Vuelas, y el silencio te abraza en la distancia




Volar entre las palabras
Y comprender lo que un día fuimos


-Allí en tu universo-
-Queda un espacio infinito-


Mis maletas se han cargado, de recuerdos de lo que fuimos, partí de viaje cuando tu silencio era mío. Dejé la puerta de casa abierta, quizás no quedaba nada en su interior, salvo las hojas de un diario que nunca pude completar. He viajado por un lugar, que creía desconocido, y me alejé de ti, siendo tu tan solo un silencio que no era mío. He dejado las cartas abiertas, quizás ponga tu nombre, y la deje sobre la luna, quizás allí, en un lugar que no era mío, alguien las recoja, y me diga cómo te ha ido.


Marché lejos
Tanto
Que el silencio fue solo un boceto
Y palabras que no te había escrito


Y en la distancia llegó tu silencio, llegó el lamento de corazón dolorido. El mundo me dijo que habías llorado, que habías buscado entre los versos, una flor que fuese para ti. Me dijeron que habías dejado, un asiento en la ventana, y que la lluvia, abrazaba cada una de tus lágrimas. Dijeron que solo era silencio, una carta que se deja sobre la mesa, de esas que hablan de tristes despedidas sin nombre.


Has abierto los recuerdos
Del silencio de los abrazos


Y gruñí entre los libros, y abrí los recuerdos de los versos más humanos, los de la realidad de los versos, los de las hojas que van viviéndose a cada instante. Y allí, en la distancia de un horizonte lleno de estrellas, comprendí que debía volver. Que quizás solo necesitaba ese silencio que no era para ti, que debía asumir aquello que era ante ti, aquello de lo que no hablo, aquello que tu abrazabas mientras éramos silencio, aun sabiendo, que tus besos, no eran parte de los míos. Pero asumimos la realidad, del cielo, de aquello que no dijimos, y que dejamos que el silencio…marcase el camino infinito.


Vuelvo a casa, antes de comenzar a volar

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Tú, que vuelas en el silencio de las palabras





Y quizás en la palabra
El silencio marca siempre los abrazos


Yo no te echo de menos al buscarte en un instante. Ni tu boca dice los versos de unas alas que no dejaron de moverse. Yo no puedo ser lo que reniego junto aquel verso junto a tu océano, junto a aquellos brazos, que acariciaron con la palabra, la suavidad de tu silencio. Yo no puedo decirte que vuelvas, ni escribirte una vez más, como si tus pasos fuesen el camino, que un día creí dibujado sobre una luna que no me pertenecía.


Yo no fui tu
Ni siquiera fuimos una parte
Separada de un todo infinito


Que no puedo decirte que mis palabras no son tuyas, que quizás solo fue un silencio entre las alas, que quizás, solo fue un silencio entre los versos. Y no pude echarte de menos, mientras buscaba entre la nada en un universo vació. Y quizás no me hayas echado de menos, y hayas quedado a un lado de mi propio camino. Y te diré que no te necesitaba en cada uno de mis silencios, mientras tú, permanecías en un sitio que yo mismo describí.


Y quizás en tu regreso
Ese todo
Solo sea un tu
Que no dejas de ser más que yo


Resulta que negar, lo del todo, lo del ser distintos en las palabras, es negar que no somos, lo que somos mientras lo fuimos. Que al fin y al cabo, en tu reflejo de luna repleta de versos, no eras tú quien volaba, y describía en los conceptos, cada uno de mis bocetos. Pues al fin y al cabo, cuando tú volabas, no eras tú. Por eso no puedo echarte de menos, ni describirte a cada instante, pues tú, eres yo, y si regresas a mi lado, comprenderemos que fuimos parte de ese universo que comprendimos. Y que juntos, separados para ser uno…siempre seremos eternos.

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Sonríes, mientras abrazas el universo




Y que las sonrisas

Pertenecen a un cielo infinito


Y te escribo a cada verso del silencio, mientras alguien canta en la distancia en el vagón de un tren sin nombre. Las palabras son los caminos ¿recuerdas? En un cielo infinito un ángel de alas negras juega con el silencio de su propio nombre. Y te escribo en cada acento, buscando entre mis manos, el camino hacia ese cielo del que hablamos, donde los ángeles juegan a ser mayor en el silencio.


Si supieras
Las palabras de la madrugada
Era una promesa que debía cumplir


Y te abrazo entre mis letras, jugamos a saltar entre las lunas de nuestro propio universo, tu tratando de regalar tu sonrisa, yo buscando la manera de que esta sea eterna. Y me gusta abrazarte en el silencio, mientras busco la senda de nuestro propio verso, donde las calles callan y los autobuses cuentan historias de silencio. Te escribo mientras duermes, mientras buscas los sueños de la eternidad, y afuera, en una ciudad que parece adormecida, mis manos van avanzando hacia el camino de la sonrisa.


Si vivieras
Los versos
Que nunca escribí
Comprendería él porque
Solo queda silencio en mi universo


Y te escribo entre las calles de la gran ciudad, sabiendo que la distancia no es más que un silencio que se agranda a cada paso. Te escribo porque soy libre, dentro de la propia condena la palabra, aquella a la que sabes que decidí anclarme, mientras busco entre los bares, la copa de la última luna. Te escribo para que no olvides, los poderes que tienes, el porqué de tu vuelo, las veces que has soñado mientras recorrías las calles de una ciudad que dormía. Y ahí estaba yo, buscando entre mis sueños un instante para toda una eternidad.

Y te escribo entre los versos de un Neruda que dormido, recorre las calles de nuestra ciudad. Y te observo en la distancia de sueño, de la nube sobre el cielo. Recorriendo las calles de unos sueños que se cumplieron. Y ser consciente de lo importante que es saber que estás bien, que cuando te veo con la mirada sumida en la luna, recorro todos mis fragmentos, luchando entre cada batalla, la manera de eso…de hacerte sonreír.


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Una parte (real) de nuestro propio universo




Sucede que somos eternos.

Que lejos de ser una de esas palabras que quedan ancladas en las líneas de los versos más honestos, no es más que una realidad que aprendí a contemplar. Y mientras lo iba haciendo, mientras recordaba toda y cada una de las vidas que han pasado por mis silencios, he aprendido el valor de la eternidad.
Y me gusta pensar que ahí, en un lugar pequeño en el cual decidí crear palabras, alguien sonríe, alguien aprende con tus palabras, que realmente somos eternos, y no porque lo escriba, sino más bien, porque tú que me lees, me lo demuestras a cada instante. Me gusta pensar que somos los otros, que tanto tú, como yo, somos el recuerdo de alguien, somos esa palabra que no pronunciamos, cuando estamos acompañados de gente, pero que cuando estamos en soledad, aparecemos como el más bello de los versos.

Soy consciente de que ahí, en la distancia, somos el silencio de alguien. Y lo siento, no creo en la distancia, esta no es más que una palabra que no se dice, un silencio que aparece, allí donde deberían haber abrazos. Me gusta pensar que hay gente que, a pesar de la distancia del cuerpo, miran la misma luna, tan lejos, pero tan cerca. Me gusta pensar que alguna vez, alguien escribirá nuestros nombres, y los guarde en el corazón, ahí donde el olvido no tiene cabida, hay donde vivimos una y otra vez para ser felices, y ahí, somos eternos.

Debemos ser conscientes de lo que somos, que los somos todo para alguien, por más silencio que haya en torno al abrazo de nuestras palabras. Me gusta pensar que algún día, al mirar atrás recordemos todas esas personas, serán eternas, al igual que lo seremos nosotros, y tú, que me lees en tu silencio, si, también serás parte de esa eternidad. Porque si nos paramos a contar estrellas, estas nos dirán que eternidad es un presente que avanza, que se crea a medida que avanzamos por ese camino llamado vida. Me gusta pensar que somos eternos tanto en la palabra como en el silencio, que somos esa parte de la vida en la que creamos la sonrisa de alguien. Y me gusta pensar en la belleza silencio, y en ser conscientes de que, cuando seamos silencio, los recuerdos de aquellos a los que hicimos eternos, nos harás ser felices, felices dentro de nuestra propia vida.

Porque somos eternos, porque los poetas no escribieron la realidad. Al fin y al cabo la palabra escrita queda bien, pero es aquello que sentimos dentro, la que nos hace volar a cada instante, vivimos mil veces en un solo recuerdo. Somos eternos, somos esa realidad que se escribe en silencio, debemos asumir que somos la sonrisa de alguien, que somos ese silencio cuando la soledad acompaña y necesitamos un abrazo. Somos esa parte de los versos de los demás, que se escriben en la distancia del silencio para ser eso…eternos.


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