La chica del sol




He dejado sobre la mesa

Una carta completa


-Quizás lleve tu nombre-


He perdido la mirada en tu silencio, quizás la encuentre con mis errores, no con mis aciertos. He encendido tu silencio así que espero no despertarte. Y me ves, y callamos, guardamos la palabra para crear nuestro propio silencio. El juego se convierte a detectar la mirada, solo es silencio, silencio y unos mundos que no nos pertenecen. ¿Recuerdas? Llegaste a escuchar mi furia, ese grito de libertad enfurecido en lo más alto del sol. Pero un día hubo silencio, solo silencio.


Fue ahí donde las notas más firmes

Dieron paso a media despedida


Y poco a poco, muy lentamente, cada una de las notas se transformaron en tristeza. Quizás te preguntes porque la furia se convirtió en tristeza. Y con palabras que son silencio, puedo responderte a cada hora: todos podemos volar…en mí caso lo hice bajo cubierto. Pero a pesar de ello seguiste buscando con el silencio de tu mirada aquellas notas, unas acertadas, otras no tanto, pero una tras otra era tu ruido.


Y en ese juego de miradas escondidas

Me buscas una vez más

Donde esté mi universo

Está tu imaginación

Quizás nuestras palabras


Cerca, muy cerca, pero alejados por un silencio que aleja lo más breve. Y cuando nos tenemos frente a frente vivimos el silencio, y nos preguntamos qué pasará por la mente del otro. Vivimos en silencio, imaginando, soñando, como con miedo a viajar a nuestro universo, como si el tiempo no fuera parte de nosotros. Jugando a cazar la mirada y a leer los silencio, tú en tu mundo, yo en mi propio y complejo universo.


Negamos tantas cosas

Que casi las damos por ciertas


El tiempo pasará, y nosotros seremos parte de él. Que por más que digan los poetas más abstractos de la luna, nada es eterno excepto el recuerdo. Y ahí serás donde vivamos, porque nuestras palabras no son la voz. Solo somos una mirada que se busca como con miedo, como sin aire, pero llenas de vida, mucha vida, vidas que no nos pertenecen, vidas que se escribirán en un diario en el que nuestro nombre será imaginado….pero nunca escrito.

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Cuásar



Somos parte del infinito


-Abstractos-

-Inertes-

-Inmortales-


Pudimos abrazarnos en el silencio de tu universo, soy un cometa fuera de control dentro del instinto de tu mirada. Guardaste las páginas de un libro y cerraste con llave cada una de las palabras. Me conviertes en algo inerte, frágil y vulnerable, quizás no quiera ver esas estrellas que me quieres mostrar.  El cielo es un espejismo y yo me reflejo en él, y mientras tú amaneces dejando salir el sol mientras mandas animar la luna


Y yo solo me empeño en ver

Que no hay luz en el universo


-Quizás así sea menos frágil-


Somos la duda de la ecuación de Dirac. Una parte del todo más infinito. Volamos en silencio, con el silencio de la palabra. Escribimos versos sobre la tierra de lejanos planetas. Soy tu sombra paralela cuando enciendes tu luz. Me abrazas y nos juntamos con las estrellas, nos perdemos en tu galaxia mientras sigues el rumbo de un cometa sin aparente control. Creamos el cosmos, tal vez otros poetas de luna llena rellenen los versos que dejamos atrás.


Y me vuelvo ingrávido

En el silencio de tus palabras


Navegamos en el silencio de las estrellas, solos en medio de una multitud. Somos tantos, pero tan pocos. Nos asomamos a la locura para convertirnos en polvo de estrellas, Un cuento que nunca se lee pero se recuerda observando el universo. Nos volvemos frágiles al volar en la inmensidad de la galaxia ¿Cuántas estrellas habrán contado aquellos soñadores de ojos abiertos? Observamos la tierra desde lejos, pongo mis pies sobre el asfalto y me abrazas.


Y como el cometa sin control

Me acerco al universo de las palabras

Muy cerca de tu silencio


Alzamos la mano intentando acariciar la luna, somos tan etéreos como nuestras palabras. Escuchamos el ruido de la nada pues aquí fuera, en el universo, la nada es el todo. Y sin darnos cuenta nos miramos en el espejo de la luna, podemos querer ser polvo de estrellas pero no dejamos de ser más que un quásar perfecto. Un secreto más que se guarda en el espacio infinito bajo la llave de los sueños. Por eso volamos, queremos…soñamos.


Ingrávidos


Casi eternos

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La primera hora




Han pasado pocas primaveras


-He encendido las horas-

-He apagado los versos-


He apagado lentamente tu rincón para volver al techo una vez más. Por eso espero que esta vez la locura no me olvide mientras describo tu nombre con cada uno de mis acentos. He silenciado las olas del mar, susurraban en silencio mientras marcha a dormir con el recuerdo del abrazo más infinito. He escondido los libros en un baúl y he arrojado la llave hacia tu nombre, cuando vuelvas volveremos a volar.


Quizás te esté recordando

En cada uno de mis silencios


Hoy el día amanece gris ¿recuerdas? Fue igual que en tu despedida, solo que hoy, con el viento girado en mi mejilla, se nota la ausencia de los abrazos. He dejado un mensaje en tu colchón, bajo los libros más vivos, bajo las miradas menos ausentes. Y mientras dibujo tu nombre entre bocetos prohibidos, voy componiendo la letra de un verso que todavía no he escrito. Y mientras voy divagando entre nubes voy recordando porque el mar es azul.


Y cual el sonido

Del abrazo sobre el pecho

O sobre que horizonte

Nace tu sol



Solo hace pocas primaveras y ya parece una eternidad. Miro al reloj, una vez más, para no perder la costumbre, son las horas sin ti. Quizás antes de dormir rompa la distancia que crea el silencio, quizás, cuando caiga en mi cama, y aunque gruñas a labios cerrados, siga despierto, una vez más, solo una vez más, y te observe, y te abrace, y me pierda en tu universo infinito más abstracto. Los abrazos cortos, las despedidas escritas con letras de imposible ¿y el recuerdo? Dentro, muy dentro, y firme, muy firme, tan firme que casi podemos tocarlo con las manos. Y perdernos en el silencio que envuelve nuestra mirada.

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El peso del silencio




Olvida las alas


Igual que los nombres

Que dejamos en el ayer


Tuvimos el mundo en nuestro mar, universo infinito no conoce los límites de los sueños. Fuimos letras, recuerdos que las manos se empeñan en dejar escritos en algún folio olvidado. Creamos un todo a partir de la nada y en ella creamos un universo par dos. Y si navegamos entre sueños nos convertimos en la eternidad de los deseos. Emergimos de los sueños, tu eres yo al igual que yo fui ti…


Por eso ahora

Quema mis recuerdos

Ausenta mis palabras

Y deja que el silencio escriba mi nombre


Olvida los recuerdos más tangibles. Escucha los silencios con los que describimos mi nombre. Solo fui un espejismo, un sueño a medio nombre, un nombre que seguro que puedes borrar. ¿Recuerdas? Sería una vez más en mi infinito, porque cuando recordaste mi nombre nos abrazamos para perdernos en un susurro. Por eso olvida, ausenta, y borra todas la letras que dejaron mis huellas al caminar.


Al fin y al cabo

El cielo no es tan infinito

Cuando se viaja en silencio

Y dejamos que los recuerdos

Opriman nuestro interior


Que mi nombre no deje de ser más un boceto a media palabra, un verso anónimo, no escrito por nadie pero leído por todos. ¿Y mis letras? Conviértelas en frágiles aviones de papel, lánzalos al aire y que el viento se lleve mis palabras. Ya una vez se llevó mi nombre de tu recuerdo. Y ahí caímos, perdimos a la vez que soñamos con la boca cerrada pero con los ojos abiertos. Tan cerca pero tan lejos, tan rápido pero lentamente, muy lentamente, como si no quisieras romper mi nombre, como si no quisieras borrar mi recuerdo.


Porque en esa fragilidad

Guardamos nuestro silencio

Para ser al fin libres.


Háblame con tu silencio, con tus recuerdos, con cada una de las letras con las que creamos el cielo.  Háblame despacio como si tuvieras miedo a perderme, como si al hacerme tuyo borrases cada uno de mis recuerdos. Seamos libres dentro de tu azul infinito. Y si me quieres, guarda tus palabras, vive tu silencio. Y cada una de las letras sean simples recuerdos fáciles, muy fáciles de olvidar dentro de tu cuerpo.


Libres

Infinitos



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Tiempo



Tiempo…

Compañero de un viaje en silencio:

Puedes verme igual al igual que puedo sentirte, y agazaparte en tu silencio para hacerte de todos a la vez que ser libre del aire. Dueño de las palabras que no se dicen, pero tan frágil que puedes marchar antes de decir adiós, al fin y al cabo son palabras que nunca tuvimos. Condena de labios cerrados, de cartas no escritas. Sueños que se difuminan hacía atrás en tu vida. Porque cuando caminas, siempre lo haces hacía atrás. Solo nosotros, aquellos que seguimos creyendo estar vivos, somos los que te avanzamos.


Y cuando te vemos de frente

Nos damos cuenta

De estar equivocados


Eres las arrugas en el espejo, el llanto silenciado por no decir, por no abrazar. Eres la distancia de la palabra, lo eres todo a la vez que no eres nada. Eres un gigante difuminado que se escribe con letra pequeña, muy pequeña, pero intensa, muy intensa, tanto que cada uno de tus renglones son kilómetros de palabras, palabras que se borran de tinta en el tiempo pero que permanecen firmes en la memoria. Solo las olas del mar desconocen cuál es tu vida e incluso ellas no son capaces de borrar tu nombre.


Porque dentro de nuestra fragilidad

Tú eres acero

Nosotros simple cristal

Mero y angosto cristal


Aquellas cartas que nunca escribimos, aquellos sueños de los que renegamos, aquellas voces queridas, quizás incluso amadas, que se guardan en nuestro interior.  Ahí permaneces firme, recordándonos a cada instante, pues ese no deja de ser más que tu acento imperecedero, que tú das vida a esos recuerdos que no volverán. Porque mientras tú avanzas en tu vida nosotros queremos ir hacia atrás. Y lo sabemos: no concederás ni un solo instante de tu vida, no puedes apagarte.


Igual que tampoco puede hacerlo

El aire que nos mantienen vivos


Tiempo, silencio de mil voces, de mil recuerdos pero de tan solo un olvido. Vidas que se guardan en silencio y van caminando hacia atrás. Quizás seas fuerte mientras que nosotros no dejamos de ser más que meros reflejos de cristal. Quizás un día olvide tu nombre, y nos perdamos en silencio donde tu vida, nuestra vida, parece detenerse para dar un último suspiro. Y en ese instante dejaremos de tenerte para que ser tu vida en los demás.

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Boceto



Aire

Vientos en nuestras palabras que mueven las alas


-Agua-

-Tierra-


Me ves como un boceto imaginario, como un cuerpo sin nombre. Y me abrazas sin miedo, perdiéndote en el silencio de la mirada. Me dibujas a cada paso, a cada palabra. Abres la puerta y vienes a dormir con mis ojos abiertos. Y me gruñes, y me muerdes y me abrazas tan fuerte que casi puedo sentirte y saber que estás ahí. Me dibujas entre libros, entre palabras, entre tu realidad y mi negación


Me miras

Sonríes

Gruñes

Y acabas cerca de mí


Y si te abrazo es para que no tengamos miedo, y si me pierdo en tu mirada es para volar junto a ti. Y entre trazos y trazos de tu dibujo me vas escribiendo a cada acento sobre todas las palabras. Sin miedo a saltar sobre un mundo que, un día dio la espalda a un cielo infinito. Y por eso cerramos los ojos, para hablarnos en silencio, y dibujarnos a cada instante, y comernos a versos.


Pero en silencio

Siempre en silencio


Me dibujas lentamente, abrazándome fuerte, como si no quisieras soltarme. Como si al despertar el sol amaneciese en tu mirada, como si cada uno de los gruñidos fuese un recuerdo perpetuo grabado en nuestro interior. Y si me miras me calmo, bajo mis brazos y agitas mi mente: también debe descansar. Quizás en tus sueños no sea más que un boceto inacabado ¿y en tu sonrisa?


Y si no haces ruido

Te invito a dormir


Dibújame lentamente, como sin prisa, como si el tiempo no existiese en nuestro reloj, como si el cielo fuese mucho más que infinito. Dibújame en silencio, entre el gruñido y el abrazo, entre tu muro y mi burbuja, quizás así aprendamos a volar.

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Cartas vacías



No quedan cartas vacías.


-La letra queda prohibida-


Los folios escritos se pierden en el silencio de la memoria. Las cartas que no te di, los versos que nunca compuse, las lunas que nunca pensé. Un tiempo, quizás demasiado angosto para el cielo, en el que falta mi voz, falta tu recuerdo, pero en el que vive tu recuerdo aunque te falte mi voz. Una carta medio escrita, quizás con la esperanza de que se acerque al sol y su cenizas se pierdan por el universo.


Y que no vuelvan más

Los recuerdos de cartas vacías


Quema mis letras como si fuera un deseo no pronunciado. Ahoga mis palabras en un mar que no supo avanzar, todo es imperfecto, incluso las olas del mar. Y si metes mis cartas en una botella para arrojarla al mar, que sea opaca, que no tenga luz, como tampoco la tuvieron mis palabras. Que cada una de las letras sea un silencio, igual que la voz, y ojalá pudiésemos silenciar los recuerdos.


Quizás nuestra fragilidad

Radique en aquello que una vez escrito

Solamente quisimos borrar


¿Me recuerdas? Casi puedes verme, y dibujarme en cada letra, y valorarme en cada acento al igual que silenciarme en cada palabra. Y si escuchas mi voz recuérdame cuál es su sonido. Recuérdame como alcanzar la luna, recuérdame como borrar las huellas del verso más triste del mundo y como apagar el deseo con una flor. Pero no con un beso, los besos me saben a despedida al igual que a silencio.


Y si borras mis cartas

Quizás aprenda a volar


Solo son tus letras desordenadas. Párrafos que parecen no llevar sentido. Un punto en la inmensidad del cielo, un acento en ninguna parte en medio del universo, un universo que un día te dibujé, te escribí…y silencié.

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Tenue luz llamada vida




Frágiles


-Somos frágiles-

-Somos palabras-


Somos la palabra creada en silencio. El recuerdo de un ayer que no volverá, somos nuestros pasos, nuestra voz, nuestro universo. Hemos creado el todo a partir de la nada y a pesar de eso hemos olvidado que es vivir con todo y no valorar nada. Hemos creído en universos, hemos estado incluso a punto de tocarlos con nuestras manos, hemos creído estar cerca de las estrellas pero cuando más alto estábamos decidimos abrir nuestros ojos y dejar de perseguir nuestros sueños.


Y hemos sentido la ausencia

Como si no existiera el mañana


Somos una boca silenciada por el miedo, por la despedida, por un adiós que nunca se dijo, por un miedo al ver marchar. Somos un número inexacto repletos de dudas incoherentes. Somos el cielo y la tierra, la arena y el mar, el miedo y el valor. Y todos, a la misma vez, somos frágiles. Tan frágiles que podemos caer en un recuerdo, frágiles ante la mirada, ante la palabra escrita desde dentro. Somos ese recuerdo que duele en la despedida, ese silencio al ver marchar, y las cartas nunca se escriben…


Somos cristal

Bajo una coraza de acero

Inertes

Frágiles

Pero vivos


Somos un árbol que crece con una sombra sin sentido. Somos una lluvia perpetua en una mirada apagada. Somos un verso no escrito, unos labios que no besan, un corazón que silencia mientras llora: simplemente debe latir para recordarnos que seguimos vivos. Somos una marioneta bajo el cielo, bajo la norma no escrita. Áridos de corazón abierto, ajenos al peso de nuestro propio cielo. Por eso soñamos en silencio, porque cuando hacemos ruido, y despertamos, tenemos miedo, miedo al saber que somos frágiles.


Bésame en tu silencio

Para saber que seguimos vivos


Quizás un día despertemos, quizás un día decidamos seguir siendo frágiles en nuestro intento por alcanzar los sueños. Quizás mañana aprendamos a ser fuertes dentro de nuestra propia fragilidad. Quizás un día comprendamos que fuimos nosotros mismos los que nos encadenamos a un silencio que nunca dejó de crecer. Y miraremos hacia atrás, hacía la sombra de aquellos a lo que un día llamamos vida. Pero hasta que ese día llegue seguiremos siendo frágiles…



Frágil

Como el recuerdo

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Gris



Supongo que tus alas estarán lejos.

Quizás esté equivocado, y creo haber convertido la acción de uno de mis hábitos…

Y me pregunta cómo te fue, como te habrá ido. Como habrán seguido aquellas líneas que, en silencio, bajo un pecho adormecido, escribías entre recuerdos y nubes de cristal. Supongo que alguna vez desee que aquellas letras escondidas de las que me hablaste en silencio, saliesen a la luz bajo un universo adormecido.

Es por eso que es bueno recordar…

Tú estabas ahí, ausente, sumida en una nube gris bajo un cielo triste, opaco, casi inerte de vida. Abrazaste tu silencio e intentaste volar bajo unas gafas que impedían ver un sol que aquel día no existía. Te aislaste del mundo, divagando en unos recuerdos que pasaban sin cesar por el camino de tu memoria. Tal vez querías volar pero aquel triste día, tus alas se encontraban cansadas por el peso de los recuerdos.


¿Recuerdas?

Yo estaba ahí


Yo no era más que una monotonía, alguien sin nombre que caminaba con pies prestados. Y al igual que tu mí mirada también se encontraba escondida de aquel sol que no existía. Tu mirada perdida en un horizonte cercano de piedra gris. Mis brazos eran una barrera infranqueable, un prohibido pasar de pecho cerrado. Quizás mi mundo era solo un ruido crudo de unas guitarras enfurecidas.


Te observé

Silencié

Y moví tus alas


-Disculpe ¿se encuentra bien?

Me miraste bajo tu nube gris, bajo una ausente mirada. Y poco a poco, con palabras cálidas, hice que tu mirada cobrase un brillo que necesitabas. Y hablamos del cielo, del infinito más abstracto, de las líneas escritas silenciadas, de burbujas que nunca debieron existir. ¿Recuerda? Pudo volar y escribir una frase que ambos dijimos al mismo tiempo:


“Si no cuidamos los unos de los otros ¿Quién nos cuidará?”


Le vi sonreír por un instante, sentí como aunque fuese por un momento breve, muy breve, pudo volar, pudo sentir como en los mínimos detalles el mundo puede cambiar y ser un lugar mejor. Agradeció mis palabras al igual que agradecí aquella sonrisa con la que marchó. Nuestros rumbos se separaron. Y antes de perderme de vista cogió su teléfono, le vi…solo era aire.


Solo espero que aquellas letras de las que me habló puedan ver el sol.

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Frágil



Grítame

Vísteme con tus palabras, hazme un sitio en tu colchón, y dime que en este invierno frío en tu cuerpo siento calor. Dime que al separarme de ti, no descubrí una forma de dejarme caer. Dime que a tu lado, las cosas, y todo su universo infinito, pueden cambiar. Dime que siempre sale el sol por tu mirada y que en mi cuerpo aún pueden cerrarse las palabras que no pude cambiar. Dime que no hay adiós, ni distancias, ni versos opacos bajo una copa de vino. Dime que el amanecer se dibuja en tu mirada y yo, ahí, en silencio, al fin me siento feliz.


Pero grítame

Dime que sigo vivo

Bien vivo


Grítame bien alto, bien fuerte, quema mi voz con tus palabras, con tu silencios, con tus caricias en mi espalda. Dime que al fin se borró aquel invierno gris de pasos ausentes. Dime que las cosas pueden cambiar, que en tus brazos me ausento de mis miedos ¡y grito! Pero contigo, con nuestra voz al igual que con las páginas de un libro aún no escrito. Dime cual es el sendero que conduce a tu felicidad, y que camino debo recorrer para alejarme de la sombra del ayer. Dime que el universo es un circulo poco convexo pero que en el puedo volar.


Y mírame a los ojos

Para que vuelva a sentir el aire

Y el recuerdo de tus palabras escritas


Grítame para que despierte de este estado ausente. Que mi vida, solo tuvo una pausa indefinida, y que me cegué en alas que no eran mías. Dime que aún puedo alcanzar la luna con mis dedos, y aunque protestes, mis manos aún pueden volar más y más. Dime que no estoy anclado, sujeto a una burbuja creada con silencios, con silencios que al fin y al cabo encendieron la distancia y apagaron las palabras.  Dime que si sangro con las líneas de aquellos que no tienen voz, tú estarás ahí, que si tengo que caer tu mano será mi salida. Que si me miras sabré que estás ahí.


Grítame en tus palabras

Para apagar el silencio de las heridas



Y si crees que por un instante te olvido, que guardo mis palabras entre libros sin luz, sonreiré. Y como una vez más, te abrazaré haciendo tus miedos mi batalla y diré que ambos estamos ahí, ambos estamos aquí.

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El rincón de los silencios



Dijiste que si tenía miedo pensase en ti

Que cuando la distancia agrandase ese vacío interior alzase la mano: tú estarías ahí. Que si miraba al cielo tú protegerías mis sueños mientras yo te protejo a ti. Me pediste que pensase, y que por una vez, aunque solo fuese una vez, caminase cerca del mar. Me miraste en silencio, casi con miedo de romper las palabras, y gruñiste una vez más, quizás para no perder la costumbre, quizás por el miedo de agrandar las distancias con silencio. Me miraste a los ojos lentamente, muy lentamente, y de todas las formas de golpearnos que teníamos, siempre con nuestro particular odio acentuado, tuvimos que hacerlo con el recuerdo.


Si me recuerdas

Hazlo siempre con una sonrisa

Igual que yo lo hago de ti


Me pediste un abrazo, yo te di un universo infinito. Y los dos, en silencio, nos perdimos entre libros, entre historias más humanas, más sensatas, alejados de unos mundos de locura que nunca llegamos a comprender. Juntamos el horizonte de nuestras miradas con nuestra batalla por nuestro propio bienestar, por eso nos gruñimos, por eso nos odiamos, tan y tan fuerte que casi podemos tocarnos.


Por eso tu silencio

Es una voz infinita

Del todo va bien


Me pediste que imaginase que duermes sobre mi pecho, que no tengo miedo, y que mi salto no es más que un leve hiatus de los versos aún no escritos. Me pediste mi mirada, mi silencio ante la tuya, el sueño jamás descrito ¿Si te odio por ello? Te odio a nuestra manera, a cada instante que recuerdo, entre el sonido de un fiero león y el abrazo más tierno de un panda, te odio entre los versos, entre las palabras y los silencios, entre los días y las horas, entre las olas y la ciudad, si, ahí, en ese punto donde nuestro tiempo parece detenerse y yo, entre tus brazos, sé que no tengo miedo.


Por eso tengo miedo

Miedo al silencio de las palabras


Por eso te escribo, porque recordar es saber que puedo descansar y aunque me gruñas: cuerpo y mente van por separado. Pero mis brazos para animarte y protegerte lo siento, esos jamás descansarán. Mírame a los ojos y dime que me odias, dime que no soy más que un conato de locura escrito en un libro lleno de vida, dime que me odias igual que te odio yo a ti.


Por eso ahora duermes sobre mi pecho…

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Nuestros recuerdo




El recuerdo siempre permanecerá…

La voz, la dulce voz, no es más que un recuerdo inocente dentro de nuestras palabras. El universo es un océano infinito, tan infinito, el cual podremos perdernos. Las miradas serán estrellas con las que dibujar un firmamento, pues en la distancia, nuestras miradas se juntarán con el cielo. La sonrisa será el amanecer de los recuerdos, de nuestros versos más abstractos, de nuestros sueños más vivos.


Y los abrazos serán

La llave que proteja nuestro interior


Quedarán los días, las horas, y esos instantes en los que en silencio deseábamos que el reloj no avanzase. Y nos quedamos sin voz, pero con palabras. Nos apagamos por un instante en nuestras miradas, bailaremos hasta que salga el sol. Y cuando despertemos sabremos que la distancia no es infinita. Que en tu pecho dejé una última carta antes de volar. Donde queden nuestros recuerdos quedará la inmensidad de lo más eterno.


Porque vayan donde vayan tus pies

Yo estaré contigo

Y en silencio

Te diré que todo va bien


Quemaremos las letras, las líneas más inmensas de unas horas inacabadas. Quedarán esas aventuras, esas locuras de palabras llenas, quedarán los recuerdos más sensatos, los silencios más tristes de una noche sin fin. Seremos aire, seremos recuerdos. Y en nuestras vidas miraremos hacía atrás, con un océano anclado en la mirada pero con una luna dormida en nuestros labios, y así, dulcemente, nos recordaremos. Seremos de acero ante nuestro mundo, frágiles ante el recuerdo, vulnerables al adiós


Y si aún y así me recuerdas, no olvides que debes sonreír.

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Lunas



Nos sentaremos a observar las palabras


Pues los silencios

Hablan por sí solos


Pues el cielo es un poema converso, casi curvo, lleno de inmensas palabras. Y reiremos, y volaremos, y cuando estemos en lo más alto nos gritaremos bien fuerte ¡tú no deberías estar aquí! Luego, quizás cuando salga el sol y se apaguen las estrellas, buscaremos el abrazo perpetuo ¿Quién dijo que la vida era un sueño inacabado? ¿Quién dijo que debías estar aquí? ¿Quién dijo que yo, simplemente yo, debía estar ahí? Quizás despertamos los dos y aún y así seguimos con nuestro sueño.


Y en lo más alto

Nos miraremos ante la duda


Juntos bailaremos hasta apagar el sol ¿Quién vive entre los brazos del silencio? Quizás, solo quizás, seamos los dos. Por eso nos miramos, y guardamos las palabras, como con miedo, como con un aire inacabado. Desde arriba todo se ve distinto, algo menos opaco, más humano, más sincero, menos de hierro, y sobre todo: más cercano.

Nadie nos dijo que soñar iba a ser fácil, que los sueños pasarían a convertirse en un conato de breve locura. Nadie dijo que no debía bajarte la luna, estoy loco, es parte de mí, es parte de ti. Y ninguno de los dos va a empujarnos al otro lado del silencio ¿Recuerdas? Solo era una mínima parte dentro de un infinito. Quizás sonrías, o una parte de ti piense en algún conato de esos que son tan míos que casi puedes tocarlos. Y así cuando despiertes mi luna saldrá para ti.

Y ahora coge mis alas, touché.



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Amanecer



Si me ves…

Tu mundo

Mi horizonte

Y el verso más triste del mundo…

Y mientras me miras en silencio, casi palpando el vacío de las palabras, como con miedo de romper el cristal y su reflejo. Me gritas, y agitas con recuerdos que nunca se olvidan. Cómo olvidar el camino si mis pasos siguen en él. Me desconoces, y te ausentas por un instante de tus demonios, de tus batallas, y por un instante quizás puedes volar, libre, anclada al peso de tus propias cadenas.


¿Puedes verme?


Quizás esté ahí, tan cerca que casi puedes palparme. Como un suspiro de tu propia sombra, como un recuerdo en tu olvido, cerca, muy cerca, tanto que casi puedes abrazarme. Mi voz te toca, y susurra, quizás vivamos en la misma batalla, tú con tu nombre, yo con mis manos cansadas ¿Dónde queda el camino que separa tu descanso del mío? Yo un día vi, sentí y me dejé caer.


Y es ahí donde, casi sin darte cuenta, observas que tu vida puede cambiar con tan solo un suspiro. Sin darte cuenta vas caminando por un sendero que creías conocido, como si nada pudiese despertarte del letargo de tus batallas. Soy como tú ¿recuerdas? Simplemente me dejé caer. Tal vez tus alas no sean como las mías, quizás el viento que te trajo hacia este verso sea distinto. Pero nuestras alas se mueven, seguramente en direcciones opuestas ¿Qué se siente volando hacia el sol? Prometo esperarte…


¿Puedes verme?

¿Puedes sentirme?


Estoy cerca, muy cerca, tan cerca de ti que casi puedo sentirte, a cada instante, a cada silencio. Y me gritas para que vuele junto a ti, cerca del sol, cerca de ese lugar donde los sueños pueden hacerse realidad, y donde nuestros demonios no son más que una parte opaca de nuestro pasado. Me gritas mientras ves cómo entre tus brazos me dejo caer sin más, como si nada, excepto verte volar, pareciera importarme. Aprietas tus dientes, sacas toda tu rabia contra mí, golpeas mi pecho como si quisieras levantarme. Nunca dejé de volar…



Y lentamente me ves apagándome entre tus brazos. 

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Cartas desde la arena



Supongo que te extrañará que te escriba.

Y que por un instante me aísle de mí mismo, un instante que cada vez se hace más y más eterno. Un instante que se queda en silencio, casi sin luz, pero con una sombra que crece y crece hasta los abrazos infinitos.

Mi voz quizás no te suene, mucho menos mi nombre: jamás te lo he escrito. A pesar de ello me ves, y me sientes, y casi por un instante me haces tuyo, casi inerte entre tus brazos. Me encuentras en cada verso, en cada línea pero sobre todo: en los silencios más profundos. Me ves pero no me reconoces, me sientes pero no comprendes, quizás, solo quizás sea porque nos guste o no…solo somos aire.

Nuestras palabras se cruzan, crean las miradas y las hacen de papel. Nos envolvemos en un silencio tan firme que casi podemos tocarlo. Comenzamos a navegar por la locura, por la fuerza de los brazos cruzados. Y tanto tú, como yo, sabemos que la fragilidad de nuestros cuerpos no es tan firme, tan consistente, como siempre creímos que lo eran.

Porque somos vulnerables a los recuerdos, a los abrazos, a ese viaje que, casi sin palabras, realizamos por un instante de eterna duda ¿Quién odia más la distancia cuando se necesita un abrazo? Y creemos imaginar que estamos bajo el mismo cielo, bajo un universo que nos ve y nos comprende.

Y en ocasiones nos comemos a versos, versos que hablan de días de soledad, días en los que la palabra pasó un plano invisible, días en los que la palabra tuvo miedo. Y ahí, justo ahí, dudamos si realmente tenemos miedo o simplemente nos negamos a volar. Por eso nos abrazamos sin palabras, sin tildes ni acentos, pero con fuerza, mucha fuerza, tanta que ni siquiera los recuerdos pueden separarnos.

¿Y recuerdas? Solos somos aire, palabras que un día pasarán a ser recuerdos- Recuerdos que son tan tuyos como mías. Cielos que, en el silencio de los abrazos, son infinitos y en los que las cosas van bien. Cielos en los que nuestros pasos van borrándose a medida que avanzamos. No supimos borrar las huellas que dejamos en el ayer. Quizás nuestros inconsciente nos falle, nos haga pensar que tú estás aquí, que yo estoy ahí.

Quizás el tiempo nos vuelva a reencontrar, quien sabe si un día nuestros universos volverán a mirarse y frente a frente recuerdes aquellos momentos en los que odiábamos que los abrazos fuesen tan y tan cortos. Quién sabe si mañana yo sabré de ti, quien sabe que será de mí. Y ahí, a pesar de esos tus rugidos a media palabra, está claro que si te miras en mi reflejo mi teléfono siempre comunicará.


Por eso…solo espero equivocarme.

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Un universo infinito




Ella me dijo que debía volar, abrir mis alas y seguir hacía el cielo infinito.

Le miré una última vez…

Quizás mi mirada era de un color gris, de un color amargo, de grandes silencios y enormes batallas contra un enemigo que tristemente conocía. Quizás las heridas no eran visible, y si existían, eran rápidamente silenciadas.

Y un adiós te convierte en recuerdo, las palabras rápidamente pasan de ser escritas, habladas, susurradas, para convertirse en unas líneas que, cuando creemos que todo va bien, nos recuerdan que fue de ti…que fue de mí.

Ella me empujó contra su pecho, y al igual que guardó silencio, también guardamos las palabras. El salto fue inevitable, quizás, pues es algo de lo que sigo dudando, era tan necesario como libre. Y de la nada se pasó al silencio, a una palabra escrita que solo recordamos cuando la soledad más eterna, nos invade por dentro. Nos quema y nos recuerda que una vez simplemente volamos hacía el cielo.

Su recuerdo, como debería suceder con todas las personas, perdura en el tiempo, en la voz, en la palabra y, porque no decirlo, también en el silencio. Ella me dijo que volase, que sintiese el aire acariciar mi piel, que las alas no debían proteger a quien solo soñamos, que las alas tiene un dueño del cual hace tiempo renegué, solo así supe volar.

Es por eso que muchas veces miramos al cielo de manera inconsciente, buscamos a aquella persona que nos dijo que debíamos volar. Y cuando llueve, el cielo llora por los recuerdos vivos, por las palabras que nunca dijimos. Nos preguntamos si quizás fuimos cómplices de un silencio que debimos haber roto, pero comprobamos como el tiempo es perfectamente imperfecto y nosotros, o nosotras, formamos parte de él.

Y si me preguntan si le hice caso la respuesta de un “desde luego”. Solo que volar no implica surcar el cielo, buscar el infinito. Volar también significa saltar al vacío, para que tus alas muevan las de aquellos que tienen miedo a volar, para aquellos que no sueñan sueñen con los ojos abiertos, luchando por cumplir sus objetivos.

Vuelas, quizás no en la mejor decisión, pero lo haces. Y mientras mueves tus alas recuerdas que un día el todo se convirtió en nada. Crees que eres invulnerable, al fin y al cabo todos nos sentimos así cuando simplemente dejamos que el olvido se apodere de nuestra mente. Felices en la ignorancia del no saber.

Por eso ella me grita ¡Vuela!


Y yo, simplemente yo, me limité a sonreír, igual que lo hacemos todos cuando el silencio de la palabra de despedida, acaricia nuestra mirada, pero no: las cosas van bien. Y caminas por un horizonte infinito, casi abstracto, pero tan firme, tan lleno, que tus alas pueden palparlo, sentirlo…y observar como bajo tus alas, el universo es infinito.

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Y si buscas mi aire...



Y me miras:

Me gritas y me arropas en el más puro sentido. Cierras mi boca con palabras inciertas, con melancolías a dos silencios, con silencios que son tan tuyos que son ya casi míos. Me miras y me gritas, y me dices que despierte cuando crees que caigo sin sentido. Me abrazas en silencio, como si un miedo escapase de tu boca, como si el silencio fuese un acento del ruido, del ruido del aire, del aire que fuimos, de ese aire que habla de recuerdo, no de olvido.

Me gritas con furia, con calma, con los ojos puesto en una ventana sin vida. Me gritas como si tuvieras miedo a perderte, perderte y caer con mis sentidos. Guardas tu reflejo para hacerlo mío, y crees, con palabras que son hechos.

Si tienes miedo
Yo seré vacío

Y me ves caminando por una cuerda sin sentido, tanto con la esencia de mis palabras, tanto como el peso de mis silencios, esos que te hablan, te miran, y te dicen que sigo vivo. Y como si quisiera coger aire me asomo a tu luna y respiro, respiro porque siento, porque siento que sigo vivo. Quizás no a tu manera, quizás no con tu eterno suspiro, pero a pesar de todo, de los silencios, los abrazos, del ruido, a pesar de todo, sigo vivo.

Me miras y no dudas, pones acentos a las estrellas y abrazas el silencio de mis palabras para hacerlos tuyos. Me escribes entre miradas, entre dudas de universos infinitos a la vez que, quizás, solo quizás, abstractos en lo menos imaginario. Me miras con tus pasos para que me detenga, respire fuerte, y salte sobre mi propio camino.

Y me giro, y sonrío, y sin darte cuenta bato las alas de un ángel negro. Será entonces cuando compruebes como la parte más opaca de tu propia biografía, dulcemente ha desaparecido. Y al girarte compruebas como feliz, al verte al fin bien, yo…simplemente me habré ido.

Solo somos aire…




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Nuestro pacto



¿Recordáis?

Hicimos un pacto: vosotras siempre estaríais ahí, siempre me daríais vuestras alas, vuestro aire tan y tan necesario. A cambio yo no dejaría de aprender…

Supongo que en aquel pacto, en aquellas miradas en silencio que firmaron un convenio infinito, tanto a vosotras, como a mí, se nos olvidaron añadir ciertas cláusulas.

Porque al fin y al cabo si vosotras, parte de mi vida pues negarlo sería una de esas cosas absurdas que todos hacemos en nuestra vida, necesitáis respirar, tomar aires nuevos, salir de vuestros libros y libretas, también dispositivos electrónicos, no olvidéis que los tiempos cambian. Vosotras necesitáis arrancar el paso del tiempo, renovar ciertos conceptos, ideas tal vez, pero cambiar la letra simple por la palabra compleja.

Por mi parte, supongo que algo ya habitual en mí, debía haber añadido una pausa, un respiro quizás, un tiempo alejado de vosotras. Quizás un tiempo breve para mí.

Pero sucede algo: el mundo necesita palabras, palabras para crear silencios, silencios que hablen, que transmita, que diga, que expresen, que griten y sobre todo: que creen vida. Y entráis vosotras, y ahí entro yo. Juntos nos miramos, suspirarnos ante la resignación, pero estamos contentos, contentos de seguir caminando. Miramos al mundo y nos lanzamos de cabeza, sin pensar, sabiendo que vosotras me necesitáis a mi igual que yo os necesito a vosotras.

Quizás debimos haber firmado una cláusula de descanso, un instante para nosotros. Incluso a ambos nos mira de reojo un gran águila, será nuestro secreto. Ahora el mundo debe seguir: vosotras debéis seguir empujándome, a cambio yo os daré vida desde mi silencio.


El mundo de las letras, nuestro pacto, debe continuar.

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El hombre que ha dejado de soñar



Y quizás pueda pensar que hemos dejado de soñar…

Despertamos, abrimos los ojos y, quizás, solo quizás, bostecemos por miedo, por la inercia de una rutina que en silencio, nos aprieta, nos ahoga, y nos dice que somos suyos. No dejamos de ser más que simples presos de lo común de lo vulgar, de lo más inerte de aquellos que irónicamente, llamamos vida.

Hemos dejado de creer, de soñar, de pensar con los ojos cerrados. Hemos dejado de dibujar sueños para acomodarnos, y siempre de manera errónea, en lo más absurdo del suelo. Caminamos, no volamos ¿Dónde quedan los sueños? Solo relegados a aquellos que llamamos locos y a los cuales, en silencio, envidiamos.

Porque si algo tiene la vida son sueños y ¿acaso lo mejor de los sueños no es luchar por ellos? Porque da igual si no los cumplimos: nos habremos demostrado que sabemos luchar por ellos y en el camino habremos aprendido tantas cosas que luego podremos usar para alcanzar nuevos objetivos.

Pero el ser humano es cruel: lo sueños sueños son. Porque si los hacemos realidad, aunque antes hayamos tenido que aprender a despertar, dejan de ser sueños para convertirse en nuestros miedos. Y si digo miedo es porque el ser humano, como tal, tiene miedo a soñar. O al menos esa es la sensación: somos miradas vacías en un universo infinito.

Si abrimos los ojos y guardamos la palabra creamos un libro con millones de páginas. Una imagen vale más que mil palabras pero ¿Cuánto vale un silencio? También hablan, también sueñan y como tú, y como yo, también son vulnerables al deseo de poder volar.

Seguiré pensando que el ser humano es un ser absurdo, básico y primitivo en cuanto a conceptos y sueños. Seguiré pensando que por más que pasen los años, siglos y milenios, seguiremos anclados a un estilo de vida ideológicamente cavernario, primitivo y sin apenas diferencias con nuestros antepasados.


Y si tengo que pisar la luna aunque me llamen loco…preparen la camisa de fuerza, el blanco me sienta genial.

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