El tiempo pasa
Y no se detiene
Y solo miro las horas, contando los silencios, escribiendo
en cada sueño, cuanto te echo de menos…
Van pasando las horas, y me
pierdo a cada letra en un instante de melancolía. Miro al cielo, quizás hoy las
horas lluevan a la inversa y nos quedemos anclados en un invierno gris. Las
paredes se tornan de acero, los cristales marcan el reflejo de los niños
perdidos. Y te escribo, y me pierdo en mi silencio, mientras camino a paso
lento, llevándote a cada rincón de mi mente, para hacerlos tuyos, tan tuyos
como míos.
Las horas son eternas, y lejos, muy lejos del sol, el tiempo
parece eterno sin ti. Y me ahorco en la locura, corro, salto, grito, y cuando
caigo, te busco entre mis sueños igual que te busco en mis silencios. Te escribo
una carta, quizás la lluvia te recuerde, que sigo odiando el sol pero que adoro
perderme en tu mirada, esa que mira un horizonte infinito.
Y me ahogo en el
olvido
De los proyectos
vivos
Quizás esté loco, sabes que nunca
fui apto para la cordura, quizás cada una de mis palabras, y mis acentos,
lleven tu nombre escrito. Quizás te esté echando de menos como siempre hago,
siempre que tu voz se vuelve silencio. Quizás, solo quizás, haya perdido las
estrellas ahora que no estás aquí, y las busco entre mis manos sabiendo que
están entre tus versos, entre mirada infinita, en tu verso bien vivo.
Vive tu recuerdo tan dentro del mío
que casi puedo tocarlo, y morder del labio del recuerdo prohibido, y perdernos
en la locura, en la noche, en el día, y colgarnos boca abajo para dejar, que
esa parte de nosotros llamada locura, juegue con los labios y viva en lo
sueños.
Y simplemente te añoro sin más, y
simplemente te echaba tanto de menos.
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