Gris



Supongo que tus alas estarán lejos.

Quizás esté equivocado, y creo haber convertido la acción de uno de mis hábitos…

Y me pregunta cómo te fue, como te habrá ido. Como habrán seguido aquellas líneas que, en silencio, bajo un pecho adormecido, escribías entre recuerdos y nubes de cristal. Supongo que alguna vez desee que aquellas letras escondidas de las que me hablaste en silencio, saliesen a la luz bajo un universo adormecido.

Es por eso que es bueno recordar…

Tú estabas ahí, ausente, sumida en una nube gris bajo un cielo triste, opaco, casi inerte de vida. Abrazaste tu silencio e intentaste volar bajo unas gafas que impedían ver un sol que aquel día no existía. Te aislaste del mundo, divagando en unos recuerdos que pasaban sin cesar por el camino de tu memoria. Tal vez querías volar pero aquel triste día, tus alas se encontraban cansadas por el peso de los recuerdos.


¿Recuerdas?

Yo estaba ahí


Yo no era más que una monotonía, alguien sin nombre que caminaba con pies prestados. Y al igual que tu mí mirada también se encontraba escondida de aquel sol que no existía. Tu mirada perdida en un horizonte cercano de piedra gris. Mis brazos eran una barrera infranqueable, un prohibido pasar de pecho cerrado. Quizás mi mundo era solo un ruido crudo de unas guitarras enfurecidas.


Te observé

Silencié

Y moví tus alas


-Disculpe ¿se encuentra bien?

Me miraste bajo tu nube gris, bajo una ausente mirada. Y poco a poco, con palabras cálidas, hice que tu mirada cobrase un brillo que necesitabas. Y hablamos del cielo, del infinito más abstracto, de las líneas escritas silenciadas, de burbujas que nunca debieron existir. ¿Recuerda? Pudo volar y escribir una frase que ambos dijimos al mismo tiempo:


“Si no cuidamos los unos de los otros ¿Quién nos cuidará?”


Le vi sonreír por un instante, sentí como aunque fuese por un momento breve, muy breve, pudo volar, pudo sentir como en los mínimos detalles el mundo puede cambiar y ser un lugar mejor. Agradeció mis palabras al igual que agradecí aquella sonrisa con la que marchó. Nuestros rumbos se separaron. Y antes de perderme de vista cogió su teléfono, le vi…solo era aire.


Solo espero que aquellas letras de las que me habló puedan ver el sol.

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