Carta a la dama de la suave tranquilidad



Las cosas, simplemente suceden.

Y como el verso que siempre escribimos, dejamos que el aire llevase nuestro nombre. Quizás por eso, quizás porque decidimos soñar despiertos, aquel mundo que solo eran palabras, creció, se hizo grande, tan grande, que casi pudimos abrazarlo. Y no era nada, pero al mismo tiempo, lo era todo.

Quizás no nos dimos cuenta de lo que creamos, quizás creímos bueno, solo era un sueño, quizás, solo quizás, quisimos seguir siendo aquel niño que soñaba con ser mayor. Y despertamos en aquel mundo que no era más que un universo de aire, de viento, caminando con la realidad. Y te escucho, más allá de tu silencio mientras suspiro, al fin y al cabo, ambos caminamos en aquel mundo inverso, tú lo hacías con la tranquilidad de la tierra, yo con el cariño del techo.

Y el camino, ese sendero llamado vida, nos enseñó que aquello que no era más que un sueño, aquello donde podemos ser todo pero al mismo tiempo no ser nada, nos abrazó con fuerza, nos hizo suyo, fue entonces, cuando despertamos en sus brazos, cuando nos dimos cuenta aquello, era real. Y las palabras crearon hechos, y los hechos crearon sonidos, y estos traspasaron aquellas altas montañas, navegaron por aquellos mares, y nos hicimos eternos.

Los pasos son sobre el aire pero ¿y las palabras? Somos eternos más allá del silencio, y allí, en aquel lugar que creímos que solo era un sueño, también caminamos, también forma parte de nuestro cuerpo, pues este siente la ausencia del mismo modo que siente las palabras. Y es la gente la que lo mueve, creímos que éramos capaces de escribir sobre el cielo, y lo logramos, al fin y al cabo el ser humano es capaz de alcanzar cada uno de sus sueños.

Y es ahí, donde tus pasos buscan el sendero ¿Dónde queda la tierra cuando volamos por el cielo? ¿Dónde quedan las estrellas cuando le escribimos al universo? Quizás solo sea un extraño, alguien que bueno, conoce el techo mejor que su propio suelo, pero ahí, donde el mundo nos describe en cada palabra, soy consciente de algo que puede abrazar tu camino.  Y es que si abrazas al silencio, si lo haces tuyo lentamente, quedará el más bello de los recuerdos.

Una luna dice, que el mundo es un lugar infinito, pero del mismo modo, nos dice que solo somos aire, somos parte del universo y como este, no dejamos caminar. Las estrellas brillan solas, en medio de un mar océano infinito de estrellas que como nosotros, no deja de viajar en soledad. Y si abrazas el silencio, hazlo tuyo, es un sonido que acaricia, que abraza y que nos recuerda, que solo somos aire.


Somos eternos más allá de las palabras…

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Nuestro propio silencio



Supongo que volveremos a encontrarnos.

Es algo que silencio, en cada uno de esos acentos tan y tan escritos. Y aquel calendario, donde dibujamos sonrisas infinitas, quedó relegado a un simple recuerdo, supongo que siempre llevaremos la duda, la coma antes de cada palabra, de cada suspiro. Que caminaremos, eso, eso es algo que ambos sabemos, y lo haremos en caminos separados, al fin y al cabo, aquellas eran las palabras en las hojas de tu calendario.

Una noche hablé con la luna, observé viejos edificios que hablan de palabras nuevas, me dicen que ahí, hacía donde se dibuja el camino a las estrellas, tus pasos son un verso inacabado al que un día decidimos guardar en silencio. Y desconozco donde quedan tus caricias, o tus abrazos, es algo que la propia noche, esa en la que tanto he podido volar, y vuelo pues sigo siendo animal de costumbres de estrellas, dijeron que bueno, silencio es una palabra que se escribe entre dos pero se va acentuando con el paso de la gente.

Quizás, solo quizás, algún día recuerdes mi nombre, es algo que incluso yo mismo desconozco, y curiosamente es algo que, y esto es algo que sabes, incluso hago conmigo mismo. Y en esos momentos tú eras cuando gruñías, y que ordenase las palabras, y que pusiera las letras en el orden que creía, por eso aparte todas aquellas que se reflejaban en mi propio espejo. Y por eso sé que seguirías gruñéndome pero con la certeza de que el viento, siempre necesita libertad.

Las hojas de tu calendario escriben en silencio, y como en muchos árboles, aquellos que un día plantamos con la certeza de la palabra, aún siguen ahí. Y por eso me aparto, soy consciente de que la sombra de la poesía escrita en reglones lineales, sigue estando ahí, allí donde no quedamos nosotros, que comenzamos con aquel árbol. Supongo que solo será ese silencio que hablaba de ti, hablaba de mí, pero no hablaba de nosotros, el silencio al fin y al cabo solo es una caricia para el recuerdo.

Y me gusta sentarme con los pies colgando del mundo, saltar sobre los conceptos y abrazar mi propio silencio. Las hojas de tu calendario siguen estando ahí, en cada acento que pusimos junto a las estrellas, cada una en un universo, y yo volando de galaxia en galaxia, dejando que un oso panda vuele entre las estrellas. Supongo que si abrazas las hojas de tu propio calendario, comprenderás el acento en ciertos animales.


Las hojas de tu calendario, marcaron nuestro propio camino, marcaron nuestro propio universo.

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A solas en el silencio de mi ciudad



Supongo que algún día, seremos parte del camino.

Y nos escribamos despacio, cuando nadie nos vea y creamos, que estamos solos en medio de un universo infinito. Supongo que cuando las olas del mar, describan cada uno de nuestros segmentos, y hagan bocetos entre sus líneas, supongo que si algún día, el mar acaricia nuestros pies y nos hace recordar que somos efímeros en la roca, eternos en el viento, supongo que será ahí cuando nos hablemos, cuando nos contemos, y cuando nos digamos aquello que no supimos decir.

Al igual que la roca que duerme bajo la cascada, al igual que esos poetas de los que tanto he renegado que suspiran ante el anochecer mientras abrazan cada una de sus palabras. Como el niño que sueña con ser mayor y el mayor que sueña con volver a ser un niño. Como aquellos que alzan la palabra más propia, la más personal, aquella que nunca se pronuncia pero acaba escrita en folios olvidados y acaba siendo la propia voz del viento. Como la estrella que camina entre el universo siendo consciente de que a pesar de la multitud, la soledad es su única compañera. Como aquello que lo es todo, pero que a su vez, no es nada.

Y será cuando te cuente, aquellas batallas que viví. Conocí un enemigo implacable, de esos que todos tenemos, de esos que nacen con las palabras de otras personas, quizá deba poner tu acento. Y te contaré que luché tanto, que acabé abrazándole, acabé haciéndolo mío, descubriendo del porqué de algunas raíces, del porqué de ese abrazo tan vacío, de esa palabra que no nació de mi boca, pero que escribí con mis manos. Y con ella encadené aquel silencio tan propio de mí, tan firme en ti, tan firme, tan sólido, pero tan necesario.

Quisiera contarte como fueron las cosas, que caminos conocí, o que senderos descubrí. Quisiera contarte cuantas noches permanecí despierto, escribiéndote, describiéndome. Quisiera contarte parte de algunas de aquellas batallas, pero solo algunas, son tantas que acabaría subiéndome a la luna para preguntarme porque lo hice, y me respondería tu silencio, y me responderían mis cadenas, y ambos me dijeron que simplemente, fui feliz.

Y a pesar de todo, no lo haré, no pienso contarte los acentos de mis palabras, los senderos de mis aventuras, no pienso contarte como alcancé el viento, ni como dormí abrazado al anochecer. Quizás mi silencio te recuerdo a aquellas palabras que, simplemente no supimos decir. Soy consciente de algún día, seremos la parte más firme de un pasado que no volverá. Y del mismo modo soy consciente de que nuestros pasos, no volverán a cruzarse. Seremos parte de ese silencio tan personal, que casi no lo pronunciaremos con la palabra, y ahí, solo ahí, recordaremos cual es el camino de la felicidad.


Seremos parte del universo, seremos parte de nuestro silencio.

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Los universos donde fuimos libres



Donde han quedado

Los versos que escribimos en el universo


Y por una vez, me vuelvo de eterno cristal

Hemos gritado desde la roca en la que escribimos nuestro presente, los cimientos siempre fueron de agua sobre el aire, imposible de sostener ante el empuje de la realidad. Y como el universo cuando se acerca el día, nos fuimos apagando lentamente. Y como si acabamos de escribir nuestra historia, dejamos un folio en blanco justo al final, tan solo nos quedaba la esperanza, de ser un faro frente al mar.

Siendo un trozo de hielo, nos arrojamos a la realidad de las palabras vacías que divagan por un universo imperfecto, y si queríamos llorar nos abrazamos a la soledad, solo éramos aquel cuento que debía haber seguido creciendo, que debía haber sido parte de un todo que nos supimos sostener.


Y no apagaremos

La voz del último faro

Cuando los sueños se sienten

Sobre la roca de la realidad


En espiral, las palabras gritan para ser libres, anclamos nuestros cuentos a la venda más indómita, aquella que impuso los que nos querían soñar, los que dejaron el barco a la deriva y decidieron caminar sin respirar, sin ser conscientes de que las cosas, debían cambiar, y nosotros ser parte de aquellos cimientos, sobre los que levantamos castillos en el aire, pero lo hicimos tan firmes, que olvidamos nuestras alas al despegar.


Y suspiramos

Ante el verso

Que gritaba libertad


Solo somos un pedazo del océano en medio de universo infinito, solo somos aquellos que creímos que no podíamos contar. Y soñar no era una palabra sin alas, no era aquel universo que queríamos levantar, entre todos los que gritamos, y olvidamos nuestras alas, y comprendimos, que los versos debían seguir siendo libres, para ser solo la parte de un todo infinito, que nos haga soñar a todos.


Y abrazar al faro, que nos dice dónde queda el mar.

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Un abrazo en tu silencio



Y quizás, solo sea un abrazo.

También fuimos parte del aire ¿recuerdas? También lo fuimos todo, la suave caricia en el recuerdo, la calidez de las palabras, el saber que estamos ahí aun estando al otro lado del silencio. Y quizás nos echemos de menos pero con temor a pronunciar las palabras. Y quizás nos necesitemos, siendo solo parte del universo.

Los pies quedan relegados a un camino con las manos, somos de aire, somos un corazón de piedra con un cuerpo de huelo. Quizás solo seamos esa parte más ínfima de un universo abstracto, pero quizás, simplemente quizás, detrás de todos esos silencios, solo deseamos no echarnos de menos.

Y nuestras ciudades duermen, pero nosotros no formamos parte de ello, preferimos saltar sobre los tejados más tiernos, sobre aquellos en los que escribimos la poesía de nuestros besos. Abrazamos nuestras palabras, y las hacemos firmes, tan firmes, que casi podemos alcanzar la luna. Y cuando lo hagamos saltaremos sobre las estrellas, y cuando lo logremos giraremos el universo, y todo, absolutamente todo, tendrá el calor de nuestros abrazos.

Por eso en ocasiones me vuelvo más de hielo, y me hundo en mis charcos con poemas en mis zapatos, esos que no uso pero que siempre calzo. Y en ocasiones nos volvemos más silencio que palabras, más distancias que abrazos, más nubes que estrellas. Y es en esos momentos donde me vuelvo más de hielo, me convierto en la roca sobre la que un día nos conocimos, solo es esa parte del acero que camina bajo el silencio.


Y me alejo

Y te alejas

Y simplemente te echo de menos


Quizás solo seamos eso, esa parte del silencio que se escribe, pero que no se pronuncia, que siente, pero que no se cuenta. Quizás seamos solo aire, esa libertad de la que tanto hablábamos y sobre la que tanto escribimos. Quizás, solo quizás, solo sea un abrazo.

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Cuando aprendimos a volar



Tal vez

-Solo tal vez-

Debimos escribirnos en el camino.

Las historias han crecido, lo hicieron como siempre, escribiéndose en silencio para no hacer ruido, redactándose en cada acento más allá de la palabra, abrazando aquellos nombres que simplemente no nos pertenecían. Y dormimos, y quedamos en solo ser una parte ínfima de un cielo en el que contábamos estrellas sin cesar.

Quisiera contarte que no te eché de menos, pero no hubo ni un solo instante en el que no lo hiciera. Marchamos con el silencio de las palabras, pero el recuerdo siempre estuvo ahí. Han llegado todas tus cartas, y en cada una de ellas encuentro mí mismo acento, ahora comprendo que tú también me echabas de menos. Y comprendimos que debimos caminar separados, para ser conscientes de lo que era avanzar juntos.

Las estrellas me han contado, que volar, no es un sueño prohibido. Y en ocasiones aprendí que incluso el aire, puede ser un lugar donde también sea necesario gritar. Y cuando lo hice tal vez lo hice con tú propia voz. Y cuando quise darme cuenta, tú estabas volando con mis alas al igual que yo lo hacía con las tuyas.


El blanco y negro

Fue algo más que un color


Las nubes siguen pasando sobre mi ciudad, reconozco el aroma de aquellas palabras que no decíamos pero que debíamos escribir. Quise escribirte antes, mucho antes, pero mis alas estaban en el cielo a pesar del vendaval, simplemente olvidé en que momento debí aprender a gritar. Las estrellas cuentan nuestros pasos, somos esa parte del silencio que no se dice, que no se cuenta pero que es tan y tan necesario…que ambos debimos seguir volando.

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Parte del viento



Las palabras solo fueron en silencio

Y salté

Y volé

Y sentí la libertad

Abrazándome desde el otro lado de las cadenas

Las letras se escribieron sobre un horizonte infinito, y me volví de papel, sintiendo ser parte del viento, sintiendo ser parte de aquellos besos que robamos en la madrugada. Y escribir mi nombre en cada concepto, en cada caricia del universo, y sentirme frágil, y sentirme más silencio, y simplemente, comenzar a volar en círculos hacia ninguna parte

Pero lejos

Lejos de mí

Lejos de ti

Y comprendí cuando volaba cual era el peso de la voz. Existe un lugar donde los sueños se hacen realidad, y yo no estuve allí, y yo no quise regresar allá donde nacieron las palabras de los pasos grises, de aquellos que no volaban, de aquellos que no sentían, de aquellos por los que un día, algunos lo fuimos todo.

Sentir

Es necesario

Callar

Es parte de ello

Y en ocasiones el viento arrastra nuestras palabras, y abrazamos el efímero cuerpo. Y en ocasiones volamos hacia nosotros, y sentimos como si fuéramos ellos, sin dejar de ser nosotros. Y en silencio seremos esa voz, que suena cuando necesitamos los abrazos, y en el viento, comprendemos cuales son los acentos de cada una de nuestras palabras. Y a pesar de ello, seguimos siendo libres.


Somos parte del viento, somos parte del silencio.

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