Donde han quedado
Los versos que
escribimos en el universo
Y por una vez, me vuelvo de
eterno cristal
Hemos gritado desde la roca en la
que escribimos nuestro presente, los cimientos siempre fueron de agua sobre el
aire, imposible de sostener ante el empuje de la realidad. Y como el universo
cuando se acerca el día, nos fuimos apagando lentamente. Y como si acabamos de
escribir nuestra historia, dejamos un folio en blanco justo al final, tan solo
nos quedaba la esperanza, de ser un faro frente al mar.
Siendo un trozo de hielo, nos
arrojamos a la realidad de las palabras vacías que divagan por un universo imperfecto,
y si queríamos llorar nos abrazamos a la soledad, solo éramos aquel cuento que
debía haber seguido creciendo, que debía haber sido parte de un todo que nos
supimos sostener.
Y no apagaremos
La voz del último
faro
Cuando los sueños se
sienten
Sobre la roca de la
realidad
En espiral, las palabras gritan
para ser libres, anclamos nuestros cuentos a la venda más indómita, aquella que
impuso los que nos querían soñar, los que dejaron el barco a la deriva y
decidieron caminar sin respirar, sin ser conscientes de que las cosas, debían
cambiar, y nosotros ser parte de aquellos cimientos, sobre los que levantamos
castillos en el aire, pero lo hicimos tan firmes, que olvidamos nuestras alas
al despegar.
Y suspiramos
Ante el verso
Que gritaba libertad
Solo somos un pedazo del océano
en medio de universo infinito, solo somos aquellos que creímos que no podíamos
contar. Y soñar no era una palabra sin alas, no era aquel universo que
queríamos levantar, entre todos los que gritamos, y olvidamos nuestras alas, y
comprendimos, que los versos debían seguir siendo libres, para ser solo la
parte de un todo infinito, que nos haga soñar a todos.
Y abrazar al faro, que nos dice
dónde queda el mar.
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