La tetralogía del hielo: el grito



Ha llovido

Y de repente sentimos el hielo sobre la piel

Mil excusas, ninguna palabra, y cuerpo a cuerpo la voz se desvanece, descubrimos lo fácil que es decir adiós pero lo difícil que es llegarlo a comprender. Sentado sobre el silencio, el hielo se apodera de mí, solo somos esclavos de los pasos que no supimos dar. No hemos despertado a un lado de la luna, lo hicimos en silencios separados, atando al abismo nuestras cadenas, nadie escribirá cartas de felicidad cuando suenen nuestros nombres


No habrá recuerdos

De pasos sobre el mar

Solo el huelo

Nos recordará que fuimos


Cruzando los días

Saltando de charco en charco, borramos los signos del camino, y no contamos todo para no olvidar nada. Nos besamos a la luna, la dejamos que duerma bajo unas nubes que nos impidan recordar. Es fácil escribir sobre el olvido, es fácil sentir como la roca más calidad se torna de hielo. Y esculpimos sobre la piel guerras que no estaban escritas, y me arranco en mil pedazos, cada instante de aquella primera roca, cada instante de los pasos que no supe dar


Y grito

Y ahogo mis cadenas

En lo más profundo de mi cuerpo


Soy de hielo, bajo la roca gris dejo de contar los días. Los árboles ya no cuentan silencios, el mar ha dejado de llevar nombres, ni siquiera quise entregarle el mío, fui incapaz de girarme cuando no había hielo, y su estructura no era más que un verso que estaba por escribir. Hemos contado silencios, quizás, no lo sé, descubras como el hielo ha dejado paso al abismo y la soledad menos abstracta, y seremos dos, lejos de ser uno

Sobre el hielo

Descubro el placer de mover mis propias alas

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