Cartas desde la arena



Supongo que te extrañará que te escriba.

Y que por un instante me aísle de mí mismo, un instante que cada vez se hace más y más eterno. Un instante que se queda en silencio, casi sin luz, pero con una sombra que crece y crece hasta los abrazos infinitos.

Mi voz quizás no te suene, mucho menos mi nombre: jamás te lo he escrito. A pesar de ello me ves, y me sientes, y casi por un instante me haces tuyo, casi inerte entre tus brazos. Me encuentras en cada verso, en cada línea pero sobre todo: en los silencios más profundos. Me ves pero no me reconoces, me sientes pero no comprendes, quizás, solo quizás sea porque nos guste o no…solo somos aire.

Nuestras palabras se cruzan, crean las miradas y las hacen de papel. Nos envolvemos en un silencio tan firme que casi podemos tocarlo. Comenzamos a navegar por la locura, por la fuerza de los brazos cruzados. Y tanto tú, como yo, sabemos que la fragilidad de nuestros cuerpos no es tan firme, tan consistente, como siempre creímos que lo eran.

Porque somos vulnerables a los recuerdos, a los abrazos, a ese viaje que, casi sin palabras, realizamos por un instante de eterna duda ¿Quién odia más la distancia cuando se necesita un abrazo? Y creemos imaginar que estamos bajo el mismo cielo, bajo un universo que nos ve y nos comprende.

Y en ocasiones nos comemos a versos, versos que hablan de días de soledad, días en los que la palabra pasó un plano invisible, días en los que la palabra tuvo miedo. Y ahí, justo ahí, dudamos si realmente tenemos miedo o simplemente nos negamos a volar. Por eso nos abrazamos sin palabras, sin tildes ni acentos, pero con fuerza, mucha fuerza, tanta que ni siquiera los recuerdos pueden separarnos.

¿Y recuerdas? Solos somos aire, palabras que un día pasarán a ser recuerdos- Recuerdos que son tan tuyos como mías. Cielos que, en el silencio de los abrazos, son infinitos y en los que las cosas van bien. Cielos en los que nuestros pasos van borrándose a medida que avanzamos. No supimos borrar las huellas que dejamos en el ayer. Quizás nuestros inconsciente nos falle, nos haga pensar que tú estás aquí, que yo estoy ahí.

Quizás el tiempo nos vuelva a reencontrar, quien sabe si un día nuestros universos volverán a mirarse y frente a frente recuerdes aquellos momentos en los que odiábamos que los abrazos fuesen tan y tan cortos. Quién sabe si mañana yo sabré de ti, quien sabe que será de mí. Y ahí, a pesar de esos tus rugidos a media palabra, está claro que si te miras en mi reflejo mi teléfono siempre comunicará.


Por eso…solo espero equivocarme.

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