Una parte (real) de nuestro propio universo




Sucede que somos eternos.

Que lejos de ser una de esas palabras que quedan ancladas en las líneas de los versos más honestos, no es más que una realidad que aprendí a contemplar. Y mientras lo iba haciendo, mientras recordaba toda y cada una de las vidas que han pasado por mis silencios, he aprendido el valor de la eternidad.
Y me gusta pensar que ahí, en un lugar pequeño en el cual decidí crear palabras, alguien sonríe, alguien aprende con tus palabras, que realmente somos eternos, y no porque lo escriba, sino más bien, porque tú que me lees, me lo demuestras a cada instante. Me gusta pensar que somos los otros, que tanto tú, como yo, somos el recuerdo de alguien, somos esa palabra que no pronunciamos, cuando estamos acompañados de gente, pero que cuando estamos en soledad, aparecemos como el más bello de los versos.

Soy consciente de que ahí, en la distancia, somos el silencio de alguien. Y lo siento, no creo en la distancia, esta no es más que una palabra que no se dice, un silencio que aparece, allí donde deberían haber abrazos. Me gusta pensar que hay gente que, a pesar de la distancia del cuerpo, miran la misma luna, tan lejos, pero tan cerca. Me gusta pensar que alguna vez, alguien escribirá nuestros nombres, y los guarde en el corazón, ahí donde el olvido no tiene cabida, hay donde vivimos una y otra vez para ser felices, y ahí, somos eternos.

Debemos ser conscientes de lo que somos, que los somos todo para alguien, por más silencio que haya en torno al abrazo de nuestras palabras. Me gusta pensar que algún día, al mirar atrás recordemos todas esas personas, serán eternas, al igual que lo seremos nosotros, y tú, que me lees en tu silencio, si, también serás parte de esa eternidad. Porque si nos paramos a contar estrellas, estas nos dirán que eternidad es un presente que avanza, que se crea a medida que avanzamos por ese camino llamado vida. Me gusta pensar que somos eternos tanto en la palabra como en el silencio, que somos esa parte de la vida en la que creamos la sonrisa de alguien. Y me gusta pensar en la belleza silencio, y en ser conscientes de que, cuando seamos silencio, los recuerdos de aquellos a los que hicimos eternos, nos harás ser felices, felices dentro de nuestra propia vida.

Porque somos eternos, porque los poetas no escribieron la realidad. Al fin y al cabo la palabra escrita queda bien, pero es aquello que sentimos dentro, la que nos hace volar a cada instante, vivimos mil veces en un solo recuerdo. Somos eternos, somos esa realidad que se escribe en silencio, debemos asumir que somos la sonrisa de alguien, que somos ese silencio cuando la soledad acompaña y necesitamos un abrazo. Somos esa parte de los versos de los demás, que se escriben en la distancia del silencio para ser eso…eternos.


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