Frío



Quizás te extrañe…


Por eso incluso el cielo

Tiene dos vidas paralelas


Y te hable del frio, de la lluvia, de la soledad más amarga de las letras escritas, de las nubes de un cielo quebrado, roto, firme en su tristeza pero tan lleno de vida que casi puedo hacerlo mio. Te hablo del viento, no de los susurros, del baile de los árboles y temblor de los pájaros más vivos. Te hablo de la ausencia, del todo, de ese rincón perdido en medio de una ciudad entumecida y de pasos rápidos. De ese café vespertino con un amable buenos días aunque sea desde la ventana de un alto edificio.


Te hablo de mí

No de mi silencios

Pues estos

No mueren con el frio


Te hablo de la ciudad, de unas calles sin nombres pero con vidas. Te hablo de mil portales, de mil ventanas para muy pocas miradas, todos imaginan, nadie vive. Pero al igual que te hablo de esos gigantes de acero, también te hablo de los bosques. Del refugio ciego de aquellos aventurados que salieron en un día de lluvia. Te hablo de la clase magistral de los animales: ellos nos muestran que se puede vivir bajo la lluvia.


Te hablo de mi todo

A la vez que de mi nada


Por eso me siento vivo

-Sin cadenas-


Por eso si escribes, o vives, o quizás recuerdes los versos más amargos de una vida gris. Que sea con el calor más tierno y más humano, de un frío invierno. Quizás te extrañe, quizás solo pienses que la vida es un camino por el que simplemente caminar.  Quizás no comprendas porque la nieve, esos días fríos de ventanas cerradas, de tazas calientes entre las manos, esos paraguas abiertos con los pantalones mojados, de estufas de falso sol, días en los que la luz no es más que una mera utopía de un breve tiempo, días de cuerpos encogidos y mantas que se pierden en la piel. Días de tormentas, de velas necesarias, de olor a tierra. Días en lo que el sol lo formamos nosotros, no un tiempo imperfecto.


Por eso si me quieres ver sonreír

Que sea con el frio del invierno


No con el calor del verano

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