Cuando me recuerdes…
Me he despedido de tu ciudad, he
dejado que las calles suspiren en silencio, he encendido las estrellas para
encontrar el camino de regreso al hogar. Cuando todo era un sueño y nada era
una palabra prohibida, jugamos a juegos de labios prohibidos, y al hacernos
uno, nos fundimos con el universo a los pies de la ciudad. Lo vivimos todo en
sus calles, y no pedimos nada, solo ser eternos mientras corríamos por
callejones llenos de vida.
Cuando apaguemos la ciudad,
recordaremos lo que es vivir. Y quizás olvides mi nombre, y quizás apagues mi
fotografía, pierda el color de los besos y olvide la letra escrita. En tu
ciudad, mi nombre es tan solo distancia, y yo, simplemente me limitaré a
caminar buscando mi propio hogar. En las calles de la melancolía, el recuerdo
se guarda entre palabras que no dijimos, entre palabras que no se escucharán.
Tu ciudad guarda secretos, pero
no mi nombre. Porque a los lejos parece una ciudad más llena de vida, más llena
de calor humano, ese que hacen cada una de las personas, ese que se vive con la
boca cerrada pero con las manos llenas. Observo como las ventanas se cierran
para silencios internos, yo ya no estaré ahí, mis pasos van en la dirección
opuesta al lugar donde durmieron los sueños.
Tu ciudad queda lejos, muy lejos,
tanto que solo las estrellas pueden encontrar su nombre. Y me despido, y marcho
lejos, buscando una palabra que no sea mía para poder olvidar mi nombre. He dejado
el plano de tu ciudad en la mesita de noche, allí donde guardabas mis cartas,
allí donde dibujamos tu ciudad. Tu ciudad es un cuento prohibido y yo, con los
pasos firmes sobre el asfalto, marcho lejos de tu hogar.
La ciudad duerme mientras los
pasos viven. Busco mi propio hogar lejos de las calles de tu ciudad. He
arropado tus sueños, no los despiertes, no mientras yo esté cerca, no los
quiero, quizás nunca los quisimos. Tampoco quisimos la distancia, y en tu
cuidad, esta parece hacerse más y más grande mientras yo me hago más y más
pequeño hasta que de mi recuerdo, tan solo quede silencio.
A los lejos tu ciudad parece un
mar de estrellas, una ciudad sin nombre, pero llena de recuerdos. Y yo me
alejo, guardo mis manos en los bolsillos y mis silencios solo para mí, quizás mañana
despiertes y no encuentres mi voz. Tu ciudad no lleva mi nombre, quizás tu
lleves el recuerdo del sueño más sensato, yo llevaré el silencio de nuestros
labios despiertos. Juntos, allá donde las estrellas nos indiquen donde queda nuestro
hogar, quizás recordemos la eternidad de nuestro propio universo.
Lejos, muy lejos, lejos de ti,
solo queda el recuerdo de tu ciudad.
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