Ha llovido
Y de repente sentimos el hielo
sobre la piel
Mil excusas, ninguna palabra, y
cuerpo a cuerpo la voz se desvanece, descubrimos lo fácil que es decir adiós
pero lo difícil que es llegarlo a comprender. Sentado sobre el silencio, el
hielo se apodera de mí, solo somos esclavos de los pasos que no supimos dar. No
hemos despertado a un lado de la luna, lo hicimos en silencios separados,
atando al abismo nuestras cadenas, nadie escribirá cartas de felicidad cuando
suenen nuestros nombres
No habrá recuerdos
De pasos sobre el mar
Solo el huelo
Nos recordará que
fuimos
Cruzando los días
Saltando de charco en charco,
borramos los signos del camino, y no contamos todo para no olvidar nada. Nos
besamos a la luna, la dejamos que duerma bajo unas nubes que nos impidan
recordar. Es fácil escribir sobre el olvido, es fácil sentir como la roca más
calidad se torna de hielo. Y esculpimos sobre la piel guerras que no estaban
escritas, y me arranco en mil pedazos, cada instante de aquella primera roca,
cada instante de los pasos que no supe dar
Y grito
Y ahogo mis cadenas
En lo más profundo de
mi cuerpo
Soy de hielo, bajo la roca gris
dejo de contar los días. Los árboles ya no cuentan silencios, el mar ha dejado
de llevar nombres, ni siquiera quise entregarle el mío, fui incapaz de girarme
cuando no había hielo, y su estructura no era más que un verso que estaba por
escribir. Hemos contado silencios, quizás, no lo sé, descubras como el hielo ha
dejado paso al abismo y la soledad menos abstracta, y seremos dos, lejos de ser
uno
Sobre el hielo
Descubro el placer de
mover mis propias alas
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