El rincón de los silencios



Dijiste que si tenía miedo pensase en ti

Que cuando la distancia agrandase ese vacío interior alzase la mano: tú estarías ahí. Que si miraba al cielo tú protegerías mis sueños mientras yo te protejo a ti. Me pediste que pensase, y que por una vez, aunque solo fuese una vez, caminase cerca del mar. Me miraste en silencio, casi con miedo de romper las palabras, y gruñiste una vez más, quizás para no perder la costumbre, quizás por el miedo de agrandar las distancias con silencio. Me miraste a los ojos lentamente, muy lentamente, y de todas las formas de golpearnos que teníamos, siempre con nuestro particular odio acentuado, tuvimos que hacerlo con el recuerdo.


Si me recuerdas

Hazlo siempre con una sonrisa

Igual que yo lo hago de ti


Me pediste un abrazo, yo te di un universo infinito. Y los dos, en silencio, nos perdimos entre libros, entre historias más humanas, más sensatas, alejados de unos mundos de locura que nunca llegamos a comprender. Juntamos el horizonte de nuestras miradas con nuestra batalla por nuestro propio bienestar, por eso nos gruñimos, por eso nos odiamos, tan y tan fuerte que casi podemos tocarnos.


Por eso tu silencio

Es una voz infinita

Del todo va bien


Me pediste que imaginase que duermes sobre mi pecho, que no tengo miedo, y que mi salto no es más que un leve hiatus de los versos aún no escritos. Me pediste mi mirada, mi silencio ante la tuya, el sueño jamás descrito ¿Si te odio por ello? Te odio a nuestra manera, a cada instante que recuerdo, entre el sonido de un fiero león y el abrazo más tierno de un panda, te odio entre los versos, entre las palabras y los silencios, entre los días y las horas, entre las olas y la ciudad, si, ahí, en ese punto donde nuestro tiempo parece detenerse y yo, entre tus brazos, sé que no tengo miedo.


Por eso tengo miedo

Miedo al silencio de las palabras


Por eso te escribo, porque recordar es saber que puedo descansar y aunque me gruñas: cuerpo y mente van por separado. Pero mis brazos para animarte y protegerte lo siento, esos jamás descansarán. Mírame a los ojos y dime que me odias, dime que no soy más que un conato de locura escrito en un libro lleno de vida, dime que me odias igual que te odio yo a ti.


Por eso ahora duermes sobre mi pecho…

0 comentarios: