Mi ciudad…
Crecimos junto al silencio del
mar, y no quise hacerme grande mientras recorría las calles de mi ciudad. Y fui
conociendo tus secretos, aquellas calles de cuentos prohibidos y de susurros a
media palabra. Abrazamos las estrellas y mientras me alejaba de ti más quise
escribirte, incluso lo hacía cuando cada uno de mis silencios añoraba las
calles de tu, mi ciudad. Y cuando apagábamos el mar entre montañas el horizonte
siempre me decía que estarías allí, donde la luna escriba mi nombre también
escribirá tus palabras.
Abrazamos los silencios y ambos
crecimos entre la montaña y el mar. Y te escribí una carta, y dejé todas las líneas
en blanco mientras recorría aquellas calles que eran infinitas cuando yo,
cuando creí poder alcanzar las estrellas, conocí los secretos de tu nombre, y
los hice tan míos que ambos fuimos eternos. Quizás solo sea una ciudad, las
palabras solo llevan nombres que no se escriben, pero tienen silencios que
describen, y que cuentan, y que susurran, y que dicen que nuestro camino estaba
junto al mar.
Aprendí de tus acentos, de esas
calles que tanto adoraba, y que tanto adoro, al fin y al cabo siempre perteneceremos
al universo, y aprendí de aquellas casas
que tanto decían sin decir, aquellas que dibujaban los versos más humanos del
mundo cuando te ibas a dormir. Y te conocí cuando caminabas, cuando abríamos
los abrazos y cerrábamos los labios. Y del mismo modo te conocí cuando acariciabas
el cuerpo y susurrabas la caja de poemas.
Aquellas calles por las que soñé,
aquellos senderos junto al mar. Y yo allí sentado, a los pies de la montaña,
aquella que tanto abrazabas, aquella que describía los pasos, y comprender, la
grandeza tanto de tu todo como el de tu propio silencio. Caminar es hacerte
infinita, escribirte es hacerte eterna, y en cada uno de los acentos, aquellos
monumentos, aquellos lugres que tanto te describen.
Las calles de mi ciudad son
palabras, son versos al fin y al cabo, son las palabras de aquellos que
caminan, de aquellos que corren, y de los que vuelan, y de los que sonríen, y
de los que sueñan. Mi ciudad es un abrazo en silencio, de esos que dicen sin
apenas pronunciar palabra, de esos que te cuentan aquello que no se dice. Mi
ciudad es un verso escrito en el universo, uno de esos poemas que se escriben
bajo estrellas, con la vida entre los sueños y los sueños que son vidas
repletas de caricias.
Quizás solo sea un sueño, quizás
solo sea eso, quizás solo sea mi ciudad.
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