Cartas a medianoche



Espero no despertarte…


He bajado la luna, me apetecía escribirte:


-Quizás te echaba de menos-


He abierto todas aquellas cartas que no supe escribirte, he roto sus cadenas para no sacar las llaves de mis bolsillos. He recordado aquellos momentos en los que nada te impedía alzar tu mano y gritar bien alto, tu contra todos, tu contra todo. Y tu voz ahora tan solo es recuerdo, y tu mirada ya no existe pero a pesar de eso sigues sintiendo la vida tal y como un día la escribiste. Quizás estemos cerca, quizás nunca nos hayamos alejado, quizás, solo quizás, debimos aprender a escuchar nuestro silencio.

Y quizás llegue tarde cuando despiertes completamente, quizás me quede en medio de aquel camino que tu comenzaste a caminar, es algo que desconozco. Si despiertas prometo darte un breve instante de sol, nunca fuiste de luz, tan solo de palabras escritas que se cerraban ante el viento. Rechazaste el sol, por eso te traigo solo un pedacito de él, uno muy pequeño, pero muy intenso. Tanto que verás siempre el sur y nunca perderás el norte. Ambos sabemos que un día yo lo perdí justo cuando comenzabas a dormir.

Me apetecía dejarte una carta sobre la mesa, espero continuar tu camino con mis propios pies pero con tus sueños, hace tiempo yo los dejé atrás. Dejaré café, no importa el tiempo que lleve hecho, nunca fuiste de mirar el reloj, y si lo hacías era para comprobar que lo estabas perdiendo, y a pesar de todo siempre lo llevaste contigo. No hay nada para comer pero dejaré unas letras por ordenar y mil ideas por compartir. Sé que cuando te levantes cogerás cada una de las letras mientras saboreas un café sin tiempo.

Prometo mirar de vez en cuando hacia atrás, y quizás vea tu ventana abierta, sería extraño en ti ¿no crees? Pero eso significará que has cogido mis letras y has abierto la caja donde te dejé un poco de sol. Prometo cuidar tu camino, al fin y al cabo llevo parte de tu olvido sobre mí, quizás, solo quizás, comprenda el porqué de tantos silencios o por qué un día dejaste de caminar y marchaste a dormir.

Descansaré en cada banco de otoño, como los poetas que tanto admirábamos, y dejaremos que los árboles se desnuden dejando en el suelo solidos charcos donde saltarán los más inocentes. Y sé que cuando vuelva el frio sentirás la vida, y sé que cuando vuelvan las grises nubes de aquellas tormentas que tanto admirábamos, volverás a saltar, a reír, a ser feliz. Cuando lleguen volverás a vivir.

Pero mientras tanto seguiré preparando mi equipaje, solo son silencios, solo son palabras. Duerme, descansa, y rompe todas aquellas cartas, no te preocupes por los candados, sé que los cuidarás pues ambos sabemos que yo llevaré tus llaves.

Espero no despertarte, me apetecía bajarte la luna una vez más.

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