De aquel todo
Queda la nada
-Reflejos-
Y cierro los ojos para pelearme
con todos los charcos. Voy pisando los cristales rotos de la luna, sin
importarme las cicatrices que pudiesen quedar. No importó las veces que me
alejase del sol, ni cuantas rosas pudiese dejar marchitar en el edén del
silencio. No importaron los muros de fuego y cenizas contra los que dejé chocar
mi cuerpo. Inerte ante la duda las espinas siempre se clavaron hacía adentro, y
empujé, y arrastré, cada pedazo de piel, para alejarme de la roca y besar a las
estrellas.
Perdido
En el camino recto
Mientras dibujo mi
propio sendero
No importaron las noches, ni los
días, ni cuantas gotas de lluvia dejé caer bajo mis pies. No hay vuelta atrás
si se salta hacia adelante para alejarse de las rocas. El reloj no marca las
horas y las sombras bailan en silencio. La gente duerme, despiertan los sueños,
y golpeo con mis horas las manecillas de un tiempo imperfecto. Y me despierto
dolorido, con los sueños cansados, opacos de crueles realidades que no son de
nadie, pero que a su vez son de todos.
Y el lado inverso de
la luna
Allí donde nadie mira
Golpeo con furia mi
propio relejo
Gritas, quizás el silencio puede
escucharte más allá del sol. Y las horas se marchitan, y el tiempo avanza, y
los versos no se escriben, ni te describen, ni siquiera te apuntan con el dedo
disparando para ahogar todos tus sueños. El vuelo es sin motor, por un cielo
infinito en el que no entra la luz. Y te girarás con cada luna descrita, te
girarás por un instante, como si fuese simple inercia, y gritarás con toda tu
rabia, hasta que tu voz solo sea silencio.
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