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Antes de comenzar


 

Quizás era la mejor opción.


Sonríe a lo desconocido pues nadie conocerá tu nombre, caminas por lugares conocidos con la certeza de no cometer un error, nadie tiene la palabra en este lugar, nadie conoce el camino en su totalidad, y quizás acerté a la hora de borrar la palabra, de anular el abrazo, quizás aprendí con la distancia que el silencio es una solución.



Y acerté


Pues todo se levantó


De manera firme


Nada cayó al suelo


Salvo el silencio



Me convertí en la piedra ¡eso debías ser!, y lanzarme hacia el olvido, al fin y al cabo todos seremos parte de él, nadie conoce a nadie pero todos hablan de la verdad, del camino, no es fácil, nadie lo eligió, pero estábamos ahí, y como tal salimos.


Nadie conoce la palabra ¿que más da? Al fin y al cabo solo seremos una parte en el camino, pero sin negar el acento de la palabra pues este nunca debe negarse. Me decía el miedo que debía avanzar, que no debías regresar a los brazos de los que se fueron, y me hice de piedra.



¡Que se levanten los muros de la ciudad!



Y no me equivoqué, dejé las alas donde nadie pudiese verlas, y me convertí en uno más dentro de mi mismo pero siempre en protector lugar, allí donde puedo ser libre, allí donde nadie tiene la palabra.



Cerré una puerta


A un universo infinito


Y jugué con la certeza


De que no había camino



Quizás la certeza de ser uno mismo fue la mejor forma de afrontar el camino, que se aparten los grises de un mismo camino porque yo no lo recorreré. Alcé los muros de la ciudad y dentro del caos pude afrontar la batalla, y no dolió el silencio, no dolieron las ausencias, no las contabas, no estaban allí, el universo es un instante infinito que no deja de avanzar. Crucé mis brazos y guardé mis alas bajo la piel, me convertí en silencio que no dejó de caminar.

 

Cuando tus palabras sean solo un recuerdo en la eternidad




Son solo palabras
¿Recuerdas?


Era un universo infinito y no era para ninguno de los dos…

Y nos hicimos una promesa, nos dijimos que las alas, no debían volar más allá de la propia soledad. Nos hicimos infinitos en un verso a media palabra, de esas que no se dicen, pero se escriben en cada acento para guardarlas en un cajón. Me dijiste que tus alas, solo eran un instante en mi propia eternidad, y dijimos que los pasos, siempre debían ser en silencio, dentro de un universo, que no nos pertenecía. Me abrazaste con tu silencio y te escribí con el mío.


¿Quién fue?
¿Quién rompió la promesa de la voz?


Despierta…

Despiertamente, y grítame tan lentamente que ningún quería el pacto, que ninguno comenzaría a escribir sin el otro. Abrázame tan fuerte, que me claves tu recuerdo tan dentro de mi silencio que puedas hacerlo tuyo, dime que en la palabra, quedó solo el recuerdo de un verso que ninguno de los dos quería escribir. Dime que los recuerdos, solo son bocetos de una palabra que lanzamos sin nada, sin nadie, solo con nosotros, sin más palabras que las del camino que se alejaba para acabar frente a frente


Y tú contra mí
Y contigo
Y  todos contra un universo
Que simplemente nos hizo volar


Y el pacto se guarda, no fui yo quien decidió saltar sobre la luna, y dejar las que cosas de tu propio universo, se cruzaran en mi camino, Y decir, que nada fue eterno, abrázame con tus palabras para que puede escribir en tu silencio. Y dime que nuestro pacto, no fue más que una distancia, que ninguno quiso tener, y dime, porque en las madrugadas, silenciaba la voz. Simplemente quizás nuestro pacto, nos hizo ser lo que parte de ese universo…de esa eternidad.

Cadenas



Cerramos los ojos…


-Miedo-

-Aire-

-Libertad-


Hemos girado nuestras palabras sobre la necesidad del aire, después, quizás cuando ya ha sido demasiado tarde, hemos llorado por nuestros silencios. Cadenas que son palabras, palabras que nos encadenan a nosotros mismos. Dudamos, no pensamos, solo nos dejamos llevar por unas cadenas inherente, invisibles, y ante nuestra propia mirada ciega, imposibles de romper. Hemos subido los escalones hacía la cima de una montaña de la que creemos no poder bajar.


-Gritamos-

-Sentimos-


Encadenados a nosotros mismos, jueces y verdugos de nuestras condenas. Hemos olvidado la llave de la libertad, hemos negado nuestra capacidad de volar por el aire, simplemente nos limitamos a vivir mientras escribimos sobre libertad. Y si cerramos los ojos vemos que somos libres, que nuestras cadenas no son más que mera ilusiones alimentadas por nuestros miedos. Pero al abrir los ojos vemos que no somos más que presos de nuestras propias cadenas.


Con los ojos cerrados

Nadie tiene miedo

Solo ganas de volar

Y de sentirnos libres



-¡Grita!-

-¡Aún seguimos vivos!-


Nuestras manos son los silencios de nuestra condena, y por ellos llamamos locos a lo que se lanzan a la vida sin nada que temer, sin cadenas que arrastrar. Encadenados a unas horas inventadas, todos siguiendo la misma manada del propio ser humano, atados a algo llamado vida, sujetos a un todo que nos deja convertidos en nada. Olvidamos que soñar, pues hacerlo nos hace libre, no permite volar y dejar atrás nuestras cadenas. Somos presos de la palabra no pronunciada, del peso de nuestras propias cadenas, hemos olvidado que es vida, hemos aprendido cual es el sonido del acero al arrastrar nuestros pies.


-¿Vida?-


Atados a nuestras cadenas simplemente nos limitamos a olvidar que significa soñar…