Lunas



Nos sentaremos a observar las palabras


Pues los silencios

Hablan por sí solos


Pues el cielo es un poema converso, casi curvo, lleno de inmensas palabras. Y reiremos, y volaremos, y cuando estemos en lo más alto nos gritaremos bien fuerte ¡tú no deberías estar aquí! Luego, quizás cuando salga el sol y se apaguen las estrellas, buscaremos el abrazo perpetuo ¿Quién dijo que la vida era un sueño inacabado? ¿Quién dijo que debías estar aquí? ¿Quién dijo que yo, simplemente yo, debía estar ahí? Quizás despertamos los dos y aún y así seguimos con nuestro sueño.


Y en lo más alto

Nos miraremos ante la duda


Juntos bailaremos hasta apagar el sol ¿Quién vive entre los brazos del silencio? Quizás, solo quizás, seamos los dos. Por eso nos miramos, y guardamos las palabras, como con miedo, como con un aire inacabado. Desde arriba todo se ve distinto, algo menos opaco, más humano, más sincero, menos de hierro, y sobre todo: más cercano.

Nadie nos dijo que soñar iba a ser fácil, que los sueños pasarían a convertirse en un conato de breve locura. Nadie dijo que no debía bajarte la luna, estoy loco, es parte de mí, es parte de ti. Y ninguno de los dos va a empujarnos al otro lado del silencio ¿Recuerdas? Solo era una mínima parte dentro de un infinito. Quizás sonrías, o una parte de ti piense en algún conato de esos que son tan míos que casi puedes tocarlos. Y así cuando despiertes mi luna saldrá para ti.

Y ahora coge mis alas, touché.



0 comentarios: