Invisibles


Invisibles…

La piel es un sendero repleto de palabras que no se dijeron, la voz es un instante eterno más allá de nuestros propios pasos. Los cuerpos no son más que poemas en blanco, líneas que vamos escribiendo, y que nos dicen, y que nos cuentan, y que ponen aquellos acentos más eternos en cada uno de nuestros silencios. Y allí donde las caricias duermen, el cuerpo se vuelve invisible, eterno.

Quizás solo sea un instante en el cielo, ¡podemos volar! Siempre pudimos hacerlo, y abrazar el cielo, y descubrir cientos de estrellas, y descubrir que el universo es un lugar infinito. Y en ese concepto, propio de una realidad escrita en cada una de las palabras, el cuerpo se vuelve invisible, siente los abrazos al igual que las caricias, y susurramos aquellas palabras que escribimos sobre nuestro cuerpo invisible.

Y comprender que somos un verso, uno de esos que se escriben en las agendas más personales, con trazos repletos de vida, y ahí, en ese instante eterno, nuestro cuerpo es el lienzo invisible donde besar cada una de las letras. Porque nuestro cuerpo no es más, que un instante en el paraíso del universo, y comprender, y abrazar, cada uno de sus silencios, que no son pocos pero son los más bellos

Somos invisibles

En el universo

Y allí

Somos eternos


Los pasos se realizan en el viento, sentimos, es algo que siempre deseamos hacer, y cuando volamos, fuimos el verso invisible, el acento más eterno. Porque al fin y al cabo, invisible es eterno, y nosotros, cada uno de los que volamos por el cielo o los que caminan por la tierra, que a la vez ambos lo somos todo, somos invisible, y del mismo modo, más allá de la palabra escrita…también somos eternos.

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