No debimos pedirle al
mar
Que detuviese sus
olas ante los pasos
No debimos soñar
Nunca tan cerca del
mar
Miramos como la ciudad se apagaba
ante los versos, y volamos, simplemente volamos, quemamos los recuerdos tras
mil batallas sin voz. Nos cortaron los hilos al saltar de la muralla, caímos
sin reloj, simplemente escribimos bajo las gotas de una lluvia que acariciaba
el mar. No escribimos nuestros nombres, no dibujamos nuestras sonrisas. Pero
fuimos libres, y bajo la eternidad, bailamos al son de nuestro propio silencio
Flotamos en un
universo
Infinito y abstracto
Contamos ilusiones, escribimos
cartas y las lanzamos al aire ¡que vuelen los sueños! Que ya escribiremos
nuestra realidad en arena y sal. Caminamos con los pies descalzos, quizás no
debimos saltar sobre los charcos de una lluvia eterna. No dejamos nuestro
reflejo en la luna, quizás algunos poetas gruñan cuando duerma el sol, y nos
tachen de vándalos, de locos, de soñadores, por escribir un jardín donde
duermen las estrellas.
Y sin ser nuestra batalla
Abandonamos el
paraíso
Para hacer el camino
Con distancias
separadas
Y sueños inacabados
Nuestros sueños son de papel, no
escribimos, no dijimos, no volamos. No debimos jugar tan cerca del mar, no
debimos dejar que la lluvia arrastrase nuestros sueños. Dibujamos nubes en un
cielo de noche infinita, y gritamos que éramos libres mientras encadenábamos
nuestros versos. Rosas marchitas sobre una cama sin nombre. El aire nos llevó,
al otro lado del silencio mientras caminábamos por el lado más suave de la
luna.
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