Amanecer



Si me ves…

Tu mundo

Mi horizonte

Y el verso más triste del mundo…

Y mientras me miras en silencio, casi palpando el vacío de las palabras, como con miedo de romper el cristal y su reflejo. Me gritas, y agitas con recuerdos que nunca se olvidan. Cómo olvidar el camino si mis pasos siguen en él. Me desconoces, y te ausentas por un instante de tus demonios, de tus batallas, y por un instante quizás puedes volar, libre, anclada al peso de tus propias cadenas.


¿Puedes verme?


Quizás esté ahí, tan cerca que casi puedes palparme. Como un suspiro de tu propia sombra, como un recuerdo en tu olvido, cerca, muy cerca, tanto que casi puedes abrazarme. Mi voz te toca, y susurra, quizás vivamos en la misma batalla, tú con tu nombre, yo con mis manos cansadas ¿Dónde queda el camino que separa tu descanso del mío? Yo un día vi, sentí y me dejé caer.


Y es ahí donde, casi sin darte cuenta, observas que tu vida puede cambiar con tan solo un suspiro. Sin darte cuenta vas caminando por un sendero que creías conocido, como si nada pudiese despertarte del letargo de tus batallas. Soy como tú ¿recuerdas? Simplemente me dejé caer. Tal vez tus alas no sean como las mías, quizás el viento que te trajo hacia este verso sea distinto. Pero nuestras alas se mueven, seguramente en direcciones opuestas ¿Qué se siente volando hacia el sol? Prometo esperarte…


¿Puedes verme?

¿Puedes sentirme?


Estoy cerca, muy cerca, tan cerca de ti que casi puedo sentirte, a cada instante, a cada silencio. Y me gritas para que vuele junto a ti, cerca del sol, cerca de ese lugar donde los sueños pueden hacerse realidad, y donde nuestros demonios no son más que una parte opaca de nuestro pasado. Me gritas mientras ves cómo entre tus brazos me dejo caer sin más, como si nada, excepto verte volar, pareciera importarme. Aprietas tus dientes, sacas toda tu rabia contra mí, golpeas mi pecho como si quisieras levantarme. Nunca dejé de volar…



Y lentamente me ves apagándome entre tus brazos. 

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