Me gusta volar




Me gusta volar


-Y pensar que sigo despierto-


Me gusta ser libre, y ser consciente de todas mis cadenas. Me gusta volar, ser esa parte del viento que se guarda en el silencio, y decir nombres pero no decir el mío. Me gusta ser la ausencia de mí mismo, al fin y al cabo hace tiempo decidí omitir ciertas palabras. Me gusta escalar montañas y girarme, y al mirar hacia adelante, saber, y ser consciente de ello, que aún me queda mucho por subir, mucho por escalar, mucho por aprender.

Me gusta volar, es algo que ni siquiera la luna, esa que tantas veces ha escuchado cada una de mías palabras, puede dejar de escribir. Me gusta pensar que el mundo puede ser un lugar mejor, y que lentamente, y aunque sea con un pequeño paso, podemos hacer que esto sea posible. Me gusta volar y escribir en cada palabra, nombres, paisajes y versos. Me gusta volar y moverme con mis palabras.

Me gusta volar, y sentir el viento acariciar mi piel, me gusta que el aire sea esa parte del todo que tanto me fascina y a la que solemos llamar universo. Me gusta extender las manos aunque del mismo modo, me gusta mi propio silencio.  Me gusta mover mies pies, ser ingrávido en esta parte del universo infinito. Me gusta volar al fin y al cabo, es algo que cualquier puede hacer, quizás, solo quizás, pueda sonar paradójico, quizás pueda ser escrito en libretas que acabarán siendo parte del silencio dentro de algún cajón sin nombre pero lleno de vida, al fin y al cabo volar no es más que sentir, buscar la forma de hacer que el mundo sea un lugar mejor, buscar la sonrisa, el abrazo aunque en este aspecto, me gusta ser silencio.

Me gusta volar, caminar con el viento de la noche, escribir en cada ventana las gotas de vida que hay tras cada de ellas. Me gusta volar con las estrellas y ser conscientes de que el mundo no deja de avanzar, aunque en ocasiones gruñamos por ello.  Me gusta volar y ser esa parte del todo que es parte de la nada, porque desde algún rincón del universo, solo somos una estrella más. Me gusta volar y hacer con mis letras, que da cada una de las personas, sean algo infinito.

Me gusta volar, y caminar descalzo, y sentir el tacto de la piel, y pronunciar cada uno de los silencios. Me gusta volar bajo la lluvia y buscar en cada uno de los conceptos, la felicidad de los demás. Me gusta volar sobre mi ciudad, me gusta escuchar canciones que me dibujaron la libertad. Me gusta colar pues al fin y al cabo, forma parte de mi silencio, y en el soy libre con mis propias cadenas


-Simplemente-


Me gusta volar...

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Eternos



Eternos

Somos eternos


Volamos

El cielo es un lienzo donde escribo estrellas, abrazo en cada noche cada uno de mis versos, y dibujo en cada uno de esos poemas que el universo supo susurrar, cada una de las leras de los nombres, de los silencios, de los secretos, de los labios que no dijeron y se limitaron a cumplir el deseo de los cuerpos. Quizá la noche solo tenga palabras, quizás la noche solo tenga silencios. Y le abrazo, y me envuelvo con cada uno de los gestos


Y grito cuando el vuelo

Silencia cada palabra


La noche es un camino, tranquilo, serenos, pero tan lleno de vida que me limito a escribir versos, tantas canciones, tantas caricias que silencio mi propio nombre, quizás la luna me gruña, quizás sea tan solo una parte de un océano infinito, quizás, solo quizás, escriba el nombre de mi ciudad, y acaricie cada una de sus calles buscando un verso, susurrando en los portales la esencia de las estrellas


Para volar

Para decir

Para soñar

Para caminar



Anochece en la luna, la ciudad no es más que un verso que se escribe de manera constante en cada uno de los gestos. Para la luna, la ciudad es su propio universo y nosotros cada uno  de sus silencios, para la luna somos esa parte de ese todo llamado universo. Las palabras acarician cada una de las calles mientras dormimos, mientras la luna nos abraza y lentamente, también escribe cada uno de sus versos.

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Cartas sin nombre


Quizás suene el mar…

Desde la orilla apagamos la ciudad en un beso que supo a distancia, el abrazo de las estrellas, el vacío de la soledad, el tenerlo todo y acabar suspirando entre la nada. Los abrazos de la muralla, y aquellas rocas en las que escribieron tantos poetas de medio verso, yo estaba entre ellos, y desconocía tu ciudad, y desconocía a que sabían tus besos. La distancia no era más que un pedazo de papel, y dibujabas, y me dibujabas, mientras sonreía, y éramos libres, en nuestra nube de algodón mientras dormíamos en la ciudad.

Un verso que hablaba de ti, una carta en blanco que decía todo de mí, y una distancia para los dos, dulce suspiro de soledad.


Las cartas

Solo hablan de tu ciudad


La distancia no es más que un silencio que nos abraza, y nos hace pequeños mientras ella se hace grande, nos tormos más de vientos, más de cuentos sobre la almohada, cuando nos echamos de menos agrandamos el silencio sobre la ciudad. Supongo que solo será un verso, una de esas cartas sin nombre que se escriben tras el cristal en esos días de lluvia sobre la ciudad, supongo que aprendimos a volar en direcciones opuestas.


Pero siempre cerca del mar

Tú para ser libre

Yo para buscar tu libertad


Cartas que no se escriben, versos que no se cuentan, suspiros que simplemente se escriben primavera, sueños que se guardan en un cajón junto al verso de la distancia. A los lejos las luces de tu ciudad me recuerdan porque volé, las luces de tu ciudad se transforman en un verso prohibido, y me visto con los recuerdos, y me desnudo con las palabras, y juntos comprendemos que simplemente…volamos

Siempre en direcciones distintas

Pero cerca

Muy cerca del mar


Las luces de tu ciudad escriben tu nombre, las luces de mi cuidad mi libertad.

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