Y sucede que...




Las cosas simplemente sucedieron


Y simplemente

Ambos decidimos caminar

Soledad

Y te tengo frente a mí, y me tienes ante aquello que no estaba escrito, ante aquello, que simplemente era parte de la nada ¿recuerdas? Un día simplemente te limitaste a caminar, un paso sin más, al fin y al cabo era el ciclo de una vida que permanecía aletargada, la felicidad de la ignorancia, y creer ser libres llevando tus propias cadenas. Caminar estaba permitido, simplemente era algo que se hacía, así, sin más, como quien escribe una carta y deposita sus sueños en un silencio.

Las ciudades eran parte de ese universo por el cual caminabas, y estas, estaban dentro de lo que es, parte de mi propio universo. Quizás solo eras un caminante, que escribía alejándose de aquellas aventuras que te permitían volar. Y cuando te encerrabas en un mundo de letras, te desprendías de tus cadenas, y de todo aquello que, parecía formar parte de ti, solo eran objetos que, llevabas como parte de un algo más dentro de un todo llamado vida.

Letras que se convirtieron en parte de mí, letras que hablaban pero que aún no decían, letras que eran libres, solo tú las atabas para hacerlas libres. Y del mismo modo, ibas saltando de planeta en planeta, la felicidad de las cadenas, las primeras letras de un todo infinito.


Y es ahí

Donde me planto frente a ti

Y te enseño toda mi furia


Tanto, que mi voz lleva tu nombre…

Porque al fin y al cabo, te escribo desde aquel universo que avanzaba invisible, desde aquellas letras que hoy, recorren cada uno de mis silencios. Y te diría que comprendieses, el porqué de este, de que entiendas el porqué de la soledad, que sonrías, pues al fin y al cabo, dejarás de hacerlo, aunque no para el resto del mundo. Ciertas cosas que simplemente sucederán, y otras que bueno, formarán parte de ti, al fin y al cabo ambos llevábamos las mismas cadenas.

Así comprenderás que solo soy, las cicatrices de tus propias batallas.

Y ambos seremos eternos.



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