Y comprendimos, que simplemente,
era lluvia…
Que quizás, solo quizás, solo éramos
un nombre de esos que se acaban silenciando con los besos más sinceros, de esos
que sin decir nada, son capaces de dibujar todo un universo. Las cartas eran
momentos llenos de ilusión, de esos que hacen que la sonrisa, sea una carta
abierta al mundo donde la ilusión, permanece feliz en un instante solo para
nosotros pero que le dice al mundo, que vale la pena volar.
Y supongo que quizás, estamos
destinados a ser parte de ese silencio en el que nos convertimos las personas,
al fin y al cabo, son aquellas cosas que más queremos, las que menos podemos
palpar, aunque, y esto es algo que sabe la lluvia, es algo que nos hace
sonreír. Supongo que nuestras cartas hablarán del silencio, de la distancia, y
callarán todos aquellos sentidos, y añorarán cada una de las caricias.
Las palabras eran caminos, del
mismo modo que son de aire, se difuminan del mismo modo que se hacen eternas. Y
resulta curioso: somos parte de un mismo universo, pero en ocasiones, volar, es
un acto que debe realizarse en solitario, no podemos encadenar al aire, quizás
comprendimos que de la misma forma, no podíamos atar a las persona. Y quizás,
en algunas ocasiones, en aquellas en las que nos abrazamos en un universo
repleto de silencio y donde el tacto de la piel, describía el más dulce de los
versos, hubiésemos encadenado cada uno de nuestros besos.
Y por un instante
Fuimos eternos en el
universo
Las caricias fueron un silencio
que decía, que contaba, que susurraba palabras llenas de distancia, y del mismo
modo, ese cielo que convertía la noche en el deseo de una eterna primavera, nos
demostró que solo era eso, solo era lluvia, solo era un instante de felicidad
para ser parte del silencio, para ser parte de esas cartas que escribiremos en
soledad, y no decir, y callar, y guardar cada uno de nuestros suspiros, para
abrazar un nuevo universo.
Y la lluvia, fue parte de toda
una eternidad, y la lluvia fue parte de nuestro silencio.
0 comentarios: