Tú estarías ahí...



Me gritas


-Una vez más-


Mientras mueves mis alas

Y despiertas mis sentidos


Sueñan los silencios con cartas aún por escribir:


Me abrazas como con miedo, como si tuvieras miedo a que nunca despierte. Me gritas y me zarandeas entre tus brazos, quieres sentirme vivo, quieres que salte hacía arriba, que busque mis reflejo más allá del sol. Dijiste, y piensas, que aún puedo despertar. Que mis manos aún tienen que caminar por muchos senderos, senderos en los que tu mirada intenta protegerme. Tienes miedo, mucho miedo, quizás nunca despierte.


Y quieres que no deje

Que mis alas dejen de moverse

Pero ambos sabemos

Que la caída es inevitable


Hablamos de vida

-Escribimos silencio-


Por eso te escribo, por eso los acentos son firmes, por eso las palabra escrita nunca muere. Y salto, al fin y al cabo el precipicio es un océano de aire infinito, y creo que puedo volar. Sentir el aire, observar cientos, quizás miles, de vidas, todas, menos la mía. Conoces el sendero de mi felicidad, por eso me gritas, y me abrazas como si lentamente me estuviese descomponiendo en mil fragmentos. Como si la luz de mi mirada navegase hacia un oscuro infinito.


Somos frágiles

Fuera de nuestros muros

Eternos

Bajo los versos escritos


Tienes miedo a perderme, a verme caer sin que quiera volar hacia arriba ¿recuerdas? El cielo solo se encuentra allá donde se encuentre nuestra mirada, y yo nunca he caminado con los pies mirando hacia el suelo. Me verás en los versos, en ese camino tan cruel que yo mismo quise caminar. Dices que rompa las cadenas, que cuando llegue al final olvide, viva y vuele alto. Pero olvidas que yo mismo quise caminar bajo palabras afiladas ¿Recuerdas? Tú estarías ahí…


Quizás llegue tarde

Cuando despiertes de mi silencio

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