Invierno


Adoro el invierno…

Adoro el calor del lado más humano de la vida, si es que alguna vez llegué a comprender su significado. Adoro el frío, y no solo el de puertas para adentro, el calor forma parte del invierno y yo, me limito a observarlo en silencio, adoro el frio de cristales para afuera, ese donde la gente es abrigo y donde las palabras, no nacen de la boca. Ese que te dice dónde está tu hogar, y donde están tus amigos.

Adoro ver como la ciudad se calma, y parece más tranquila, y los árboles duermen tranquilamente en los parques más ausentes. Adoro ver los rostros de los pasos rápidos, adoro el calor de las manos en los bolsillos, adoro escribir en mi ventana mientras la ciudad parece detener su propio reloj, ese que guardamos en los bolsillos pero que nuestras manos, no quieren sacar.

Adoro el aroma del café recién hecho, pero en invierno, incluso su vida, solo es válida si tiene calor. A nadie le gusta un café frío mientras la calle, se resguarda de las pisadas ajenas. Adoro ver como los árboles bailan mientras los pájaros, les miran escondidos en las azoteas: mañana, cuando el viento vuelva a dormir, yo bailaré contigo.  Adoro ver mi ciudad con el invierno más vivo y las calles más tranquilas.

Adoro la lluvia, es algo que nunca he negado, pues en invierno, la lluvia parece escribirse de una manera distinta, adoro recordar lo que he sido en invierno, y acabar empapado con el regalo de un buen amigo, y no quejarme, y disfrutar de las sonrisas que el invierno, nos hace a todos vivir. Adoro saltar sobre los charcos, romper los reflejos del día más gris, y sentirme niño siendo algo más adulto, no mucho, nadie debería perder del todo esa inocente locura que teníamos cuando éramos pequeños.

Adoro el invierno en lo hablado y en lo escrito. Adoro que mi cuerpo se meta en la cama para descansar, en ese momento, mi mente sale a dar una vuelta. Por eso recuerdo, por eso escribo, por eso me siento libre dentro de mis propio escrito.


Será por eso que simplemente…adoro el invierno

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