, y desde lejos, escribamos todos los versos.

Cuando tus palabras sean mi sueños, y me abraces en cada palabra, cuando me digas suavemente, cuando fuimos eternos. Y soñamos ser de aire, y movernos en cada silencio, tan lentamente, que cada caricia se hizo verso. Y me digas que ante el espejo, simplemente dejé aquellos silencios, que escribí en el aire, cuando me digas que regrese, a lo que una vez fue mi hogar.


Y seamos aquello

Que una vez fuimos

Y que añoramos a cada instante


Cuando me escribas y no pongas, sellos en todas tus cartas, las palabras nacen libres y libres, deben ser. Y saltemos sobre las estrellas, con todo, incluso con aquello que harían gruñir a aquellos poetas, de los que tanto hablábamos. Cuando duermas entre mis manos, y estas caminen, cuando estas acaricien todos los acentos, y no encadenen ninguna palabra, así dijimos que debía ser, y simplemente, escribimos para guardar, en algún cajón, donde simplemente, se dibujaban silencios.

Cuando me abraces, y seamos la propia palabra, cuando mis manos, sean pasos sobre el silencio, pero que estos dibujen, y que digan, y que cuenten, y que cuenten la sonrisa igual que crean la lágrima, del mismo modo que crean los abrazos, así fue nuestro pacto.

Y así, cuando tus manos sean palabras…siempre seremos eternos.


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Y solo somos infinito




Somos infinitos…

Es algo que comprendí cuando el mundo, tal y como lo conocemos desde nuestro espacio más personal, me mostró que a pesar del odio, del rechazo hacia ese egoísmo tan prioritario dentro de nuestro silencio, las cosas deben cambiar, y señalarnos con el dedo, con ese mismo que una vez, apuntamos a las estrellas para indicar el camino de nuestros sueños, ese con el que se componen las notas más triste, las más alegres, las más sinceras dentro de nuestro silencio.

Y lo reconozco, odio el mundo tal y como lo hemos consentido, tal y como un día comenzamos a asimilar que debía ser, con esa frase que puede sonar poética, incluso elegante, una frase que con pocas palabras, nos dice que mundo hemos consentido, solos en medio de la multitud ¿recordáis? Solo era un suspiro en una pared sin nombre, solo eran una serie de palabras, quedaban bien, decían más, y las omitimos, las dejamos ahí, al fin y al cabo, solo son palabras.

Porque si algo rechazo es no ser consciente del mundo que hemos consentido, no me gusta su egoísmo ¿acaso caminamos en soledad? Si el mundo es redondo es porque es infinito, a pesar de que hemos consentido que se levanten muros, que aceptemos la indiferencia ante ti, ante todos, ante mí, porque al fin y al cabo el ellos también somos nosotros, del mismo modo tu eres yo, y yo soy tu, y todos somos nada, y la nada, hemos dejado que lo fuese todo.

Y me pongo de brazos cruzados ante aquellas barreras que hemos levantado, porque seguimos siendo una imagen a la que antes de poner sonido, ya le hemos puesto palabras, y lo siento, no entro en ese mundo, y quizás, algunas personas que me conozcan, pondrán una simpática sonrisa en su rostro, eso es lo que debemos crear, más sonrisas, y permitir que la gente sea feliz aunque del mismo modo, apoyar cuando las lágrimas, sean parte de nuestra voz, sean parte de nuestro silencio.

Supongo que debemos avanzar pero sin renegar de sentarnos y apreciar el camino recorrido, y ayudar a los que están cansados, y alentarlos a seguir caminando. Quizás una vez, comprendí que el mundo es un lugar alucinante, pero a medida que avanzas por ese camino llamado vida, comprendí que somos una raza egoísta. Y en ese mismo instante, comprendí que no quería formar parte de ese egoísmo tan personal, lo siento, no entro en ese mundo.


Y simplemente ahí

Soy solo silencio


Quizás nos quede un largo camino por recorrer, en mi viaje puedo asegurar que he conocido la parte más eterna de las personas, esa que me hace sonreír al recordar, porque al caminar por el presente, compruebo el egoísmo de la raza humana, ese mismo que me hace querer no formar parte de él, y elegir mi propio camino, aunque esté, lo guarde solo para mí. Porque al fin y al cabo, en el universo…somos infinitos.

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La chica de la triste ciudad




Y quizás, las cosas, tal y como las conocemos, deban cambiar…


Allí donde estés

Acuérdate de sonreír


Sucedió una de esas mañanas en las que mis pasos, marcaban la furia de un mundo personal, uno de esos lugares donde las batallas, chocan contra el reflejo más personal, solo eran unos pasos por un mundo que simplemente, avanzaba en una dirección que todos asumimos. Mis manos no eran más, que el silencio de mis propias palabras, mi cuerpo, una barrera ante aquello que simplemente, es gris, toda esa gente que es silencio, que no habla, pero que dice, que guarda sus palabras para lugares en los que simplemente, todos somos palabras, un lugar donde solo somos silencio.

Una ciudad que tranquilizaba sus calles a medida que se hacía mayor, mis calles al fin y al cabo, un paraíso personal dentro de mi propio universo. Las cadenas forman parte de mí, al fin y al cabo, el complemento que me acompaña, no es más que eso, un complemento. Y la música era la barrera, pongamos un cuerpo, pongamos una barrera, y ese soy yo, al fin y al cabo, solo somos parte del viento.

Y fue entonces, cuando la furia marcaba mis pasos, tu apareciste en un breve suspiro. Fueron solo unos pasos, los suficientes como para percatarme dentro de mi espacio de furia, que llorabas, y nadie se fijaba en ti, porque cuando quise reaccionar, ya habías marchado, nadie dijo una palabra, nadie te detuvo a regalarte una sonrisa, nadie pregunto porque tu mirada, era un océano de lágrimas, solo eran parte del silencio.

Quizás fue mi furia, ese rechazo hacia una sociedad egoísta que solo mira por el interés más personal, el que hace que mis palabras, fuesen hacia ti. Porque nunca nos conoceremos, al fin y al cabo solo fuimos un instante de viento, pero lo suficientes como para comprender, que no podía impedirte llorar, pero si lo suficiente como para comprender que el mundo, debe cambiar, y que debemos de ser parte de los otros, al fin y al cabo formamos parte del mismo universo.

Las manos en los bolsillos, la furia en cada paso, las cadenas simplemente siguen ahí. Pero ahora, llevo un pequeño objeto gracias a ti, y aunque no te conozca, aunque no tenga tu nombre, ni tu acento, lo que llevo es por ti. Porque debemos cambiar, debemos hacer de este mundo un sitio mejor, apoyarnos los unos a los otros. Así que estés donde estés, sea cual sea tu nombre, sea cual sea tu camino, tenía que escribirte estas palabras.

Mis palabras, son solo de aire, y así…siempre seremos eternos.

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Las palabras del silencio




Silencio

En tus labios un silencio

En mi almohada los versos

Y una canción por escribir


Quisimos ser de aire, donde el viento acariciaba la piel en cada rincón, quisimos sacarle la lengua a los poetas, y saltar sobre la luna, abrazamos el universo y por un instante, éramos eternos más allá de las estrellas, eternos allá donde la luna escribe sus propias palabras. Y quisimos ser parte de la ciudad, y escribir en cada rincón, los versos de una noche que avanzaba entre los besos, las caricias, y un todo, que simplemente formaba parte del viento.

Y caminar por caminar, y escribir cada palabra, y recorrer cada susurro, en cada una de las palabras de la ciudad.


Fuimos eternos

Cuando la luna abrazaba

Un horizonte infinito


Las manos dibujan paisajes, y pesar del silencio, lo siguen haciendo a cada instante. Cerca de la distancia, lo fuimos todo, acabamos siendo nada, y agrandando la distancia entre el universo, y el beso más tierno sobre la tierra. Quisiera reencontrarme, con aquella parte que te di, con aquellas palabras que hablaban de acero, de sueños, de batallas sobre mi ciudad, quisiera reconocer, aquello que dejé sobre mis pasos, cuando simplemente agrandamos la distancia sobre el silencio, cuando quise volar, y caminar con mis propias palabras


Quisimos ser

Parte del viento


Quizás abrace aquellas palabras, y escriba todos los versos, aquellos que permanecen, bajo mis manos cuando la soledad, se convierte en una compañera que te abraza, y que te susurra, que somos solo parte del viento, que solo somos un acento dentro de aquella canción, que la ciudad, nos escribe entre sus versos, que somos parte de un universo, que simplemente debí comenzar a volar, y así…siempre seremos parte de un universo infinito.

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Una palabra que solo abraza silencio




Cerca

Cerca de mi propia soledad, abrazando cada uno de los recuerdos…


Y olvidarme de mi mismo

Para ser eterno


Quizás solo seamos esa breve eternidad que se convierte en silencio a través de las palabras. Y agrandamos las distancias, y a pesar de estar cerca, conseguimos echarnos de menos. Soy parte de ese verso, que tiene letras pero que no deja escribirse. Y me escribo los nombres en cada una de mis heridas, algunas sienten el viento, otras simplemente, caminan en una distancia que no forma parte de mí.


Quizás comprenda que es decir adiós

Sin pronunciar ni una sola palabra


Y sentirme tranquilo, cuando camino por mi propio sendero, silenciando aquellas palabras más firmes de la batalla. Soy una parte de tu recuerdo, y como tal, camino hasta difuminarme con el viento, y ser feliz sin pronunciar ningún nombre, pues aquellos que duelen, esos carecen de sonido, es el ruido del recuerdo quien nos marca en cada una de nuestras cicatrices. Supongo que el silencio, no es más que esa carta que escribimos cuando queremos mostrar al mundo una sonrisa, en lugar de mostrar nuestras lágrimas, y volvernos de viento, igual que lo fuimos siempre.


Y hacernos pequeños

A medida que nos hacemos grandes


Supongo que solo son cartas, que los recuerdos están ahí, que en ocasiones, lo complicado es decir que hay que ponerse a caminar, porque una vez comenzado a caminar, el camino es fácil, es el equipaje que llevamos en nuestros recuerdos, el que lleva todo el peso, podemos ser de aire, pero aquello que forma parte de nuestro silencio más personal, aquel que abrazamos en soledad, ese que nos hace recordar que somos nuestras propias batallas.


Soy parte del viento

Del silencio en cada uno de los espacios

De un carta sin enviar


Soy el recuerdo, el silencio, el viento, y a pesar de todo…siempre seremos eternos.

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Y sucede que...




Las cosas simplemente sucedieron


Y simplemente

Ambos decidimos caminar

Soledad

Y te tengo frente a mí, y me tienes ante aquello que no estaba escrito, ante aquello, que simplemente era parte de la nada ¿recuerdas? Un día simplemente te limitaste a caminar, un paso sin más, al fin y al cabo era el ciclo de una vida que permanecía aletargada, la felicidad de la ignorancia, y creer ser libres llevando tus propias cadenas. Caminar estaba permitido, simplemente era algo que se hacía, así, sin más, como quien escribe una carta y deposita sus sueños en un silencio.

Las ciudades eran parte de ese universo por el cual caminabas, y estas, estaban dentro de lo que es, parte de mi propio universo. Quizás solo eras un caminante, que escribía alejándose de aquellas aventuras que te permitían volar. Y cuando te encerrabas en un mundo de letras, te desprendías de tus cadenas, y de todo aquello que, parecía formar parte de ti, solo eran objetos que, llevabas como parte de un algo más dentro de un todo llamado vida.

Letras que se convirtieron en parte de mí, letras que hablaban pero que aún no decían, letras que eran libres, solo tú las atabas para hacerlas libres. Y del mismo modo, ibas saltando de planeta en planeta, la felicidad de las cadenas, las primeras letras de un todo infinito.


Y es ahí

Donde me planto frente a ti

Y te enseño toda mi furia


Tanto, que mi voz lleva tu nombre…

Porque al fin y al cabo, te escribo desde aquel universo que avanzaba invisible, desde aquellas letras que hoy, recorren cada uno de mis silencios. Y te diría que comprendieses, el porqué de este, de que entiendas el porqué de la soledad, que sonrías, pues al fin y al cabo, dejarás de hacerlo, aunque no para el resto del mundo. Ciertas cosas que simplemente sucederán, y otras que bueno, formarán parte de ti, al fin y al cabo ambos llevábamos las mismas cadenas.

Así comprenderás que solo soy, las cicatrices de tus propias batallas.

Y ambos seremos eternos.



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Palabras en eL universo




Palabras

El silencio está en las alas

Y en los abrazos ausentes


Y tú no estabas ahí


Quisiera escribirte antes de partir, de volar hacia el infinito del verso más abstracto. Y decirte cuantas batallas he vivido, y cuantas noches, he llorado en soledad mientras le mostraba al mundo una sonrisa. Quisiera sentirte en cada palabra, y decirte cómo ha ido, el camino por el silencio, y decirte que he vivido, y decirte que he soñado, y decirte que las cosas, simplemente debían cambiar.


Y escribí tantas palabras

Que escribí mi nombre

Solo con silencio


Quisiera que durmieras, mientras yo sigo despierto, mientras sigo por un sendero que yo mismo abracé. Y escuchar aquella canción, aquella que recuerda que somos humanos, aquella que nos decía, que caminos debíamos tomar.


Estaban separados por las estrellas

Abrazados por el universo


Quisiera decir tu nombre, y sentir como tus abrazos, son un verso a media palabra, y a silencio completo, regresar a cada distancia. Y ser de papel, ser parte de esas letras que escribimos en el universo. Quisiera decirte tantas cosas, que una vez más, comprendí que la soledad del universo, es un camino que elegí, con mis alas, con mi propio silencio. Y comprender que entre cada una de las palabras…siempre seremos eternos.


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Volar


Volar


Quisiera escribirte antes de dormir

Y amanecer en cada una de las batallas

Que no supe explicar


Y quisiera contarte que fui feliz, que durante aquellos pasos, mi sombra no era más que un suspiro que abrazaba cada una de las palabras. Quizás no comprendas mi camino, no es una decisión fácil, pero no había otra salida, las cosas debían cambiar, y simplemente me dejé llevar por el silencio de mis propias alas. Quizás te extrañe mi camino, al fin y al cabo es lo único que se hacer, y solo mis heridas me recuerdan, que soy feliz en esta guerra.


Y volar

Es ser parte

Infinita dentro del verso


Las cosas debían cambiar, simplemente salté sin pensar, pues de haberlo hecho, habría seguido gris, como los demás, como aquellas personas, aquellas de palabras vacías, que se limitan a caminar por el lado más calmado de la vida. Y renegué de la imagen ante el espejo, y ni siquiera me cuestiono el porqué, las cosas simplemente debían cambiar, y ser parte de un todo, que avance en aquella dirección que todos desean pero de la que pocos escriben.


Y ser infinitos

Ser parte de una eternidad

Más allá de las palabras


Quizás te preguntes el porqué de mi camino, quizás no comprendas mi decisión, simplemente debemos volar, aunque nos marque el silencio cada uno de los pasos, el camino no entiende de palabras, y si las tiene, estas quedan relegadas a un verso para que forme parte de nuestra batalla, allí donde los sueños se alcanzan, allí donde fuimos libres presos de nuestras propias cadenas, allí…donde fuimos eternos.

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Silencio




Silencio


Cuando las palabras guardan caricias

Y las calles recuerdan

Aquellas palabras que fueron cartas


Y la lluvia sobre mi ciudad, y las sombras sobre mis heridas, donde los recuerdos de las batallas, animaban a saltar. Contra los propios recuerdos, las alas se convierten en palabras, y alejo el silencio.


Tu voz

Tu ausencia


Y volar me hizo libre…

Fueron aquellas palabras, aquellas que dormían en una ciudad infinita, aquellas que escribí, aquellas que simplemente marcaban los pasos.


Siempre me moví en silencio

Sonidos

Que se traducen en ausencias


Cuando quise volar, abracé mi propio silencio, y lentamente me alejé, tanto, que cuando despertaste ya no estaba allí. Y de repente, las palabras se convierten en hecho, y los hechos en ausencia. Y es ahora cuando abrazo, con fuerza mis propias cadenas, cuando alzo el vuelo ante la batalla, cuando todo es parte de un silencio que escribí, de un silencio que puso un acento, de un silencio, que nos haga ser eternos…dentro de un universo infinito.

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Llovía sobre tu ciudad




Llovía sobre tu ciudad

Cuantas cartas, escritas sobre la mesa, cuantas palabras sobre cada acento, cuantos silencios sobre tantas lágrimas.

Y recorrerás, cada uno de los recuerdos…

A través de la ventana, las calles se vuelven palabras llenas de nostalgia, la gente parece gris, y yo, me limito a contar tus silencios. A contar aquellas palabras, bajo la lluvia sobre mi ciudad, donde las palabras no llevan silencios, en cada una de las calles que acariciaron tu nombre.


-Silencio-


Y con las estrellas sobre el infinito, la lluvia te parece más triste, como cada una de tus palabras ante la ausencia.


Me limité a salir a caminar

Cuando guardé tu nombre

En cada uno de los silencios

Una carta ante el mar


Lluvia, la calle está vacía, solo la noche decide salir a caminar, y me convierto en tu recuerdo, en cada gesto de papel, en cada una de las ausencias, sentir en cada nota, los nombres que guardamos en aquellas cartas que dejamos en el aire.

Simplemente, escribí unas palabras, mientras abrazaba la distancia, lejos, lejos del mar.

Llovía sobre la ciudad, y yo solo era silencio.

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Ausencias en el aire




Y lentamente

Quise ser parte

De ese silencio que te abraza


Las palabras fueron un verso, las letras bajo mis manos dibujaban el sonido de mi propio silencio, y me iba alejando entre ellos, como si no quisiera despertarte mientras dormías, y te convertías en parte de un universo infinito. Y aquellas caricias, y aquellas palabras, y aquellos instantes en los que decidimos ser eternos, pasaron a ser parte de una carta llena de silencios, una de esas cartas en las que dibujamos cada uno de nuestros recuerdos, una de esas cartas que no necesitan letras, para expresar los sentimientos.

Y cuando despiertes, simplemente habré formado parte de ese silencio, al fin y al cabo este siempre estuvo descrito en aquellas alas que nos hicieron eternos. Una palabra, una batalla, una sonrisa, y solo seré parte de tu recuerdo, parte de aquellas palabras que decían, y que dibujaban sonrisas en un mundo gris, aquellas palabras que nos hacían ser libres, allí donde las manos buscan, el suave tacto de las caricias, y con ellas, describir cada palabra.

Quizás me busques entre tus manos, en aquellas cartas que una vez, escribí mientras era libre, y tú formabas parte de esa eternidad. Y fuimos eternos por un instante, tanto, que acabamos bailando cuando la luna caminaba por su propio universo, cuando éramos libres y podíamos dibujar palabras en el cielo, tú escribías palabras, yo escribía silencios, y estos se hicieron grandes, y estos se hicieron eternos.


Volar

Sentir

Y en cada parte el silencio


Cuando despiertes junto al mar, recuerda aquellos instantes en los que me veías saltar sobre las estrellas, en los que agarraba mis propias cadenas, y las juntaba a mis alas, recuerda que siempre escribí en silencio, en cada uno de los acentos, en cada una de las palabras. Abrázame con tus palabras, yo simplemente, regresaré a mi propio silencio, allí donde mi voz, es simplemente un verso, y a pesar de todo…siempre seremos eternos.

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Y en cada sonrisa




Y en cada sonrisa

Y en cada recuerdo

Y en cada uno de los versos


Porque al fin y al cabo, si te escribo, es porque mi voz, mi cuerpo, y cada uno de sus silencios, simplemente te echan de menos. Y te buscan en cada caricia, en cada uno de los besos que, agazapados bajo las sabanas, nos dábamos entre el placer de los labios.

Y supongo que estarás dormida, en ese lugar donde amanecen tus sueños y crece la añoranza, allí donde los silencios dicen sin apenas pronunciar palabra, allí donde los abrazos, son caricias en cada una de las líneas, allí donde te gruño, y me gruñes, para comernos a besos mientras nos hacemos eternos, mientras lentamente, caminamos bajo un universo infinito.

Donde quedan tus labios, y el sendero de tu cuerpo, donde quedan los silencios que se pierden en cada beso, donde quedan las olas de este universo nuestro. Allí donde somos eternos. En ese lugar donde adoro escribirte sin que mis manos pronuncien sonido, allí donde te dejo dormir mientras yo, simplemente, te sueño despierto, allí donde tus labios callan, y escriben el más bello deseo.

Quisiera ser parte de ese viento que te despierta bajo las sabanas, a jugar a ser traviesos mientras, en esos momentos en los que caminamos por el lado más humano de la vida, comprendemos el porqué del viento, y ahí, nos abrazamos para comprender, que algunos caminos que se escriben en silencio, son ciertos.


Despiertas

Mientras yo vuelo


Y te busco en cada beso, y te describo en cada línea, y te abrazo en cada silencio. Describo cada palabra que es tuya, y te abrazo más allá de las letras, besándote en cada suspiro, teniéndote a cada momento.

Cuando despiertes, ambos seremos palabra, ambos seremos silencio.


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Siempre seremos esa parte de la eternidad



Silencio

Adoro tus pasos sobre mis manos

Mientras besamos el eterno cielo

Y es algo que adoro, es algo que me abrazo y que abrazo, que me calma y que me hace gritar del mismo modo, es algo que comprendo, al fin y al cabo yo, soy silencio. Y si lo digo es para dejarlo escrito, en cada una de mis palabras que al fin y al cabo, son cada uno de mis pasos.

Porque adoro el silencio, me permite ser libre mientras me encadeno a mí mismo, y me vuelvo como al acero del que nacen mis propias cadenas. Puedo comprender el sonido de cada una de mis letras, y que juntas dibujen un universo que yo mismo cree, pero es el silencio quien crea las cicatrices, esas que me enseñan, que me demuestran, que me recuerdan, el porqué de mí, el porqué de ese todo sobre el que un día escribí silencio.

Los abrazos son esas caricias que el silencio, ofrece sin pedir nada a cambio, porque al fin y al cabo adoro volar en silencio, adoro cada una de las caricias aunque estas, simplemente no estén echas para mí. Supongo que una vez aprendía a volar, no fue algo agradable, al fin y al cabo mis cicatrices siguen ahí, y en ese vuelo aprendía a ser silencio, aprendí a abrazar cada una de mis pausas entre mis labios, dejar que el cuerpo fuese el movimiento, pero siempre en silencio.

Adoro los acentos que existen sobre la cama, y cada una de esas noches en las que mi ciudad dormía mientras escuchaba mi propio silencio. Adoro cada una de esas sombras que contaban mil historias pero que al hacerlo, no despertaban a nadie. Adoro las caricias del viento, y su ausencia de voz aunque siempre repletas de palabras que sin decir, decían. Quizás la paradoja de la palabra sea un verso con el cual no sepa bailar el viento, quizás el silencio solo sea esa sala en la que me refugio para sentirme libre, al fin y al cabo es algo que adoro, volar en silencio

Las palabras marcan cada uno de los acentos del camino, y yo las abrazo, las arropo, las describo en cada boceto, para que sean libres, igual que un día, juntos lo fuimos. Porque al fin y al cabo la libertad se siente en silencio, echando de menos pero sin decir, es algo que comprendí cuando, sin pronunciar palabra alguna, decía a mi ciudad. Supongo que ser libre tiene un precio que nunca digo, supongo que ser libre tiene esas cadenas que en ocasiones aprieto para comprender el porqué del vuelo. Y en silencio, libertad es una forma de volar.

Una vez fui eterno, por eso yo, yo soy silencio.

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Silencio, el universo es un lugar infinito




Equilibrios sobre palabras de papel…


Y en ocasiones le grito

Al silencio que me abraza


En aquello que me convertiste, en aquello que me envuelve, y me impide gritar contra el mundo, las cosas debían cambiar, y al hacerlo comprendí como duele el silencio, como guardar mis propias palabras cuando las espinas de un mundo que giraba, chocaban contra mí.


Una vez fui feliz

Y me olvidé de mí mismo


Es un camino cruel, te olvidas de ti mismo, y le hablas al mundo, le abrazas ante la voz y creas la sonrisa entre aquellos que solo tienen lágrimas, les envuelves con tus abrazos, les haces volar, les haces que caminen, que vuelen, que sonrían. Tú estás bien ¿verdad? Tú, solo eres tu propio camino, tienes la sonrisa perfecta para besar la lágrima. Porque al fin al cabo aprendiste que caer, también es volar, y cuando comprendes la dirección del viento, decides que debes volar para los demás.

Estás bien, al fin y al cabo te dejaste caer, y en aquel grito que lanzaste al aire, escribes mil palabras, y te vuelves frágil, les hablas de vida pero te escribes silencio y soledad en cada una de tus propias cicatrices. Supongo que es  fácil hacer volar, al fin y al cabo es la decisión que tomaste, pero en ocasiones te giras contra aquello que eras antes de tomar el camino, y le gritarías, al fin y al cabo eres tus propias heridas, te aferras a ellas para no dejar de volar, de intentar que la gente sonría, que esté bien.

Y en ocasiones es cruel, tu silencio tiene que ser tu voz. Porque ayudar a volar se hace sin hacer ruido, simplemente te limitas a enseñar a volar mientras golpeas con furia tus propias heridas, ellas te recuerdan porque decides hacerlo, simplemente llegó un momento, en el que decidiste guardar tu nombre.

Supongo que es un camino difícil, soy consciente de la crueldad del silencio. Y en cada uno de mis pasos, en cada uno de esos instantes en los que la sonrisa de los demás, es la que realmente lo más importante, comprendes que tomaste la decisión correcta.

Una vez borré mi nombre, fue entonces cuando aprendí a volar.

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Las alas entre el silencio




Las cosas que simplemente, silencié con una sonrisa.

Aquellas mañanas en las que la lluvia caía sobre la ciudad y compartía cada una de mis cartas más vacías. Y aquellos abrazos que simplemente, había olvidado para mí, o aquellos labios que guardaban silencio en la melancolía de la distancia.

Y quizás añoré tanto a aquel ser de alas negras, que le dejé volar, dejé que fuese libre, sin mí, sin mis palabras, me quedé sus acentos y caminé por mis pies, y sonreías, y debías sostener el aliento de aquel cambio del mundo, que tanto te marcó.

Palabras que dicen, pero son los silencios los que adormecen el ruido, y yo, lo siento, en ocasiones me vuelvo de cristal y me pierdo en universo que en ocasiones, no deja de gritar. Y quizás solo sea eso, una sonrisa que se guarda en una caricia, en una de esas cartas que tantas y tantas veces escribí, en cada uno de aquellos bocetos, de aquellos caminos que simplemente caminé por no saber volar.

Porque si algo echo de menos, es gritarle a aquel ser de alas negras, y me gustaría preguntarle ¿Por qué decidiste volar? Y que me responda silenciando mis propias palabras con una sonrisa, y que me diga que solo soy su propio reflejo. Silencio en las palabras pero no en la sonrisa, pues aquello que no dije, era aquello que se guardaba en aquella sonrisa que el mundo debía tener, al fin y al cabo si echo de menos a aquel ser de alas negras, es porque un día, fui parte de él, pues de aquel leve susurro, comenzamos a crear un universo en el que volábamos.

Los pasos sobre el aire, sentir, al fin y al cabo es una sensación que debemos hacer sobre el aire, y suspirar, contar cada una de aquellas personas que no, no eran parte de mi voz pero sí de mi sonrisa. Cuando volemos, abrazaré a aquel ser de alas negras, y volveremos a ser uno. Curiosamente, lo mejor de todo, es que no deja de hacerme cosquillas mientras muestra la fuerza, y la suavidad de las caricias.


Volvemos a volar

Volvemos a sentir


Siempre seremos aquellos seres de alas negras, siempre seremos aire, siempre seremos eternos.

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Cartas en primavera




Y comprendimos, que simplemente, era lluvia…

Que quizás, solo quizás, solo éramos un nombre de esos que se acaban silenciando con los besos más sinceros, de esos que sin decir nada, son capaces de dibujar todo un universo. Las cartas eran momentos llenos de ilusión, de esos que hacen que la sonrisa, sea una carta abierta al mundo donde la ilusión, permanece feliz en un instante solo para nosotros pero que le dice al mundo, que vale la pena volar.

Y supongo que quizás, estamos destinados a ser parte de ese silencio en el que nos convertimos las personas, al fin y al cabo, son aquellas cosas que más queremos, las que menos podemos palpar, aunque, y esto es algo que sabe la lluvia, es algo que nos hace sonreír. Supongo que nuestras cartas hablarán del silencio, de la distancia, y callarán todos aquellos sentidos, y añorarán cada una de las caricias.

Las palabras eran caminos, del mismo modo que son de aire, se difuminan del mismo modo que se hacen eternas. Y resulta curioso: somos parte de un mismo universo, pero en ocasiones, volar, es un acto que debe realizarse en solitario, no podemos encadenar al aire, quizás comprendimos que de la misma forma, no podíamos atar a las persona. Y quizás, en algunas ocasiones, en aquellas en las que nos abrazamos en un universo repleto de silencio y donde el tacto de la piel, describía el más dulce de los versos, hubiésemos encadenado cada uno de nuestros besos.


Y por un instante
Fuimos eternos en el universo


Las caricias fueron un silencio que decía, que contaba, que susurraba palabras llenas de distancia, y del mismo modo, ese cielo que convertía la noche en el deseo de una eterna primavera, nos demostró que solo era eso, solo era lluvia, solo era un instante de felicidad para ser parte del silencio, para ser parte de esas cartas que escribiremos en soledad, y no decir, y callar, y guardar cada uno de nuestros suspiros, para abrazar un nuevo universo.

Y la lluvia, fue parte de toda una eternidad, y la lluvia fue parte de nuestro silencio.

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Carta a Alitharas



Y por un instante, creemos que podemos volar…

Y lo hacemos, al fin y al cabo nunca hemos dejado de hacerlo. Son solo recuerdo, y hace tantas lunas que te conozco, que casi que podemos palpar el silencio que nos separó. Y no recuerdo el cuándo, ni siquiera el cómo, no recuerdo nuestros nombres, pero si recuerdo nuestra voz, aquella que era capaz de guardar la palabra, y hacernos entender como estábamos, como eran nuestros días, y que sabor tenían nuestras palabras de soledad.

Quizás un día quisimos tirar la talla, quizás un día el mundo, nos abrazó con su soledad a pesar de la multitud, quizás un día guardamos nuestras palabras, pero gritamos, tan alto, que casi pudimos alcanzar la luna, sentarnos en ella, y escuchar como nuestras propias cicatrices, no eran más que el porqué de nuestro nombre. Quizás gritar fue un intento por romper nuestras cadenas, por golpear aquello que nos frenaba, por enfrentarnos a aquel ser que nos impedía avanzar y que en muchas ocasiones, se alzaba ante el espejo.

Por eso te entiendo…

Por eso comprendo cada uno de tus silencios, pues como yo, tú también los tienes, y estos dicen, hablan, cuentan, y hacen que nos movamos, porque al fin y al cabo, y aunque me gruñas por estas palabras, también es posible volar hacia abajo, sentir el aire, sentir cada uno de esos silencios a los que debimos poner voz, y cuando volamos, sucede que comprendemos como el mundo es un lugar infinito. Si dama azul, volamos de manera infinita, y lo hacemos rodeados de personas, son aquellas que entienden el silencio, las que nos ayudan a volar ¿y sabes qué? Tú también lo haces conmigo.

Porque volar en un acto que se realiza en soledad pero con el viento provocado por aquellos que nos rodean. Y jugamos a saltar la comba con mis tripas, y a mutilar al tipo ese raro del techo, jugamos a poner chubasquero aquellos que nos rodean, y por eso, nos comprendemos, porque más allá de esos juegos, más allá de ese lugar en el techo, ambos comprendemos que somos frágiles, que solo somos parte de un universo infinito.

Y ahí comprendemos la importancia de volar, es maravilloso saber que en tu vuelo, encontrarás gente que te haga sonreír y que escuche el sonido que provocan tus propios silencios ¿no crees? Y son esas personas, las que nos abrazan sin que pronunciemos una palabra, las que nos hacen sonreír cuando las nubes nos impiden alcanzar el universo. Y así, eres tú, y así soy yo, y así nos hemos conocido, y así nos queda mucho por conocer.

Cuando subamos a la luna, llevaremos nuestras propias motosierras del mismo modo, que llevaremos nuestras propias alas, y dibujaremos un universo infinito.

Y si alguna vez me ves en el techo, no dejes de sonreír ^_^

Psyko


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Un silencio en el universo




Y fuimos libres

Contamos uno de esos versos, de esos que nacen con heridas en los pies, de esos que se acentúan con cada una de las derrotas pero que acaban, con los vuelos más eternos, aquellos que nos hicieron libres.

Y llovía en nuestra inmensidad, y creíamos que el silencio no era más que una prisión de cristal donde sentirse firmes en la absurda comodidad. Escribimos nuestros pasos, con aquellas cadenas que describían cada uno de los caminos, con aquellas batallas que no nos pertenecían, con aquellas historias que las lágrimas que no eran nuestras, intentaban silenciar pero que hacían más necesario nuestro vuelo.


Llovía en la soledad de las amargas individualidades…

Y nos quisimos estar allí

Sentados ante la nada

Pudiéndolo cambiar todo


Y nos dijeron que no debíamos volar, que la tierra, que nuestro lugar, era caminar por el suelo, que el cielo, solo es lugar para el más eterno de los sueños. Los versos de las estrellas no se escriben con el silencio de la libertad, y las ausencias nos enseñaron a que debíamos caminar, a que no debíamos dejar de caer en la tristeza, aquellas personas que querían volar


Una vez fuimos ellas

Una vez fuimos silencio

Siempre fuimos eternos


Una palabra que escribimos, un abrazo que se alza en cada uno de los acentos, una palabra que nos hace libres. Y dijeron que no podíamos volar, y dijeron que solo podíamos caminar, y dijeron, pero no escribieron. Y les mostramos nuestras alas, y el porqué de sus cadenas.

Y fuimos libres, más allá de la eternidad.

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Y decían




Y decían

Que no podíamos volar

Las estrellas han guardado, un verso para nuestro silencio, y han escrito en el vacío, más interior de nuestras palabras. Han gritado para no ser parte, de ese todo que quisimos cambiar, y allí donde queda el viento, queda el reflejo de nuestras propias batallas. Y al volar comprendimos, que el cielo es infinito, y al igual que ese todo tan eterno, la distancia no es más que un silencio que no supimos decir.

Y cumplimos las promesas, ancladas en nuestro propio cuerpo. Las cadenas marcan el reflejo de nuestras propias batallas, algo debía cambiar, algo debimos cambiar. Porque cuando señalaron las carencias, emendamos los defectos del propio ser humano.  Y al caer fuimos sus pasos, pero al volar fuimos nuestras propias alas.

Comprendimos que las cosas, simplemente debían cambiar, nadie es dueño de nadie excepto de sus propias palabras, y al igual que los silencios, también llevan cadenas que se escribieron con otras palabras.


Y al volar

Sentimos la libertad del cuerpo

Igual que sentimos

Las cadenas de nuestras propias palabras


Los pasos son versos firmes, nadie escribió por nosotros, nadie guardó cada uno de los acentos.  Y las estrellas no fueron más, que los silencios que escribió un universo que guardaba, el silencio del ser humano.


Volamos para ser libres

Volamos para ser eternos


Y en cada instante suspiramos sobre la eterna palabra.

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Las líneas grises del universo




Nos quedará el recuerdo…

Y me gustaría escribirte, caminar despacio por el sendero de las letras, y hacerme de acero mientras recorro caminos de cristal, aquellos que nos enseñaron a ser adultos, aquellos que añoraban la inocencia de un niño, aquellos que, el arte de ser adultos, nos enseñó a tapar, a guardar bajo las palabras de la melancolía. Me gustaría escribirte, contarte aquellas cosas que solo el silencio pudo decir, pudo abrazar, y pudo notar el aire más triste de la melancolía.

Quisiera decirte que un día, dejé atrás aquellas batallas en las que siempre me metía, aquellas en las que decidía que era mejor intervenir y cambiar el mundo, cambiar aquellas cosas que simplemente, creía que debía cambiar. Aquellas batallas por las que me gruñías, y me tratabas como un niño que no dejaba de ser un adulto con ganas de volar. Y quisiera escribirte que aprendí con ellas, del mismo modo que me conocía a cada instante, y había cosas que bueno, simplemente se debían cambiar, no aprendemos a volar firmes con las primeras caricias del aire, y yo no fui una excepción.

Las letras siguieron su rumbo, eso es algo que formaba parte de mí, de cada uno de mis pasos, de cada una de mis palabras. Y decirte que les grité, que alcé mi voz contra ellas, que sentí su mar embravecido caminar sobre mi calma, y del mismo modo ellas me devolvieron la voz, pero lo hicieron con su silencio, caminando con calma por cada una de mis palabras, abrazando aquellas que no decía, aquellas que sin decir, eran las que más expresaban.

Y tal vez, alguna vez te echase de menos, me gustaría contarte que te escribí en cada una de mis lunas, en cada uno de mis silencios, y allí donde no estabas, simplemente acariciaba tu nombre. Las letras decían que nuestros caminos, eran silencios sobre el mar, y yo, me sentaba a los pies de la montaña, a sentir tu silencio sobre mi ciudad, y guardar lo más bello de cada una de tus caricias, lo más firme de tus palabras, lo más infinito de tu propio universo.

Quisiera decirte, que simplemente…nos quedará el recuerdo.

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