Nuestro pacto



¿Recordáis?

Hicimos un pacto: vosotras siempre estaríais ahí, siempre me daríais vuestras alas, vuestro aire tan y tan necesario. A cambio yo no dejaría de aprender…

Supongo que en aquel pacto, en aquellas miradas en silencio que firmaron un convenio infinito, tanto a vosotras, como a mí, se nos olvidaron añadir ciertas cláusulas.

Porque al fin y al cabo si vosotras, parte de mi vida pues negarlo sería una de esas cosas absurdas que todos hacemos en nuestra vida, necesitáis respirar, tomar aires nuevos, salir de vuestros libros y libretas, también dispositivos electrónicos, no olvidéis que los tiempos cambian. Vosotras necesitáis arrancar el paso del tiempo, renovar ciertos conceptos, ideas tal vez, pero cambiar la letra simple por la palabra compleja.

Por mi parte, supongo que algo ya habitual en mí, debía haber añadido una pausa, un respiro quizás, un tiempo alejado de vosotras. Quizás un tiempo breve para mí.

Pero sucede algo: el mundo necesita palabras, palabras para crear silencios, silencios que hablen, que transmita, que diga, que expresen, que griten y sobre todo: que creen vida. Y entráis vosotras, y ahí entro yo. Juntos nos miramos, suspirarnos ante la resignación, pero estamos contentos, contentos de seguir caminando. Miramos al mundo y nos lanzamos de cabeza, sin pensar, sabiendo que vosotras me necesitáis a mi igual que yo os necesito a vosotras.

Quizás debimos haber firmado una cláusula de descanso, un instante para nosotros. Incluso a ambos nos mira de reojo un gran águila, será nuestro secreto. Ahora el mundo debe seguir: vosotras debéis seguir empujándome, a cambio yo os daré vida desde mi silencio.


El mundo de las letras, nuestro pacto, debe continuar.

0 comentarios: